ES IMPORTANTE SABER

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - Epílogo - II

Hay que insistir en la pregunta, no quiere terminar de escucharla.

“Pienso que las cosas se podrían haber dado con menos dramatismo, pero entiendo que fue una necesidad tuya y lo respeto”.
“¿Hablaste con Javier del tema?”
“Claro. Javier está muy dolido por la separación con vos, y...”
“¿Le contaste de Alfredo y vos?”
“No”.

Nos miramos.

“Para mí es totalmente necesario que blanquees con él.”
“El ya sabe...”
“Necesito que se lo cuentes vos”.

Que Felisa reconozca ante mi hermano que hay antecedentes de abuso endogámico en la familia, quiero creer, daría base a mis propias acusaciones. También implicaría una retractación clara de cosas hasta ahora negadas o escondidas.
Quiero creer que las consecuencias de esto en cualquier consideración que pueda hacer Javier son masivas.
Pero en realidad no lo espero, no creo que nada saque a mi hermano del lugar en donde él es tan copado que me quiere aunque yo esté loco y lamenta que yo ande diciendo boludeces y creyéndomelas.

“Si a vos te parece que eso pesa sobre la posibilidad de que se reencuentren...”
“Si, claro”.

Comenta en voz baja que está dispuesta a tratar el tema con un terapeuta que a todos nos parezca adecuado. Se lo tomo inmediatamente, le agradezco la disposición.
Me tiembla la respiración muchas veces, al hablar, a veces se me reduce la voz a un hilo, como a ella.

Charlamos un poco más, insisto en que hable con Javier. “Todos tenemos que saber lo mismo, no está bien que unos sepan unas cosas de la historia de la familia y otros no: todos tenemos que saber lo mismo”.

Disolvemos la reunión y mientras va al baño antes de salir, decido pasarle una factura más.

Le digo “pensé si hacerlo o no, pero es mejor que todo quede ya dicho”.
“El tiempo que viví con ustedes, yo nunca lo dije, e hice fuerza para no pensarlo, pero me terminó llamando mucho la atención que personas muy dispares y sin contacto entre sí pensaran que yo le bancaba la carrera a Javier, por estar yo aportando dinero a la casa y él no”.
“Bueno, a mi lo que piensen los demás me importa poco”.
“Debería importarte algo más. A mí, como indicador, me parece al menos curioso”.
“Pero además, el dinero que vos aportabas no fue nunca más que el de tus propios gastos”. Omití que además me compraba y cocinaba mi propia comida, y fui derecho a lo que me importaba.
“Pero Javier no tuvo que aportar ese dinero. Y vos eras muy conciente de que yo además le aportaba a mi viejo. El total de la plata que le daba a los dos era un tercio de mi sueldo. Exactamente la cantidad de plata que después usaba para pagarme un alquiler por mi cuenta. Y mientras estaba en tu casa, no entendía porqué no me alcanzaba con el dinero que ganaba trabajando para independizarme”.
Segui “y cuando me dí cuenta de esto y te lo dije, lo que vos me respondiste siempre fue que ese era un arreglo que habías hecho vos con Javier”.

“Y siempre me hizo demasiado ruido que en una casa donde estábamos tres personas, dos hicieran un arreglo. Que nunca nos hubiéramos sentado a que se dijera abiertamente ´Javier no va aportar sus gastos, Rogelio si´. Y que estuvieramos en esa situacion durante años, viviendo en la misma casa. No considero que haya sido inocente de tu parte, ni de la de Javier. Y es más de lo mismo: todos tenemos que saber lo mismo que saben los otros. Necesito transparencia”.

En algún momento, refiriéndose a su desprecio por la opinión de terceros, dijo algo como “Yo estoy tan convencida del cariño que te tengo, que no necesito demostrárselo a nadie”.
Se lo dejé pasar, ya había pasado dos facturas grandes el mismo día.

Quedamos en que, con sus tiempos porque el tema es muy delicado, iría hablando con Javier y encarando una terapia familiar. La semana siguiente se iba de vacaciones, a encontrarse con Alfredo en Estados Unidos y viajar un poco por la costa. Queria verme antes de irse, quedamos en un encuentro la semana siguiente.

Pero al día siguiente tocaba terapia.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - Epílogo

Pasaron casi tres años sin hablar con Felisa.
Mientras, seguí haciendo terapia.

Hubo una sesión en la que realmente no entendi nada.
Ni siquiera visualicé verdaderamente: todo parecían mas bien sugerencias de imágenes, tan superpuestas entre si, que lo más cercano a entender algo fue la sensación de que “en algún lado hubiera un conejo escondido en la nieve”.

Dos semanas atrás, me había hecho cargo de que me había terminado quedando, otra vez, casi un año en un lugar que pensara que era para no más de tres meses, llevando más de diez de dormir en el piso de la sala de ensayo de mi primo. Decidí cambiar eso, que ya me estaba haciendo doler el cuerpo, y me compré una almohada. Gasté casi $300, pero desde ese mismo día me empecé a quedar dormido.

La semana que tuve esa visualización indescriptible, decidí también que era hora de recuperar la colchoneta que usara de cama durante varios años, que quedara en casa de Felisa.
Llamé para avisar que iba a retirar mis cosas, me atendió el contestador, dejé mensaje avisando en que hora pensaba pasar y recibí como respuesta un txt de Felisa diciendo que a esa hora no estaba, que recordara que habían cambiado la cerradura, que me había hecho llegar un juego de las nuevas llaves un año atrás.

Pasé por la casa, noté algunos cambios, me llevé algunas cosas.
Y decidí retomar contacto.

A los dos días llamo a Felisa al celular y le digo que quiero hablar. Le parece bien.
Quedamos para el miércoles, cerca de su trabajo.

Llega el miércoles, con cierta ansiedad voy a la cita.
La encuentro en su trabajo. Se cortó mucho el pelo, subió algunos kilos.
Arreglamos que busca sus cosas mientras la espero en un bar cercano.

Llega y empieza a sacar charla. Me cuenta de su vida.
Entiendo que es al mismo tiempo un rodeo, tal vez un precalentamiento, y un movimiento que en otras circunstancias sería razonable.
Su madre murió este año. Me cuenta que también murió su última pareja importante, Guillermo, el padre de Francisca. Suicidio.
Que le robaron en la casa, sin violencia por suerte.
Siento un intento de hacerme sentir lástima, lo desestimo. Como dije, desde cierta perspectiva parece una charla razonable entre dos personas que no se ven hace mucho y se ponen al día mutuamente.
Excepto que yo no tengo nada que me interese contarle.

Llegado cierto punto, voy al grano.

“¿Que pensás de la situación de la familia?”

domingo, 26 de septiembre de 2010

Arcano Mayor XV - El Diablo

Ahora mismo esto no viene a cuento de nada, pero en un par de semanas, va a ser un machete útil.
















Mazo Rider


Está visto que en toda cultura existe algún tabú.
El del incesto es el único comprobadamente universal, pero se puede decir tranquilamente que ninguna cultura acepta plenamente la vida biológica: en todas, uno u otro aspecto de la vida biológica, o que se desprende de ella, queda relegado al tabú.

Es explícitamente rechazado por el sistema cultural, y relegado entonces a la oscuridad del olvido o del secreto.
Esto puede tener ciertas consecuencias. Si bien el equilibrio psíquico puede cumplirse armónicamente sin necesidad de mantener todas las funciones vitales dentro de lo visible, sí resulta absolutamente necesario que se las acepte.

No es necesario mantenerlas dentro del rango de la conciencia, ni considerarlas con atención en lo cotidiano, pero tampoco es dable estar en conflicto con su existencia.

Estos aspectos de la vida biológica que se relegan a la inconciencia suelen ser los más crudos o primales: aquellos vinculados a la sexualidad, procreación, alimentación, defecación, poder creativo e instintos y emociones básicas como deseo, miedo, enojo, alegría, tristeza y amor.
Las ramificaciones de cada aplicación práctica de estos ítems básicos se vuelven absolutamente personales, y permiten que buena parte del concepto de esta carta se relacione con el concepto de “sombra” junguiano, que resumiremos acá como “todo aquello que uno no quiere saber que es”, incluyendo los tabúes culturales así como los familiares y personales: no quiero saber que soy mezquino, no quiero saber que tengo miedo de ciertas cosas, etc.

El problema recurrente es la delicadeza del tabú: es difícil mantener un límite amable y buenas relaciones con aquello de lo que no se puede hablar.
Es difícil no crear fantasmas al respecto y, ¿qué clase de fantasmas se pueden crear sobre algo de lo que, lo único que se sabe, es que no debe ser visto?

Dado que estos aspectos sobre los que es tan fácil crear miedo o rechazo morboso, son en realidad parte fundamental de la vida biológica, tienen un monto muy grande de energía.
Cuando las funciones que soportan este monto de energía se rodean de misterio y tabú, está todo en su lugar: se las puede satisfacer con respeto sin necesidad del concurso de la conciencia.
Cuando el tabú se mantiene armónicamente respetado y satisfecho, el Diablo cumple la misma función de la Fuerza, pero desde lo oculto a la conciencia.
Cuando se rodean, en cambio, de miedo o represión, comienza un círculo vicioso de inmenso peligro potencial.






















La versión qliphótica, "invertida" y otros varios adjetivos, hecha por Souto para TC.



Este círculo vicioso se basa en la sustitución insatisfactoria: cuando el tabú no es bien manejado o transmitido, la norma de restricción que lo define se desdibuja, y comienza a incluír más cosas dentro del área de tabú, o se vuelve excesivamente fuerte, produciendo no ya misterio o respeto hacia lo que guarda, sino temor y rechazo.

Como desligarse del contenido del tabú es imposible, dado que no se pueden suspender las funciones biológicas, y tampoco se puede, en virtud de la excesiva fuerza de la restricción, establecer una relación afectiva positiva, la satisfacción adecuada de la función en cuestión comienza a verse comprometida.

Cuando la demanda del instinto crece, llega a la conciencia, pero no puede entrar claramente en ésta, debido a la restricción.
Aquí el individuo tiene pocas opciones: una es la introspección a nivel chamánico o sanador, donde termina confrontando y definiendo la necesidad en sí misma, y estableciendo modos de satisfacción adecuados.
Esto puede ocurrir en el nivel del Colgado.
Otra es el abandono a los instintos: cuando la restricción es voluntariamente aflojada y se permite aflorar lo que sea que esté debajo.
Cuando esto ocurre, el flujo de energía que se produce se parece bastanta a la conversión del Diablo en La Fuerza.

Pero la respuesta que caracteriza a esta carta no es ninguna de éstas, sino la de la sustitución: la conciencia no puede afrontar ni el cuestionamiento del tabú, ni el abandono de la restricción, ni persistir en la insatisfacción de la función.
Entonces, busca algo parecido, y lo consume.
Lo “parecido” del placebo es totalmente subjetivo, las asociaciones entre función y objeto están libradas a la historia del sujeto: líbido sexual puede canalizarse por comida o por objetos, necesidad de poder por consumo o relaciones abusivas, violencia por drogas.
Lo importante es que, en esta carta, la sustitución hincha pero no sacia: el sujeto consume y paga el placebo con sus consecuencias (problemas de salud, tiempo de su vida gastado en causas ilegítimas), mientras la necesidad original se mantiene insatisfecha, y vuelve a llamar, una vez tras otra.

En este momento, El Diablo es la cárcel de lo predestinado, las pautas circulares de conducta.
Aquello que uno no quiere hacer pero hace, una vez tras otra hasta la putrefacción o la violencia, merced del miedo, los deseos inmediatos, y la falta de imaginación o fuerza.

















Mazo Thoth


El mazo thoth utiliza directamente una cabra para representar la vitalidad áspera y absoluta. Si la Fuerza es la chispa de vida imbuída en la carne, el Diablo es la carne animada por la chispa de vida. Es la diferencia entre un bemol y un sostenido: parece apenas una cuestión de sobre de qué lado se pone el énfasis, pero abre caminos muy divergentes.

La carta de referencia muestra la representación más común del diablo, un macho cabrío antropomorfo y bestial al mismo tiempo, que inflama las “bajas pasiones” (o el chakra de los instintos) del hombre al tiempo que lo ata al monolito de su pedestal. Uno y otro acto son lo mismo, por esta cualidad de “las pautas circulares de conducta”.

Muchos autores coinciden en señalar que las cadenas, en realidad, están flojas y pueden ser fácilmente quitadas, que no atan. Por más que las personas de la escena puedan señalar inmediatamente la cadena y el peso del monolito, así como el inmenso tamaño del diablo como las causas que los mantienen siempre en el mismo lugar oscuro, lo que las ata realmente es lo que ocurre a sus espaldas y en sus sentimientos: un traicionero y fogoso estímulo de los centros instintivos, que produce un flujo de energía hacia la valoración de todo lo material e inmediato, en detrimento de otras áreas de la experiencia, otras motivaciones, y otras acciones.

El sexo mecánico, la repetición de estructuras familiares o relaciones enfermas, la droga no por experiencia ó búsqueda sino por vicio, la embriaguez sin alegría sino embrutecedora, el miedo aberrante al cambio, la violencia hacia lo indefenso y lo dependiente de uno, son características del Diablo.
Todas las compulsiones imaginables, su reino.

En el resto del mazo del tarot, aparece constantemente la estrella de cinco puntas (pentáculo), pero con una punta hacia arriba, simbolizando el cuerpo humano guiado por el intelecto.

En esta carta, la cara del macho cabrío (símbolo de potencia sexual, pero transformado en algo monstruoso por su cuerpo parodialmente antropoide) se superpone con el pentáculo invertido, con dos puntas hacia arriba y una hacia abajo, indicando la prevalencia de los instintos y la animalidad por sobre el intelecto.

La carne animada por sobre el ánima encarnada.

Por más que esto tienda a sonar deseable para alguna gente, en realidad una integración armoniosa implica el diálogo entre las partes y la cesión del control a la parte con más recursos: el instinto sabe qué es lo esencial, el intelecto sabe conseguirlo de la mejor manera posible. El instinto sin intelecto no puede ver más allá de lo obvio, y cae en trampas sencillas o en la repetición de lo heredado, el intelecto sin instinto pierde de vista lo básico.

Hay otras cartas que indican dominio de una persona sobre otras.

Esa no es una característica de esta carta así que, de ser posible, es deseable en la idea de prisión mantener presente esto de la permanente posibilidad de simplemente irse: si la prisión son las pautas circulares y compulsivas de conducta, en definitiva, no es nada más que aquello que uno hace.
Por elección o no, pero sólo lo que uno hace.

Pueden entonces ser palabras clave para la interpretación de la carta: tabu - animalidad del cuerpo, no aceptada (ya sea en conflicto o en olvido) – represión – sustitución – vicio – poder – repetición














Baphomet, mucho en común, bastante más copado.

jueves, 23 de septiembre de 2010

La rosca y el techo

Me tiro en la colchoneta, hago mis ejercicios de digitación, sueño un guión.
Miro el techo.
Me pregunto por las consecuencias inesperadas de publicar mi historia familiar en internet. Desde frases de Paulo Cohelo hasta reapariciones imposibles.
Una parte se pone seria y dice "¿qué esperabas, chabón!? lo pusiste en internet!".
Otra parte hace pucherito con el pie y dice "...pero si a mi no me lee nadie...".

Me pregunto sobre ser cuestionado por cosas que para mí son historia vieja, de dos años atrás. Me pregunto sobre el estancamiento creativo en la autobiografía.
¿Catarsis? ¿ejercicio? ¿vicio?.

Me pregunto... hubo un compromiso implícito que hice conmigo mismo, no lo dije nunca en voz alta. Quiero narrar una historia, una muy precisa. Infierno y cielo, en ese orden: el descubrimiento de estar rodeado de barro y el camino hasta la salvedad.

Y quiero que sea verdad.

Pero hay tanto que hacer...
Enredé algunas cosas, perdí otras. Y las que sé que estoy haciendo bien son lentas...

Parte del compromiso implícito era no mentir jamás, o al menos, desnudarme lo más posible. Hay algo de experimento humano en todo esto. Me considero un documento de no estoy seguro qué. Pero creo sinceramente que va a servir para algo. Para alguien. Para alguna cosa.

Hago mis ejercicios de digitación, miro la pared sin ventanas del lugar donde vivo.

La parte del final feliz llega, muy lenta, soterradamente.
Cada tanto es un vuelco brutal, en algún área. Un repentino golpe de muñeca que abre un camino vivencial totalmente nuevo: nuevas acciones, nuevas actitudes, nuevas preocupaciones.
El resto del tiempo parece que no pasara nada, mientras los enanos trabajan bajo tierra, montando la maquinaria, el robot gigante que de repente opera la revolución.

El compromiso es claro, inquebrantable: mi autobiografía, o más precisamente el ciclo que inicia con la locura de mi padre, tiene final feliz.
El presente está muy bueno ciertamente.
Faltan algunos pasos.

Muejejejeee

Nueva aparición en La Danza...




Nótese como:
a)- la ausencia y la distancia aumentan las proporciones: en la fiestarot posta no tocó Terranova. Bien bueno hubiera estado.
b)- el personaje desesperado por droga... no soy yo!!

Mil gracias Fede, también por el maquillaje.

La rosa y el lecho - VIII

Por esa época me empecé a re encontrar con Celeste, de quien escribiera "Skinny". El regalo que le diera su madre para su cumpleaños número veintiuno fue la confesión de que su ex marido, el padre de Celeste, había violado a Celeste repetidas veces durante toda su infancia hasta abandonar la familia, tras lo cual ella, la madre de Celeste, había insistido en que "retomaran contacto" y, pese a que Celeste no quería ir y volvía siempre vomitando, la mandaba todos los fines de semana a la casa del padre.

Esta información me hizo entender porqué me sentía atraído por Cel, y porqué no debíamos coger nunca.
Pero hay tantas cosas más fuertes que uno.
Le pedí que me acompañara a un hospital donde daban una serie de talleres, con la esperanza de que ella también se enganchara, pero ni los talleres existían ni ella quería más terapia que la que venía haciendo.

Encontré la Fundación Argentina Contra la Violencia Familiar, dirigida por ahora no recuerdo quien y me da paja buscarlo.
Me atendió una señora mayor llamada Zelmira Ardiles, muy amable ella.
No tenía buena escucha, habló casi toda la duración de las dos sesiones que tomé, pero me dió información estadística muy útil.

Que una proporción brutal de los casos de abuso sexual se dan dentro de las familias, a veces por un familiar directo, a veces por un amigo cercano a la familia. Que ocurren siempre en familias que no consideran la contención de los niños prioridad. Que suele haber antecedentes familiares. Que por eso se las denomina familias "endogámicas".

Que el abuso siempre ocurre en un contexto de abandono, por lo cual excepto en casos muy puntuales la terapia casi no toca el aspecto del hecho concreto, sino todas las deformaciones que un crecimiento en soledad produce en la socialización.

Que las consecuencias del abuso en si son regulares: hipersexualidad, sexualización de todos los vínculos, incapacidad de forjar vínculos desde lo afectivo emocional, confusión entre el afecto, el interés y la sexualidad, tendencia a objetivar a los otros (resultado de la falta de estimulación social cruzada con el haber sido objetos sexuales) con los consiguientes problemas en todos los órdenes de relaciones.

Que muy comúnmente el abusador es el único que muestra alguna clase de interés hacia la víctima, que muy comúnmente la culpa o la estrategia lo llevan a compensar o sobornar a la víctima con regalos. Que muy comúnmente hacen una especie de pacto de silencio mentiroso, en el cual el abusador "promete no decir nada" para que los padres o responsables "no se enojen" con la víctima, que regularmente las víctimas creen haber sido los seductores y por lo tanto culpables del abuso.

Que cuando el varón de una familia endogámica madura, "empieza a probar" con las hermanas.

Que el pacto espúreo entre victimario y víctima no es el único: que todas las familias endogámicas mantienen secreto sobre su historia, que presentan un frente común hacia fuera y hacia dentro, que cuando la víctima denuncia el abuso regularmente se la hace callar pretendiendo que dice tonterías de niño, y si no es un niño o no se calla, se lo expulsa de la familia acusado de locura.

Que TODOS los miembros de una familia endogámica se alinean automáticamente, desprestigiando a la víctima, que por eso la confrontación es el último paso que se recomienda en la institución, porque si bien es, decía Zelmira "el único movimiento terapéuticamente válido", también es "el momento en que la víctima es re-victimizada por toda la familia", y regularmente el momento en que la víctima pierde del todo a esta familia. "Que mejor perdidos que encontrados, siempre", opina Zelmira, "pero no deja de ser una nueva pérdida con el consiguiente dolor".

En dos sesiones sentí que había recibido todo lo que Zelmira me podía dar: información que corroboraba punto por punto en qué cosas había tenido suerte, y en qué cosas mi caso era sólo una estadística más.
Probablemente, si Luci no hubera querido tanto a mi madre, no habría contado ante sus hijos los episodios referentes a Alfredo, y ellos no hubieran tenido pie para tomar postura propia frente a las acusaciones del resto de la familia, y ni queriendo podrían haberme tomado en serio.

Recordé un episodio muy confuso acerca de la casa donde hoy día vive Felisa: en cierto momento, Alicia nos dice que tenía demasiado dinero guardado, que quería invertirlo en una propiedad, pero que no quería pagar más impuestos por propiedades.

Alicia y Alfredo siempre fueron los económicamente fuertes de la familia, consiguiendo a Luci ocasionalmente, y a mi madre con regularidad, trabajos y changas. Felisa, de hecho, vivió parte de mi infancia del dinero que le mandaba Alfredo desde Estados Unidos a cambio de trabajos vagos como "cambiarle divisas". A la luz de lo que me contara Zelmira, ahora entendía porqué Felisa actuaba como si ese tipo de cosas, que otros hacen como un trámite de favor, era un trabajo que mereciera ser remunerado.

Alicia nos propone a Felisa, Javier y a mi, poco después de 2001, comprar una casa que quede a nombre nuestro. El dinero sería una especie de préstamo familiar, que iríamos devolviendo con el tiempo, cuando nuestras respectivas carreras comenzaran a funcionar.
Yo tomé ese préstamo como una carga a futuro, Javier me dijo claramente que lo consideraba un préstamo para no devolver jamás.

Al segundo año de vivir en esa casa, Felisa aparece diciendo que en una charla telefónica con Alfredo, éste había dicho la frase clave "ese dinero que te regalé".

Era una práctica común, también, en la familia, pedir dinero a Alfredo. Y era convención aceptada, que fuera quien fuera que se lo pidiera, Alfredo se lo daba, pero no directamente: se lo mandaba a Alicia. Alfredo nunca decía cuánto dinero había mandado, Alicia nunca contaba cuánto había recibido, y Luci o Felisa se conformaban con tomar lo que Alicia les re distribuyera.

Me llamó la atención semejante pacto extraño, hasta recordar escalofriado la frase de Zelmira "cuando el varón de una familia endogámica madura, "empieza a probar" con las hermanas". Los pactos de silencio. La verguenza de quienes se sienten socialmente inútiles.
El pacto económico entre Alicia y Alfredo me pareció una consecuencia natural de un pasado incestuoso compartido y consentido, y probablemente olvidado del todo a pura fuerza de voluntad.

Felisa insiste en que Alfredo "se dió cuenta de que había cometido un error" y "quiso arreglarlo" diciendo "yo no le expliqué bien a Alicia para quién era ese dinero...".
Sobre esta base, Felisa mantuvo una pelea a muerte con Alicia durante dos años, hasta que la enfermedad de Nacho las reunió.

Mientras, tampoco logro olvidar lo de que "la culpa o la estrategia llevan al abusador a compensar o sobornar a la víctima con regalos".


Fin.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - VII

Aparentemente, la idea original había sido de mi medio hermano Javier que, como estaría de viaje para la fecha del día de la madre, propuso a Felisa juntarse antes para festejarlo.
A lo cual Felisa dijera "bueno, pero invitémosla a Alicia, que está re triste". Y ya que iban a estar las dos juntas, sólo faltaría Lucila.
Cómo no invitarla.
Pero ya que iban a estar las tres hermanas y Javier, porqué no invitar además a los primos, para no tenerlo a Javier solo como único representante de la siguiente generación.

Así que un día José levanta el teléfono y escucha a Felisa decirle que Javier los invitaba a él y Dani a festejar el día de la madre por adelantado.
Se lo transmitió a Daniel, se tomaron unos minutos y, ya que supuestamente Javier los invitaba, lo llamaron directamente.
José charla un poco con él y le pregunta "che... ¿la idea de esta reunión cual es?¿juntarnos y hablar todos de lo que pasa con Roge, no?".
A lo que Javier, que tampoco come vidrio, reconoció "si, es una locura, juntémonos nosotros antes".

Se juntaron los tres primos, y de la charla que se dió ahí, José y Daniel quedaron excusados de asistir al festejo adelantado del dia de la madre.

Llegó el día en que nos juntamos a charlar, Dani y yo. Dani es, aunque suene extraño viniendo de mi, un tipo raro.
Algunas cosas suyas son recurrentes de mi familia, paterna y materna: una gran capacidad intelectual abstracta, y poquísimo contacto con la realidad.
Me sorprendió que, pese a propiciar el encuentro, me dijera que "le resultaba difícil creerme sin pruebas". Traté de hacerle entender que a los nueve años uno no entiende mucho de nada, y que no se me ocurrió redactar una confesión y pedirle a Alicia que la firme.
Al rato me cuenta la reunión con mi hermano, no recuerdo si él me sugiere o yo le pregunto, pero la parecía buena idea que me juntara con Javier a charlar. Lo veía muy dispuesto y con ganas, dijo.

Me pareció totalmente contrario a lo que conozco y sé de mi hermano, así que al poco tiempo le pregunté a José su opinión al respecto.
Tomó aire y dijo
"No". "No me parece buena idea".
"Como estudia biología nos explicó una teoría acerca de las sinapsis que explica que tu recuerdo es falso por ser recuperado bajo hipnosis".
Empecé a protestar que Javier ni siquiera sabe qué tipo de terapia hago, y José me interrumpió "no me expliques nada, lo que dice hace agua por todos lados, no tiene consistencia y no necesito saber de hipnosis ni de biología para darme cuenta: simplemente, no quiere saberlo".

Me urgió, pero poco, saber: "qué opina de lo de Alfredo y Felisa?"
"Le pregunté, pero me dijo que no había juntado coraje de preguntarle a Felisa".
Eso sí, condice con lo que sé de mi hermano.

A los pocos días, José me llama al trabajo: "Roge, no te quiero alarmar, pero están pasando algunas cosas feas, y me parece que tenés que estar al tanto".
"Llamaron Felisa y Alicia a casa, para pedirle a mi vieja que no te contara lo de Alfredo y Felisa, hace unos días".
"Mi vieja les dijo que ya te lo había contado, así que dos días después llamó Felisa para decir que ella lo iba a negar".
"Solamente te quería avisar que si te tratan de hacer pasar por loco, o algo así, acá en casa ya lo charlamos, y estamos con vos".

Después me enteraría que, excepto la reacción de Luci, José y Daniel, todo esto es de manual.

Un día nos sentamos con Raúl, mi tio político, ex de Alicia, padre de Nacho y Alejo. No nos veíamos desde la muerte de Nacho.
Charlamos un rato largo, me invitó la cena.
Que un familiar mayor que yo me invitara, ocupara el rol de mayor y de modo generoso, fue una experiencia nueva y agradable.

Insistió mucho en que "institucionalizara el asunto". Por un lado por la contención que una institución especializada puede proveer.
Por otro, parecía temer, mucho, futuras represalias de Alicia, y me convenía que el asunto estuviera asentado en algún lado.
Insinuó incluso palizas por matones pagos.
Me pareció mucho, pero me dejó dudando.

Alicia terapeuta se había alegrado mucho de que yo encarara a mi tia, y bastante menos de que la escrachara en el edificio.
Ya todo el asunto de los correos intrafamiliares le parecía algo quizás necesario para mi, para terminar yo de entender que no había nada que hacer con esta familia, pero en sí mismo intrascendente.

"Estás pidiéndoles que reconozcan que fueron malos con vos, pero no lo van a reconocer. Es como si les pidieras que fueran otras personas que quienes son". "Y además, vos no necesitás que ellos te reconozcan nada".

Tardé un poco más de otro año en ver las cosas a su manera.

Si le pareció interesante, en cambio, la idea de "institucionalizar el asunto". "Es simbólicamente apropiada" me dijo.

La detesté un rato, como siempre, y empecé a buscar una institución adecuada.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - VI

Felisa tenía la costumbre de explotar, en todo. A veces en violencia conmigo, a veces en indignación contra terceros, a veces descorriendo fugazmente velos sobre lo peor de su pasado, tirando acusaciones únicas y efímeras contra su entorno.
Una por ejemplo, había sido una acusación genérica hacia sus hermanos de, cuando se aburrían en su infancia en San Pedro, jugar con ella al submarino. "Sus hermanos" difícilmente incluyera a Luci, que por mi padre sabía que era prácticamente quien la criara. Quedaban Alicia y Alfredo. Además, en todos mis recuerdos de infancia no figuraba ninguna acción violenta de Lucila, y si varias de Alicia y Alfredo.
Felisa dijo esto una vez y, aprovechando haberme dejado congelado, cambió de tema y no volvió a decir nada jamás.
De esas, había un par, así que mi siguiente pregunta a Lucila fue acerca de la violencia entre hermanos en la infancia.

"Si, la vieja nos fajaba fuerte, a veces...".
"Si, pero te pregunté entre hermanos, Luci".
"Ah, si, claro, si... la vieja nos fajaba, me acuerdo una vez...".
"Luci! entre hermanos: entre Alfredo, Alicia, vos y Felisa".

A la tercera reaccionó, o aceptó, y contó alguna que otra anécdota sobre la crueldad física de Alicia, y finalmente la que me interesaba.
Mi padre conoció a mi madre con trece años de edad: ella 16, el 29.
Mi padre siempre fue un pelotudo.
Así que un día, para mostrarle a su nueva familia política que él no era una especie de pervertido que se estaba comiendo a la nena, no tuvo mejor idea que contarle a Lucila lo que Felisa le había confiado a él: que Alfredo la abusó durante su infancia.

La versión que Luci me contara a mi fue cotejada después con la que le contara a José y Daniel: había algunos diferencias de matiz, como que a mi me diera a entender que esto había pasado una sola vez, mientras que a ellos les agregó la frase "hasta que Felisa fue lo bastante grande para frenarlo".

Los detalles no pudieron ser esclarecidos, y en el esfuerzo de preguntar si había habido o no penetración, se me escapó preguntar otra cosa, bastante interesante también.
José me dijo que a él le cayó la ficha de este olvido también cerca de una semana después.

"Cuando Rogelio (padre) le contó esto... ¿ella qué hizo!!??"
No le preguntamos nunca, pero parece que nada.

En ese momento, igualmente, la ficha no nos caería porque todavía estábamos pendientes de otra cosa: Lucila nos cuenta, de motu propio, que esta acusación volvió a escucharse casi treinta años después, por segunda vez.
Ella no estaba presente, creo que Alicia se lo contaría: estaban Alicia y Felisa charlando de algo, cuando sale el tema del abuso infantil, y Felisa explota "como hizo el pelotudo de Alfredo conmigo!".
Parece que Alicia exclamó horrorizada "pero Felisa, esto que estás diciendo es muy grave, tenemos que hablar con Alfredo!", a lo cual Felisa respondiera algo asi como que ya a esta altura, para qué.
Me resultaba totalmente coherente, todo.

Lucila contaría algunas cosas más, de las que ya sabía: que Felisa fue abandonada por su padre antes de cumplir dos años, que la madre le echaría la culpa de eso desde que aprendiera a hablar, que la mandaría con los abuelos paternos como se devuelve un paquete no deseado, que Lucila casi se muere de la depresión que le produjera esto, que Alicia era asmática desde chiquita pero en la casa no se usaban medicamentos por idea religiosa de la madre así que los ataques de asma le duraban toda la noche... la colección de fotos de la familia. Y su idea de que, como no era algo grato para contar, mejor no contarlo jamás.

Ahora sé por experiencia que lo que no se sabe, pesa más que lo que sí se sabe. Mucho más.

Agotados, terminamos la charla por ese día. Luego tuvimos un poco más José y yo por nuestra cuenta.
Daniel no estaba presente ese día, pero me estaba buscando activamente.
Es el menor de la familia, y fue el que más se resintió de este episodio. Es el día de hoy que solapadamente, reclama a su madre que corte relaciones con Alicia y Felisa a raíz de lo que voy a contar en un rato.

Mientras, un día, José me cuenta que se estaba gestando una reunion familiar, adelantando el día de la madre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - V

Le dije del correo que iba a mandar, me preguntó porqué, le dije que porque esto había sido un secreto demasiado tiempo, y no quería más que fuera algo entre Alicia y yo, y dado que ella no estaba cooperando, iba a gritarlo desde los techos si hiciera falta.

Dijo "a veces, gritar algo desde los techos es una manera de no decir nada".

No respondí, me pareció una pelotudez propia de alguien tan cagado en los pantalones que trata de torcer la realidad con frases ingeniosas, infructuosamente pero sin hacerse cargo tampoco.
Lo seguía entendiendo, pero ya no lo podía respetar más.
Coincidimos en que había mucho cariño mutuo, y que veríamos cómo estos hechos afectaban la relación, porque era inevitable que la afectaran, y nos despedimos.

Dos días después, llegó a todos mis parientes sanguíneos y políticos, excepto mi padre, muerto unos meses atrás, una carta titulada "cosas que quiero compartir con mi familia", donde detallaba todo lo ya contado. También pedía ayuda para superar la situación, porque no consideraba que correspondiera, siendo una crisis familiar, que lo hiciera yo solo.

Las consecuencias fueron varias. La primera, una serie de intercambios epistolares abiertos entre Alicia tia y yo, donde ella planteaba encontrarse con Alicia terapeuta y yo malentendía que quería hacer terapia familiar, hasta que entendí que no, que solamente quería ir con una amiga suya a verla, para hacer uso de "su derecho a defenderse". También decía que yo le debía disculpas por esta situación, dando a entender que una vez que las pidiera, podría volver al seno de la familia.
Finalmente, el mismo día que tocaba Dave Matthews en Obras, entendí que esperar algo de ella era perder el tiempo y la mandé al re contra carajo, siempre con copia a toda la familia. Todo el intercambio había llevado un par de semanas.
Llegué casi cuarenta minutos tarde a Dave Matthews, pero justo a tiempo para escuchar "Two Steps".
Fue una noche maravillosa.

Otra consecuencia fue la reaparición de mi tio político, ex esposo de Alicia, padre de Ignacio, diciendo "no entiendo nada y esto duele mucho, pero aca estoy".
Un caballero.

Apenas mandado el primer correo, vuelvo a casa de José.
Me cuenta que cuando me fui el día anterior, apenas se le pasó el pasmo de lo que le había contado, la frase "mirada vidriosa" le recordó una anécdota propia con Alicia.
"Nunca llegó a tanto, así que no la tenía muy presente, pero tampoco la olvidé".
"Yo tenía también, unos ocho años, salí del colegio y fui con Alejo a su casa, el tendría unos diez. Estábamos jugando en el living, cuando entra Alicia en tetas y bombacha, se para enfrente nuestro y nos suelta un discurso larguísimo acerca de que no hagamos ruido".
"Tenía la mirada como vidriosa y perdida, y yo estaba totalmente impactado, por esa mirada por un lado, y por ver a mi tia semidesnuda en el living enfrente nuestro y hablando como si nada. Yo lo miraba a Alejo y él no sabía dónde meterse de la verguenza".
"Nunca me olvidé, porque me resultó muy impactante, y cuando crecí me dí cuenta de que esa era la famosa mirada de borrachos y drogados".

Entre idas y vueltas del resto de mi vida, vuelvo a lo de José por tercera vez, y esta vez me abre la puerta Lucila.
Inmediata, frontalmente, me pregunta "¿querés charlar?".
"Dale".

Empecé por preguntarle qué pensaba de mi acusación.
"No sexualmente, pero es cierto que en algunas cosas Alicia se abusa, si".
Me pareció una frase extraña, apropiada más para hablar de alguien que manguea favores que de lo que estábamos hablando.

Le agradecí mucho el espacio, la franqueza y la oportunidad.

Y me tiré a la pileta con algunas cuentas pendientes que traía.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Estoy muy cansado de la autobiografía.
Pensaba que postear cosas escritas hace dos años iba a ser un ahorro de energía que me permitiría mantener un posteo regular con mínimo esfuerzo, pero en vez de eso resulta una especie de ancla.
Ya está escrito, pero revisarlo al subirlo sigue siendo una forma de repasar cosas que ya no son vigentes.

Y me vuelvo cada vez más supersticioso, más temeroso del poder de la palabra... lo que me hace sentirme más inclinado a escribir sobre un futuro brillante que sobre un pasado olvidable.
Pero eso produce un pudor aún más intenso, que ya no puedo obviar.

Y la ficción! que ganas de volver a la ficción!
Que ganas de hacer otra cosa...

La rosa y el lecho - IV

Mientras, me junté con mi primo José.

Hijo de Lucila, también tia, hermana de Alicia, la siguiente en edad, José es la persona de mi familia materna con la que mas relación tuve en toda mi vida. Incluso más que con mi medio hermano Javier.

Vive en una habitación hecha de una esquina medianera y dos paredes de madera en la terraza de la casa de su madre. Entre las tablas de las paredes se filtra la luz, pero la computadora, el monitor, el aire acondicionado, su batería, todo es último modelo o lo bastante adelantado a su época como para no necesitar serlo para funcionar al máximo de eficacia.

Le conté todo, desde las visualizaciones hasta el encuentro con nuestra tia.
Me escuchó hasta el final, apenas pestañeó.

Se tomó un segundo y dijo, despacio "no es que me quiera hacer el superado, y no me esperaba para nada esto que me acabás de contar, pero la verdad es que no me sorprende... yo sabía... yo sabía que había algo así en esta familia".

Charlamos un poco más de lo que sabíamos. Ya durante el tiempo de vida final de Nacho habíamos reflotado el tema de que el pasado de nuestra familia materna era un enigma, que no se hablaba nunca nada, ni siquiera ante preguntas directas. Que a veces, con inmensa insistencia, de su hermano menor Daniel sobre todo, habían conseguido juntar algunos datos escasos. Me enteré que mi madre y todos mis tios habían vivido un tiempo en Vicente López, y una conexión inexplicable entre el tio Alfredo, residente desde hacía muchos años en el extranjero, y mi madre me hizo decir en voz alta... "para mi que Alfredo se cogio a Felisa".
"¿Porqué?" preguntó José.
"Ni idea, pero de repente me parece re probable".

Llegó el lunes, me levanté muy temprano, como para llegar al trabajo antes que los demás compañeros.
De camino compré una resma de papel A4.

Me senté en una computadora con impresora, puse la letra "arial" en tamaño setenta y dos, y escribí, en mayúsculas y con alineación al centro "Alicia XXX, del piso 12 "A" es una abusadora sexual de menores".
Lo imprimí y borré el archivo de la máquina, para que no lo leyera nadie por accidente.
De accidentes, nada.
Y después le saqué ciento cincuenta copias en la fotocopiadora de la oficina de administración.

Todo el mundo entra tarde, a esa oficina.

Pasé el resto del día desempeñando mis funciones normales en el trabajo, me llevé los afiches en la mochila, pasé por casa a dejar lo que me sobrara, y encaré mi demostración tangible de haber librado una lucha.

Seguía sin tener llave de la casa de Alicia tia, pero tenía una especie de sentimiento mesiánico - del cual luego aprendí a desconfiar, también - que me hacía decirme "si consigo entrar al edificio es que tengo que hacerlo, y sino no".
Llegué, hice señas al portero de que me abriera, hice algún chiste al pasar, tomé el ascensor hasta el piso 12.
Me bajé como para ir a lo de mi tia y subí los pisos restantes por escalera.
Y empecé a repartir los volantes con la leyenda "Alicia Saab, abusadora sexual de menores", por debajo de todas las puertas, piso por piso.

Llegué a planta baja, me acerqué al portero, le dije "parece que no está, ¿me abrís de vuelta?", y me fui.

Extrañamente, la sensación de triunfo fue esta vez mucho menor.

Pero en esa época aún desconfiaba mucho de mí mismo, y necesitaba demostrarme que estaba haciendo verdaderamente todo lo necesario para defenderme, que estaba tomando partido a favor de mi mismo, contra quien fuera.

El plan de recuperar la confianza en mí tenía aún un par de puntos más. No estaba seguro de hasta dónde llegaría con todo ello, pero el siguiente paso requería hablar primero con el hijo superviviente de Alicia, Alejo.
Estaba preparando un correo para hacer circular entre toda la familia y allegados, en el cual contaba los últimos hechos.

Principalmente por consideración al hecho de que era su hijo, no quería que Alejo se enterara de esa manera, prefiriendo contárselo primero en persona.
Me llevó casi una semana, pero finalmente conseguí encontrarnos en una actividad política que él estaba desarrollando en ese momento. La idea era muy interesante, atractiva, pero ya sabía que no podría participar.
Esperé hasta que todo el mundo se fuera, lo acompañé en parte del camino a otro lugar a donde él tenía que ir, le expresé urgente necesidad de tener una charla privada con él.

"Si es por lo de mi vieja, ya me contó", me ataja.
"Aja. ¿qué te contó?"
"Que fuiste a su casa, le dijiste que recuperaste un recuerdo de ella violándote, y que el lunes le llenaste la el edificio de volantes".
"Ajá".
"En realidad me llamó el mismo viernes, toda angustiada, me dijo todo lo que había pasado y que no sabía que pensar, porque- y la citó - "Roge me dijo que yo tenía la mirada vidriosa y yo no me acuerdo de nada, no estoy segura y no sé qué pensar"
"¿Y vos qué pensás?", le pregunto.
Se toma una pausa y dice "... opino que tengo un primo que está convencido de lo que dice, pero que no puedo saber, y que no es asunto mío. No quiero que me metan en lo que no es asunto mío".

Nos tomamos un minuto en la esquina.

Lo entendía profundamente, pero igual pensaba que su actitud era una mierda.

Pero lo entendía profundamente.

martes, 7 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - III

Lo cierto.

Durante cinco semanas más, en cada sesión de las subsiguientes continué viendo diferentes formas de bocas, agujeros y vórtices dentados.
Un viernes, finalmente, Alicia terapeuta se rindió a la evidencia y dijo "parece que vas a tener que confrontar, va a ser la única manera de que se te vaya el miedo".
Fue como si mi cuerpo hubiera recibido una orden. Le dije "si, parece que si" y me levanté, agotado pero fuerte. Nos despedimos hasta la próxima sesión y fuí a casa a dejar la bici. No suelo preocuparme por manejar bici en el tránsito, pero esta vez sabía que iba a volver conmovido, fuera cual fuera el resultado, y tuve algo de aprensión.
Dejé la bici y tomé el subterráneo desde mi pensión hasta Once.

En todo el camino iba pensando qué decir, cómo decirlo.
Me preguntaba si no estaría equivocado, como me lo había preguntado durante cinco semanas.
Pero una sensación casi nunca sentida me decía que estaba haciendo lo correcto.
Y la verdad es que no podía seguir viviendo con la duda.

Al llegar a lo de Alicia tia, alguien me abrió la puerta, no recuerdo quien, tal vez el portero. Me conoce de muchos años, ya.
Así que me presenté directo en su puerta.
"Roge! qué sorpresa".
"Tenemos que hablar algo muy serio"
"¿Tan serio que no me podés dar ni un beso?"
"Si".
Como para besos estaba.

Nos sentamos y busqué un segundo las palabras. Salieron rápido.
"Hace cinco semanas, encontré en terapia un recuerdo muy fuerte. Un recuerdo que te incluye".
"Yo tenía alrededor de ocho años, menos de diez. Estábamos solos."
"Tenías la mirada vidriosa y perdida, no sé porqué. Me llevaste a la cama, me desnudaste y tuviste un orgasmo frotándote conmigo".

Esperé que hiciera alguna pregunta, pero lo que llegó fue una acusación de locura, seguida de "andate ahora mismo, en esta casa no hay espacio para locos".
Llegué hasta la puerta y antes de irme me surgió decir "considerá que si así termina nuestra relación, es por tu voluntad, y que fuiste la primer persona con que hablé esto".
"Nunca tuve tiempo para la locura", fue su respuesta.

Aproveché que estaba a diez cuadras de casa de Felisa para hacer el combo completo.
Toqué timbre, me dijo que estaba enferma, que entrara.
"No vine con la llave, y no quiero quedarme más de un minuto: bajá".
Apareció, presa de alguna de sus constantes gripes y neumonías de fumadora empedernida, el plexo hecho un agujero como siempre, una mano colgando como si quisiera agarrarse de algo que colgara a su costado, mi madre.
Carne de mi carne.
Abrió la puerta y entré al pasillo.
No le di mucho tiempo a hablar, le pregunte directamente si había hablado con su hermana Alicia. No.
"Porque vengo de decirle que ahora me acuerdo de cuando ella me cogió: yo tenía nueve años... y tu hermana... me cogió".
Vi en su cara una especie extraña, precisa, de dolor: el de la persona tan acostumbrada a ciertos sufrimientos que ya no quiere acordarse de que a otros también les pasa, no le importa, no quiere saberlo. Fue casi imperceptible: en realidad, casi no parecía haber escuchado.
"Y esta noche cierro todas las cuentas: la de ella es esa, la tuya es que nunca me quisiste, me abandonaste cada vez que se te ocurrió, y me cagaste todo lo que pudiste".
No recuerdo ya bien, pero creo que no intentó decir nada.
Salí del pasillo a la calle, doblé la esquina, entré al subterráneo.

Todo el camino de vuelta me sentí extraño, como si hubiera ganado una batalla que no estaba seguro de haber librado.
Me faltaba alguna clase de demostración tangible, pero supe rápidamente cómo conseguirla.
Tendría que esperar hasta el lunes.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Reina de Copas - Mercedes Bralo




































Características Generales de los Arcanos Menores, Cartas Reales

Terminado el ciclo de los números, del uno al nueve con la coda del diez, aparecen las figuras humanas, que se usan para representar dos cosas: personas concretas, y estados menos abstractos y al mismo tiempo más integrales de cada principio.

Las cartas reales todas son un intermedio entre el carácter abstracto y general de los palos y los arquetipos mucho más concretos de los Arcanos Mayores.
 Siguen representando primordialmente las características del palo y elemento, pero ya no en un ciclo, sino en una forma de usar las herramientas de cada palo: adolescente, adulta o madura, y masculina (extravertida) o femenina (introvertida).

El aspecto de personas concretas será poco desarrollado en este libro, alcance con señalar que son las cartas que más sirven, por su carácter complejo e integral, para indicar la actitud general del consultante respecto de la consulta, o la influencia externa a la que esté resultando sensible.

En el aspecto de ser "indicadores de estados menos abstractos y más integrales de cada principio", el principal orden es por edad o estado madurativo, y el segundo por características sexuadas.

Las sotas y caballos indican la pubertad y juventud temprana de una persona, o el estado de una cuestión, respecto del principio representado.

Las reinas y reyes, en cambio, son la cúspide de la evolución en lo madurativo, y muestran diferencias en la acción caracterizadas de manera sexual: el total de las habilidades y el mejor manejo posible de las energías de cada palo, ejercido de manera masculina o femenina.

Cada edad tiene sus propias características: la adolescencia implica el descubrimiento y la torpeza, la adultez representa la capacidad plena de acción, con tendencia o debilidad por el exceso, y la madurez la fuerza reflexiva y el conocimiento.

En principio, las sotas están, "por debajo" de las demás figuras, los caballos "por encima" de ellas y "por debajo" de reinas y reyes, quienes están por encima de todas las demás figuras, a la vez que a la par entre ellos, pero no de manera simétrica o intercambiable, dado que los roles complementarios sexuales no son simétricos.


La sexualidad dentro del mazo


Inmediatamente después de la característica “ser humano”, vienen las características “sexo y género”, en ese orden.
De ahí la importancia de los conceptos femenino y masculino para la actividad psíquica de concebir y entender el mundo: el sexo es un hecho físico, orgánico, de crucial importancia y como tal es una matriz conceptual inescapable, el género es la manera de interpretar el hecho inapelable del sexo.
Todo lo que se pueda pensar usa como referente el eje masculino / femenino.
Todo.

Es importante señalar que lo “femenino” y “masculino” en tarot, designa formas de acción: básicamente, lo femenino trabaja hacia dentro de la persona y lo masculino hacia fuera.
Lo femenino es la acción interna de introyección e introspección, lo masculino es la proyección e irradiación.
Dice Crowley que “los hombres son estrellas que se construyen desde el centro hacia la periferia y las mujeres son estrellas que se construyen desde la periferia hacia el centro”, para agregar alguna imagen poética al concepto.

Las formas de acción a su vez influyen en los campos posibles de acción, cuya división mínima es el campo de lo físico, el de lo instintivo, lo psíquico, lo emocional y lo intelectual

La diferenciación entre cada campo de acción es engorrosa, excede lo que vamos a tratar ahora, y se detalla en el resto del libro.

Alcance con decir que, en cada campo de acción se puede actuar de manera masculina, proyectiva e impositiva, o de manera femenina, introyectiva y receptiva.

Los roles masculinos tienen que ver con la proyección en el sentido de extroyección, con la fuerza y la potencia explosiva (lo masculino es en este sentido particularmente afín al elemento fuego), con el intelecto, con la restricción, con el dar, imponer, cortar, analizar, el salir-a-buscar, el proveer, el sembrar y todas las metáforas posibles de penetración e inseminación, y fuerza centrífuga.

Lo femenino tiene que ver en cambio con la introyección, lo receptivo, la resistencia a largos esfuerzos, el contacto con el propio sentir (lo femenino es afín en este y otros sentidos al elemento agua), con la contención y el recibir, amoldarse, integrar, fusionar, cocinar, elaborar en lo oculto, la administración de lo interno, el esperar-a-que-llegue, el atraer, el nutrir, hacer crecer y todas las metáforas posibles de la receptividad vaginal, ovular y uterina, el amamantamiento y las fuerza centrípeta.

Resumiendo: lo “masculino” y “femenino” son espacios fundamentales del individuo genérico, que se llenan de contenido con las experiencias propias de la vida concreta de cada persona, marcando ambos la manera de actuar en las diferentes áreas de la vida, de manera simultánea, aunque cada campo de acción tiene sus afinidades propias con un modo de acción u otro.

La sensibilidad emocional, por ejemplo, tiene más afinidad con lo interno/femenino que con lo externo/masculino. La acción política tiene más afinidad con lo externo/masculino que viceversa.
“Sentir” es, entonces, en tarot, una acción de carácter femenino, y “debatir” es una acción de carácter masculino, aunque ambas puedan ser realizadas indistintamente por hombres y mujeres.

Lógicamente, los ejemplos con que se llenan estos espacios de contenido se toman de lo inmediato: padre y madre en primer lugar, bastante más abajo el resto de las personas circundantes y a mucha distancia ejemplos más incorpóreos como personajes de películas o libros.
Por esto se llama a los modelos masculinos y femeninos básicos del tarot el “padre” y la “madre”, y cuando salen el Emperador y la Emperatriz (Arcanos Mayores números Tres y Cuatro), se los toma como referencias directas al padre o madre del consultante, o a sus modelos internos respecto de lo masculino y lo femenino.
Porque hacen alusión al área instintiva/física de cada forma de acción, son el padre y la madre “terrenales”: son el cuerpo mismo, así como Sacerdotisa y Sacerdote son el espíritu mismo.
Más adelante ampliamos detalles sobre los conceptos de cuerpo, alma y espíritu.

La práctica en el uso de estas divisiones muestra que no son complementarios simétricos opuestos, o sea, iguales pero invertidos, sino dos categorías absolutamente distintas, pero complementarias.
Un hombre no es una mujer sin mamas, ni una mujer es un hombre sin pene. No son seres iguales con “algo de más, o de menos”, sino seres distintos.

Finalmente, conviene señalar por primera vez que la característica asimétrica del eje “sexualidad” tiene como consecuencia que la combinatoria de atributos no produzca un panteón equilibrado, donde cada figura tenga obligatoriamente su contraparte.

Reinas y Reyes

Las reinas y reyes, en cambio, son la cúspide de la evolución: el total de las habilidades y el mejor manejo posible de las energías de cada palo. Así, el Rey de Espadas representa la razón y autoridad por excelencia, mientras que el Rey de Copas representa el contacto y equilibrio emocional.
Esto no significa que sean integralmente hábiles: para lograr un individuo psíquicamente equilibrado, cada Rey debe coordinar la administración de su reino con los otros y con las Reinas.
No hay diferencia de jerarquía o habilidad entre unas y otros: la diferencia esta en el campo y modo de acción.
Como comentáramos arriba, los Reyes representan la manera masculina, extrovertida de ejercer el pleno dominio de la energía de un palo y las Reinas la femenina, introvertida.

Sus tareas se dividen de la piel del individuo hacia fuera y de la piel hacia dentro.

Los reyes comparten con terceros como fuentes, por así decir, y las reinas como lagos.
La Reina de Copas, por ejemplo, se ocupa de contemplar y ordenar las emociones propias de la persona, y el Rey de Copas de expresar estas emociones hacia fuera, y ordenar con habilidad el entorno para que las alimente positivamente.
Las reinas se encargan de mantener el equilibrio interno del sistema, y los reyes de regular el intercambio entre persona y medio para mantener este equilibrio.
Las reinas se ocupan de recibir los estímulos del mundo y elaborarlos, los reyes de ejercer la respuesta.
Hay palos que son por definición más afines a lo masculino que a lo femenino y viceversa, y esto produce algunas asimetrías en el reparto final (que proponemos en este libro) de atribuciones a cada figura.

Características Generales de los Arcanos Menores, los Palos

Cada palo del tarot representa varias cosas al mismo tiempo: una manera específica de moverse de la energía psíquica, por lo tanto una función psíquica específica, por lo tanto el tipo de situaciones donde esa energía se activa, y un elemento (agua, fuego, aire o tierra) que metaforiza con su comportamiento, el del tipo de energía.
Son un aspecto de la actividad humana, artificialmente abstraído con el fin práctico de convertirlos en elementos de análisis durante la lectura de cartas.
Uno solo de ellos, el de los Oros, se refiere a las concreciones materiales.
Los otros tres se refieren a diferentes momentos del movimiento psíquico del individuo en cualquier acción dada: el desear o necesitar, el sentir o imaginar, y el pensar y actuar que llevan a concretar.
Cada palo está referido a un elemento que representa las características de esa fase del proceso.
Así, la acción y el pensamiento intelectual y analítico están representados por las espadas y el elemento viento, el sentir y el pensamiento imaginativo están representados por el agua, y el deseo y los instintos están representados por los bastos y el fuego.
Es importante la referencia al elemento, porque es donde están metaforizadas las características cruciales de cada fase: cualquier acción se inicia primero por una necesidad que se experimenta desde lo instintivo como urgencia. Urgencia de alimentarse, de huir, de procrear, defecar, atacar, de acercarse o alejarse de algo.

En las siguientes fases, esta urgencia cobra forma sensible (en la fase de las copas y el agua) y se define la imagen precisa hacia la que tiende el impulso, para que luego el pensamiento y la acción (fase de las espadas, el viento) le den forma material (fase de los oros, la tierra).

Palo de las Copas

 Las copas son el elemento agua: la emoción, el sentimiento, la intuición, el inconciente y lo que surge de él y por tanto la imaginación soñadora - creativa: aquella parte de la mente que crea y "ve" imágenes internamente.

En el cuerpo, se ubica el tipo de sensaciones asociadas a estas funciones en el área entre el corazón y el plexo, por delante, y entre los omóplatos y sobre los riñones, por detrás.
Por su cualidad emocional y acuática, está asociado a los chakras o centros energéticos del pecho y plexo, vinculados a las emociones y sentimientos, respectivamente, desde los cuales uno se relaciona con el mundo en esos niveles.
Si estos espacios están cerrados, uno puede no proyectar, no “decir” al mundo nada en ese nivel, o puede no percibir, no “escuchar” al mundo en ese nivel. Estas cosas tienden a pasar de a una, aunque también pueden ocurrir juntas (no escuchar y no decir).

La característica principal del agua es fluir, tanto dentro de uno como de un estado a otro, y de una persona a otra.
Cuando esta fluidez se corta en el primer lugar (dentro de uno) uno empieza a tener “agujeros” o a quedarse estancado en ciertos estados emocionales.
Cuando se corta en el espacio intermedio entre uno y lo demás, uno deja de encontrar eco en el mundo, en el plano emocional, y la sensación de plenitud se convierte en sensación de presión interna, si la propia emoción no sale, o de alternativos vacíos y semi llenos, si la emoción ajena no puede entrar para realimentar la propia.

Cuando todo fluye plenamente, como el en As de Copas, la emoción propia de cada vivencia (pero más específicamente de vivencias trascendentes para uno, como las vocacionales o las “importantes” - por decir algo: la paternidad, las pérdidas grandes, etc) se difunde por todo el ser y, de plexo a plexo, de persona a persona, se contagia.
La alegría que uno siente al ver la sonrisa de un amigo, surge de este ida y vuelta: SU alegría se convierte en la mía, y la mía en suya.

Dado que la energía emocional “se comporta como el agua”, su característica es tanto la de fluir como la de no poder mantener forma por sí misma: por eso necesita de recipientes o límites que la contengan, como las copas.
De no haber contención, la emoción permanentemente desbordante, desbordada, se manifiesta como estallidos de furia, de llanto, enamoramientos instantáneos constantes, depresiones inmediatas e inexplicables, dependencias varias de personas, de vicios, de conductas que actúan, en la medida de lo que pueden, como recarga de la emoción perdida en el desborde y/o como contención.

Por eso, todas las cartas del palo de las copas incluyen rios, lagos o copas, según el total del concepto que se quiera indicar en cada carta. La función de las copas es siempre contener el agua, por lo que se refieren a los sentimientos de una persona específica, mientras que los ríos o estanques se refieren más al fluir de la vida, incontenido, o al inconciente colectivo, que no necesita una contención equiparable en términos humanos.

Las funciones de las copas son la de interactuar con el resto de los palos, definiendo la imagen precisa del estímulo que haya despertado al instinto y refinando la aproximación a la respuesta de ser necesario, y la de vehiculizar, sostener y ser la substancia misma de todos los procesos comunicativos entre un ser humano y cualquier otro ser viviente.
Son la comunicación interna de uno consigo mismo, y la externa, de uno con el resto del mundo, a través del sentir, el saber por percibir.

La Reina de Copas

En esta carta hay una doble aparición del concepto de contención: la de todo el palo de las copas, de contener el agua, y la de todas las figuras femeninas, de contención física - emocional, tanto en su rol físico de amantes como en todas las asociaciones posibles maternidad - contención.
La contención de la Reina de Copas, además de todo esto, es muy difícil de concebir si no se experimentó porque es la única contención que puede ser absolutamente plena como tal y sin embargo permanecer totalmente libre de toda posibilidad de convertirse en restricción, retención u opresión. No tiene doble filo: si una persona goza de ser contenida por una Reina de Copas, la sensación que experimenta es (literal y no metafóricamente), la de apoyarse en nubes en las que se diluye su angustia. Pero esto ocurre principalmente con una Emperatriz, que contiene a la Reina de Copas, porque las Reinas raramente se ocupan de contener a otros.
Su función real es la de ser la parte de cada uno que provee el equilibrio interno de los sentimientos.
Este equilibrio es un equilibrio puramente de copas. No es el orden del intelecto desenmarañando los sentimientos, cosa que sería una intrusión de las Espadas en el reino de las Copas y que corresponde sólo en casos de reconstrucción profunda, y en cantidades mínimas a comparación de lo que se piensa habitualmente, dado que la respuesta común, y el consejo voluntarista más escuchado es "tenés que pensar tal o cual cosa", "no tenés que sentir tal cosa por esta razón, y esto es otra cosa.
Las fuerzas que ordenan y contienen los sentimientos pertenecen al mismo reino y tipo, son la misma clase de movimiento de que están hechas las emociones y la Reina de Copas las mueve, no exactamente por voluntad, ya que cumple una función, pero si a través de su atención.
Cuando este lado de cada uno, o una persona bien nutrida y equipada de recursos en lo sentimental lleva su conciencia hacia el curso de sus sentimientos, este focalizar la atención activa espontáneamente los recursos psíquicos adecuados, y produce una tendencia al orden.
La Reina de Copas no opina, no juzga: simplemente mira, se "queda con" y en este mirar y acompañar, en este estar cerca, su presencia sola contiene, y lentamente clarifica y ordena.
No dá órdenes, tampoco. La organización que produce su mirada es como el crecer de una planta: un desarrollo amable, silencioso y misterioso hacia lo más sano y adecuado, dentro de lo posible.
Muchas veces, este camino al orden incluye un período de reacomodamiento doloroso. Reconocer un período de dolor "adecuado y necesario" de uno de dolor dañino, improductivo o no vinculado a la resolución de problemas concretos, es su tarea y habilidad.
Generalmente, la persona que transita esta carta se caracteriza por el constante contacto, la inmersión de la conciencia en lo emocional.
Cuanto más libre esté la actividad de esta carta de la de otras (la turbulencia demandante de los Bastos, el juicio impositivo de las Espadas) más tranquila, sólida y rápidamente hará su trabajo, trayendo orden y paz a la copa, o pudiendo extraer los elementos depurados para pasar tareas concretas a los otros palos (por ejemplo, la imagen del deseo que las espadas tendrán que encargarse de conseguir, o la información de la satisfacción de la pulsión).
Podrían ser, entonces, palabras clave para la interpretación de esta carta: madurez - plenitud - administración interna - equilibrio emocional - silencio - introspección emocional - amabilidad - agua

jueves, 2 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - II - Addenda

Meuge está a pleno y lastima.

















Esto es de esto.
Ya le dije que, hasta que no empiece a escribir cosas más alegres para que ella dibuje algo bonito, dejo de mirar lo que ilustra y lo subo a ojos cerrados.

esto es mejor que ser estrella de rock and roll!!

Nueva entrega de la historieta que me tiene de personaje de reparto.





Sospecho que con esto se acabó, es todo amigos, viviré algunos años como Adam West, firmando autógrafos y comiendo sanguchitos en convenciones. Pero valió la pena!! Gracias Fede!!