ES IMPORTANTE SABER

martes, 5 de octubre de 2010

La rosa y el lecho - Epílogo - IV

Consulté I Ching nuevamente. “¿Hice lo que tenía que hacer o faltó algo?”.
La respuesta fue “El estancamiento” tercera mutante, “Ellos sobrellevan la verguenza”. Una de las más breves del Libro y, desusadamente, todos los exégetas coinciden en que se refiere estrictamente a terceros, en vez a alguno de los oscuros diálogos internos que el libro insiste en reflejar.
Me pareció apropiado a la frase “estás en evidencia”, pero no me terminó de tranquilizar sobre mis acciones.
Igual lo dejé ahí, sin consultar más.
Llegué muy tarde al trabajo, mi jefe me lo indicó de buen humor al final del dia, le dije que era totalmente conciente y que no volveria a ocurrir. Creo que hasta se sorprendió un poco de que me lo tomara tan en serio.
No me gusta faltar tantas horas como tuve que faltar con lo de Felisa. Pero no podía haber esperado otro día.

Llegó el día siguiente, habia arreglado con Karin visitarla en Bella Vista, hacía meses que no sabíamos nada uno de otro. Cuando me llega un mensaje de texto de Felisa. Me sentia como si hubieran pasado semanas desde mi última charla con ella, tuve que recapacitar que había sido el día anterior inmediato. “Ayer!”.

El mensaje decía “fijate si podés arreglar una entrevista para los dos con tu terapeuta. Para el martes sería buenísimo”.

Traté de tomarlo con pinzas, pensando en primer lugar que era un intento de negociación. Pero me trajo un recuerdo. Respondí el mensaje diciendo “veo que puedo hacer”, y re busqué otro mensaje, de otra persona, que me había llegado en la semana y había descartado. Le pido información de horarios y dirección.

Llegué a casa de Karin diciendo “capaz que me voy en media hora”.

Charlamos, le cuento todo, me autocritico por seguir esperando que mi vieja reaccione bien.
Karin me baja como solamente un amigo puede: “más vale que vas a esperar eso! Es tu vieja!”
Contrasto mentalmente la blandura y dureza aparente de Karyn y Alicia, contrasto las respuestas. Alicia, una ancianita de voz suave y generosidad comprobadamente inacabable, espera sin dudar que corte ese lazo. No necesariamente la relación con Felisa, pero sí mi espera interna hacia ella. Karyn, durísima siempre, me sorprende esta vez con sus palabras.

“Uno siempre espera que los padres lo quieran. Y vos tenés que hacerte cargo de eso, asi como le dijiste todo lo demás a tu vieja, también tenés que decirle ´espero que me quieras, me va a hacer mucho bien el día que me quieras. Y el día que me quieras bien”.
Me emocionó, me clarificó.

Al rato me responden el mensaje de texto que había mandado de camino, y llamo a Felisa: “mi terapeuta trabaja de un modo demasiado individual, es inadaptable a lo grupal. Te puedo concertar una cita, incluso si querés entre los tres, pero no sería más que para que la conozcas y eventualmente empieces un tratamiento con ella vos; no nos va a servir para trabajar todos juntos”.

“Pero hoy, en dos horas, hay un taller de constelaciones familiares”.

Negocio casi sin querer, pero confío en esto: sé que de cualquier modo salgo ganando y digo “no hace falta que vos trabajes, pero si estás presente mientras yo constelo... creo que sería muy productivo”.
Acepta.

Charlo un poco más con Karyn , le agradezco, encaro otra hora y media de viaje de vuelta.
Llegando me llega otro mensaje de texto “estoy en un taxi, a quince minutos”. Estábamos totalmente en horario, pero me gusta que esté pendiente de decirlo. Respondo que estamos en la misma situación.
Pero yo llego antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario