ES IMPORTANTE SABER

martes, 26 de octubre de 2010

La llamada de lo pánico - III

El símbolo usado (creo que se había repetido de sesión en sesión, pero no estoy seguro) era uno muy similar al de los cristianos originales, una especie de pescado en posición vertical.Su título en la baraja de Alicia es “conflicto entre lo material y lo espiritual”. Que, sorprendentemente, Alicia me dijera que le sale mucho en su propio trabajo sobre ella.

Ni imagino cómo trabajará sobre ella, aunque sé que a veces pide ayuda a aquellos pacientes dados de alta que se hayan autodesarrollado como terapeutas, que parecen ser un porcentaje importante (que se yo, un 5, 10 por ciento, por decir algo, que es una barbaridad - ¿cuántos pacientes de un dentista se vuelven dentistas?).


Durante esa semana, experimento aún más rechazo a consultar los oráculos, al mismo tiempo que, ante las pocas consultas que hago, encuentro respuestas inusualmente satisfactorias, pese a lo insospechable o incomprensible. Incluso sin entenderlas muchas veces, me producen un estado interno de reposo y satisfacción serena, en parte por una resignación nueva a los tiempos y exigencias de la vida, creo yo.

Creo que los oráculos me hablan mucho de eso, ahora.

También por las preguntas que hago ahora.


Sobre lo que más consulté, fue sobre mi trabajo actual.

No encontré el momento de contarlo, pero mi trabajo actual es una de las acciones e innovaciones importantes de este año. Estoy, en términos generales, muy contento con el cambio y con el lugar en sí.

Sin embargo, atravieso momentos de stress y angustia que recién ahora empiezo a comprender.

Mi jefe usa un concepto, cuando expresa cosas que le conviene que pasen, política o técnicamente, que es el de “apropiación”. Si uno de sus superiores o subordinados se “apropia” de los proyectos que él plantea, eso le conviene enormemente.

Yo experimenté durante algunos meses una apropiación de algunos aspectos del trabajo, que me reconectaron con las pocas veces que logré dar rienda suelta a proyectos enteramente propios.


Tiendo a estar en esos momentos en todos lados alrededor del trabajo, por encima y por debajo y por delante y por detrás, motorizando y previendo y definiendo, etc., etc.


Sin embargo, hace ya un par de meses largos que en mi trabajo tiendo a vivir sobresaltos muy angustiantes cuando descubro que dormí sobre algo que ahora me viene a buscar, o agobios muy intensos cuando me doy cuenta de que tengo que correr y hacer cosas de último momento por cuestiones políticas que, en el fondo, considero despreciables.


Interrogarme sobre porqué duermo con cosas necesarias, porqué me sorprenden elementos que ya conozco o debiera conocer del trabajo, porqué me preocupan actividades que en realidad ya debería manejar con una mano, me lleva a evaluar todo, y llegar a la conclusión inevitable: si está todo bien con mi jefe, está todo bien con mis compañeros y lugar de trabajo, está todo bien con el trabajo en sí, que me parece algo noble y digno de ser hecho, y ni así logro apropiármelo, hacerlo mío... es porque no es lo mío.


Una parte de pereza y otra de inseguridad se turnan para lastrar el darme cuenta de que tengo que volver a saltar al vacío. Me recuerdo que en sesión ya experimenté el salto al vacío como algo mucho menos importante de lo que parece: tengo razones para pensar que lo que considero un abismo se revela apenas un peldaño, una vez dado el salto.


Peeeroo....


Empiezo a considerar y consultar seriamente la posibilidad de renuncia, y a medida que los oráculos van confirmando que lo más seguro es que antes de fin de año ya no esté más en este trabajo, empiezo a sentir vértigo. Sobre todo porque me dejan muy claro que parte del asunto depende de que yo active, mientras simultáneamente me dejan también muy en claro que no voy a tener ni la más mínima facultad cognitiva para saber o ver hacia dónde tengo que ir: ni inteligencia, ni intuición.

No se me ocurre salto de fe más puro, ni más aterrador.

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