ES IMPORTANTE SABER

sábado, 28 de agosto de 2010

Ocho de Espadas - Adriana Matallana Sandoval

Lo raro es que esta carta casi me hizo decir que extrañaba el toque femenino, cuando en realidad el proyecto está lleno de artistas mujeres.
Será mi debilidad por la línea clara.

































Más de Adriana, acá.




Y como siempre, toooooooooodo lo que alguna vez me pareció importante de decir sobre las cartas, los números, los palos, tu madre, el vecino y el cine francés.
Lo específico de la carta, como siempre, abajito de todo al final.



Características Generales de los Arcanos, Mayores y Menores

Todas las cartas de tarot son llamadas Arcanos, palabra cuya traducción más regular dice que significa "misterios".
Porqué una cosa cualquiera puede ser llamada un "misterio" tiene que ver con una actitud existencialista que se basa en el hecho de que todo, absolutamente, tiene una superficie, que es lo primero que se conoce y en la cual la conciencia refracta, lo que le impide (a la conciencia) adentrarse de un solo vistazo en la profunda y verdadera naturaleza de la cosa percibida.
En epistemología se suele decir por esto que el primer obstáculo al conocimiento es el conocimiento mismo.

Lo que hacen las 78 cartas del mazo de tarot es representar, a través de metáforas, otras tantas situaciones de la vida, buscando abarcar así la totalidad de las experiencias significativas que cualquier ser humano puede atravesar.
Por un lado, cada situación es en si misma un "misterio", según lo antedicho y por otro, cada carta representa solamente lo genérico, lo medular, de cada situación. Por lo que, en una lectura, la carta es un cascarón a romper para poder penetrar con mayor profundidad en la situación concreta hacia la que señala.

Las 78 cartas se dividen en 56 Arcanos Menores, divididos a su vez en cuatro palos, como los mazos comunes, y 22 Arcanos Mayores.

Los Arcanos Menores reproducen situaciones vitales más o menos circunstanciales pero arquetípicas, de acuerdo a un código numérico por un lado, un código basado en los palos por otro, y una representación pictórica o visual que intenta condensar y manifestar todas las metáforas posibles que surgen del cruce de ejes números / palos.
Intentan agotar, en cincuenta y seis combinaciones, todas las circunstancias significativas posibles. Por esto es que buscan lo central antes que lo anecdótico: separan, por ejemplo, el concepto de “tregua” del de “paz”, porque ambas cosas son similares pero diferentes, pero trata de evitar la definición de una forma específica de “paz”, para que la carta pueda representar la paz en la vida de cualquier consultante, independientemente del resto del contexto: saber si es paz laboral, si es paz conyugal, si es paz conseguida tras largas luchas o no, etc., llega a través del resto de las cartas, en cada lectura.

Los Arcanos Mayores, en cambio, no tienen ejes genéricos, y el contenido de cada uno desborda cualquier grilla: son un conjunto especial de conceptos trascendentes. Prescinden del cruce que hacen los Arcanos Menores entre número y palo, y son cada uno la abstracción de un aspecto fundamental y, al mismo tiempo, complejo, de la experiencia humana.
Algunos porque remiten al funcionamiento teórico del universo, otros porque remiten a aspectos no circunstanciales (sino permanentes) del ser humano.

Si los Arcanos Menores metaforizan la variedad de la experiencia humana, los Arcanos Mayores representan la estructura desde la cual se la vive e interpreta, las matrices conceptuales desde las que se generan las ideas que expresan la experiencia existencial, y las experiencias inevitables que esta estructura atraviesa en el desarrollo de una vida humana.
Son conceptos al mismo más abarcativos y de mayor peso que los Arcanos Menores.

Damos por sentado que estas cartas representan no solo experiencias posibles, sino también espacios de la psique preparados especialmente para hacer posibles estas experiencias.

De todas las teorías sobre el origen del tarot, adherimos a las que no señalan un autor o cultura particular, así que no es posible saber quién o en qué circunstancias concibió los diseños de los Arcanos Mayores, pero es nuestra creencia que, quien haya sido, tuvo el talento suficiente como para acceder a contenidos profundos y estables del inconciente colectivo
Esta es la base del postulado más fuerte e interesante de la corriente de tarot a la que adherimos: que es que los Arcanos Mayores representan factores y funciones psíquicas universales.

Son, desde este punto de vista, los ladrillos elementales con los que trabaja la mente de cualquier ser humano: independientemente de su cultura o contexto, toda persona interpreta la realidad desde estructuras psicológicas subconscientes.
Suponemos que estas estructuras psicológicas subconscientes que determinan la percepción e interpretación del mundo son universales, y que no se las puede definir de un amanera terminante, pero que los Arcanos Mayores representan una formulación extremadamente aproximada a su contenido más básico.

Y esta es la razón de que no tengan un orden conceptual: de la misma forma que no se pueden numerar los órganos internos de una persona porque no hay ninguna necesidad lógica de que el corazón esté antes o después que el esófago, no se puede dar una jerarquía definitiva y consistente a todos los constituyentes de la psique, aunque algunos aparezcan más relacionados entre sí que otros, y eventualmente, en diferentes conjunciones de cartas, se puedan establecer relaciones de paternalismo, de dirección, de subordinación, etc.
Pese a esta falta de orden intrínseco, o precisamente para paliarla, quizás, se han propuesto varias formas de “hilar” los Arcanos Mayores entre sí, y aquí exponemos brevemente dos: la noción de que representan el desarrollo psicológico de un individuo y la de las virtudes cardinales, dado que las consideramos fértiles a la hora la interpretación y reflexión.


Características Generales de los Arcanos Menores, Ciclo de los Números

Los números de las cartas, en el tarot, indican un paso específico dentro de un ciclo, que empieza en el uno y culmina en el nueve. Los dieces indican el comienzo del nuevo ciclo, a la sombra del viejo.
Cada palo representa un principio, una manera de moverse de la energía psíquica. Cada número indica un estado, una fase de este tipo de movimiento.
Terminado el ciclo de los números, del uno al nueve con la coda del diez, aparecen las figuras humanas, que se usan para representar dos cosas: personas concretas, y estados menos abstractos y al mismo tiempo más integrales de cada principio.
Cada número tiene, además de un lugar en el ciclo respecto de los otros, propiedades y características propias, algunas generales: todos los pares tienden a la estabilidad o la inercia, los impares al desequilibrio o movimiento. Los números más cercanos a cero tienen un mayor grado de pureza en el principio que representan, pero menor grado de desenvolvimiento e integración en el mundo.

Cabe agregar que, generalmente y con las excepciones indicadas, el tránsito de un número a otro se da por simple acumulación: si el transcurso de tiempo encuentra a la persona invariablemente en el mismo curso de acción y de intereses, la dinámica sola de cada palo va asegurando la transición paulatina del uno al diez.
Para bien y para mal.

Finalmente: si bien queda librado a la sensibilidad de cada lector el decidir si una carta en tal o cual situación indica una perspectiva subjetiva del consultante o un hecho objetivo, es necesario indicar que, dado que la percepción subjetiva es en sí misma un hecho objetivo, conviene siempre considerar que lo que sale es verdad para el consultante, independientemente de lo que uno pueda pensar acerca de la situación. Por poner un ejemplo: una persona puede verdaderamente estar muy cansada o agobiada con una situación que para el lector de cartas no parezca grave. Es probable incluso que la situación no sea objetivamente grave. Eso no quita que el consultante la viva de manera agobiante, incluso hasta el punto de peligrar su salud.
Cuando se hace una lectura de cartas, se entra parcialmente en la vida de personas muy diferentes entre si y de uno mismo, por lo que hay que flexibilizar los propios parámetros.

Números Ocho

Los Ochos, en casi todos los palos, son números de logros avanzados y estables, por lo que las imágenes tienden a sugerir esto mismo: riqueza (no en el sentido de lujo, sino en el de abundancia, ausencia de escasez) y estabilidad o movimiento organizado, en oposición a movimiento caótico o vertiginoso.
Todos los Ochos representan un estadio del camino, en el ciclo de los números (que va del uno al nueve), tan avanzado que es prácticamente imposible volver atrás.
Según el palo, esto es positivo o negativo.

Características Generales de los Arcanos Menores, los Palos

Cada palo del tarot representa varias cosas al mismo tiempo: una manera específica de moverse de la energía psíquica, por lo tanto una función psíquica específica, por lo tanto el tipo de situaciones donde esa energía se activa, y un elemento (agua, fuego, aire o tierra) que metaforiza con su comportamiento, el del tipo de energía.
Son un aspecto de la actividad humana, artificialmente abstraído con el fin práctico de convertirlos en elementos de análisis durante la lectura de cartas.
Uno solo de ellos, el de los Oros, se refiere a las concreciones materiales.
Los otros tres se refieren a diferentes momentos del movimiento psíquico del individuo en cualquier acción dada: el desear o necesitar, el sentir o imaginar, y el pensar y actuar que llevan a concretar.
Cada palo está referido a un elemento que representa las características de esa fase del proceso.
Así, la acción y el pensamiento intelectual y analítico están representados por las espadas y el elemento viento, el sentir y el pensamiento imaginativo están representados por el agua, y el deseo y los instintos están representados por los bastos y el fuego.
Es importante la referencia al elemento, porque es donde están metaforizadas las características cruciales de cada fase: cualquier acción se inicia primero por una necesidad que se experimenta desde lo instintivo como urgencia. Urgencia de alimentarse, de huir, de procrear, defecar, atacar, de acercarse o alejarse de algo.

En las siguientes fases, esta urgencia cobra forma sensible (en la fase de las copas y el agua) y se define la imagen precisa hacia la que tiende el impulso, para que luego el pensamiento y la acción (fase de las espadas, el viento) le den forma material (fase de los oros, la tierra).


Palo de las Espadas

 Las Espadas todas significan el conflicto, la acción operativa y, de las funciones intelectuales, la analítica: representan el pensamiento que se pone en marcha para resolver problemas mediante el recurso de aislar segmentos de la realidad para usarlos de “ladrillos” y construir una respuesta.
 Su elemento representativo es el aire y el viento, por eso regularmente se ilustra las cartas con espadas con cielos abiertos y nubes más o menos oscuras, y referencias a la tempestad y el movimiento.
Generalmente no son cartas que contengan referencias a las emociones. Cuando lo hacen, el espectro de emociones reflejadas son la soberbia, la victoria o derrota, la angustia y el agobio, con sus diferentes matices y causas.

Las Espadas representan el pensamiento racional y analítico, no el creativo que acepta, aglutina y asocia cosas sino el destructivo que divide a las cosas en sus partes componentes, el que define los límites entre una y otra cosa, el que discrimina, legisla y juzga.
Representan también la palabra, en su aspecto más impositivo: la palabra que define, que afirma sin preguntar, la sentencia del juicio.

Es el tipo de pensamientos que se despierta regularmente cuando hay problemas que resolver, por esto representan también el conflicto.
La manera en que se mueve la energía psíquica en este tipo de situaciones es ágil y poderosa, pero con tendencia a volverse vertiginosa y caótica. Por su misma velocidad, y por el hecho de ser un tipo de energía asociada a la acción, pero principalmente al pensamiento, es que sus efectos en pequeña medida pueden ser totalmente benéficos, y en gran medida van de absolutamente inocuos (puro aspaviento, idas y vueltas que no concretan nada, etc), hasta muy, muy dañinos para la persona, por la cantidad de energía que le puede insumir esta ida y vuelta vertiginosa y estéril.

Por todo esto, el elemento que representa las espadas es el Aire, se suelen usar en las cartas nubes y pájaros como manera de indicar la presencia de aire y viento, dependiendo de la cantidad, posición alta o baja, densidad y movimiento de nubes y pájaros el que indique un estado mental sereno y organizado o caótico y agitado.
Es por estar asociadas al pensamiento analítico, que las espadas representan también la palabra.
Son el saber y el actuar por pensar.

Lamentablemente, también representan la capacidad de razonar y argumentar en abstracto, cosa no siempre productiva (porque ninguna acción legítima surge sólo del pensamiento, sino del deseo o necesidad primera, del sentir adecuado de este deseo y recien ahi, de la argumentación y pensamiento enpro de la acción) y tienen mucha tendencia a actuar de manera no coordinada e incluso impositiva sobre los demás palos.



El Ocho de Espadas

Esta es LA carta donde no aplica lo de “logros estables”.
Si un conflicto cualquiera que desate la acción de las espadas persiste hasta un número tan alto del ciclo, es porque no encontró resolución antes, lo que hace que la persona que transita esta carta se sienta exactamente como la figura del mazo de referencia la muestra: impotente, incapaz incluso de ver las causas de su situación, y probablemente, para llegar a semejante nivel de incapacidad, incapaz de ver la situación misma.
El único atenuante de la carta, a diferencia del nueve o diez de espadas, es que la figura aún se mueve: desde una situación de absoluta impotencia e incapacidad, va, pasito a pasito moviéndose.
No sabe a dónde va, ni por dónde pasa, es probable que no sea ni siquiera conciente de los verdaderos peligros que la amenazan y es bien probable que se haya acostumbrado a las vendas y ataduras, pero no murió en su interior la decisión de vivir y moverse, de buscar.
Sin saber ni qué, busca, y en ese buscar reside el último resto de fuerza que puede poseer una persona, de los que pueden ayudarla a salir de una situación extremadamente crítica.
Llegado el Nueve, ese resquicio de energía se pierde y la persona pierde la esperanza de encontrar luz de vuelta. Pero aquí, a ciegas y sin poder de ninguna clase, moviéndose a simples y pequeñísimos golpes de intuición (representados por los pies tocando los charquitos: el agua es símbolo de conocimiento inconsciente e intuición, en este mazo, su pequeña cantidad indica la poca conexión también con esa fuente de conocimiento), aún se mueve, buscando salida, aún sin saberlo.

En esta carta, como en el Seis, está totalmente exacerbado el aspecto de “conflicto” de las espadas, en detrimento del de “intelecto” y absolutamente en detrimento del de “acción”: el desarrollo de los acontecimientos desborda tanto, de manera tan completa y total al/la protagonista de la carta (se usa una imagen femenina para acentuar lo impuesto de las ataduras, la pasividad de la figura frente a restricciones tanto más poderosas), que esta no puede ni siquiera empezar a imaginar una acción, una reacción, una respuesta.
El avasallamiento que le producen los problemas es tan absoluto que la más remota idea de acción queda eclipsada.

Los elementos tradicionales de la carta son las espadas, el número ocho, el gris del cielo y el rojo naranja de la ropa de la protagonista, que suele indicar alta valoración de lo material, cosa que puede estar (por las tendencias de los argumentistas del mazo, es probable) sugerida como parte de los problemas y ceguera de la protagonista, al no activar otras perspectivas que le permitan despegarse de lo burdo y concreto.
Pueden ser usados o no, esto es libre.

Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de la carta: elemento aire, acumulado, estable - impotencia – sometimiento – incapacidad – ceguera – pérdida de rumbo - pérdida de perspectiva – avasallamiento – estado abrumado.

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