ES IMPORTANTE SABER

jueves, 16 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - V

Le dije del correo que iba a mandar, me preguntó porqué, le dije que porque esto había sido un secreto demasiado tiempo, y no quería más que fuera algo entre Alicia y yo, y dado que ella no estaba cooperando, iba a gritarlo desde los techos si hiciera falta.

Dijo "a veces, gritar algo desde los techos es una manera de no decir nada".

No respondí, me pareció una pelotudez propia de alguien tan cagado en los pantalones que trata de torcer la realidad con frases ingeniosas, infructuosamente pero sin hacerse cargo tampoco.
Lo seguía entendiendo, pero ya no lo podía respetar más.
Coincidimos en que había mucho cariño mutuo, y que veríamos cómo estos hechos afectaban la relación, porque era inevitable que la afectaran, y nos despedimos.

Dos días después, llegó a todos mis parientes sanguíneos y políticos, excepto mi padre, muerto unos meses atrás, una carta titulada "cosas que quiero compartir con mi familia", donde detallaba todo lo ya contado. También pedía ayuda para superar la situación, porque no consideraba que correspondiera, siendo una crisis familiar, que lo hiciera yo solo.

Las consecuencias fueron varias. La primera, una serie de intercambios epistolares abiertos entre Alicia tia y yo, donde ella planteaba encontrarse con Alicia terapeuta y yo malentendía que quería hacer terapia familiar, hasta que entendí que no, que solamente quería ir con una amiga suya a verla, para hacer uso de "su derecho a defenderse". También decía que yo le debía disculpas por esta situación, dando a entender que una vez que las pidiera, podría volver al seno de la familia.
Finalmente, el mismo día que tocaba Dave Matthews en Obras, entendí que esperar algo de ella era perder el tiempo y la mandé al re contra carajo, siempre con copia a toda la familia. Todo el intercambio había llevado un par de semanas.
Llegué casi cuarenta minutos tarde a Dave Matthews, pero justo a tiempo para escuchar "Two Steps".
Fue una noche maravillosa.

Otra consecuencia fue la reaparición de mi tio político, ex esposo de Alicia, padre de Ignacio, diciendo "no entiendo nada y esto duele mucho, pero aca estoy".
Un caballero.

Apenas mandado el primer correo, vuelvo a casa de José.
Me cuenta que cuando me fui el día anterior, apenas se le pasó el pasmo de lo que le había contado, la frase "mirada vidriosa" le recordó una anécdota propia con Alicia.
"Nunca llegó a tanto, así que no la tenía muy presente, pero tampoco la olvidé".
"Yo tenía también, unos ocho años, salí del colegio y fui con Alejo a su casa, el tendría unos diez. Estábamos jugando en el living, cuando entra Alicia en tetas y bombacha, se para enfrente nuestro y nos suelta un discurso larguísimo acerca de que no hagamos ruido".
"Tenía la mirada como vidriosa y perdida, y yo estaba totalmente impactado, por esa mirada por un lado, y por ver a mi tia semidesnuda en el living enfrente nuestro y hablando como si nada. Yo lo miraba a Alejo y él no sabía dónde meterse de la verguenza".
"Nunca me olvidé, porque me resultó muy impactante, y cuando crecí me dí cuenta de que esa era la famosa mirada de borrachos y drogados".

Entre idas y vueltas del resto de mi vida, vuelvo a lo de José por tercera vez, y esta vez me abre la puerta Lucila.
Inmediata, frontalmente, me pregunta "¿querés charlar?".
"Dale".

Empecé por preguntarle qué pensaba de mi acusación.
"No sexualmente, pero es cierto que en algunas cosas Alicia se abusa, si".
Me pareció una frase extraña, apropiada más para hablar de alguien que manguea favores que de lo que estábamos hablando.

Le agradecí mucho el espacio, la franqueza y la oportunidad.

Y me tiré a la pileta con algunas cuentas pendientes que traía.

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