ES IMPORTANTE SABER

sábado, 20 de noviembre de 2010

La llamada de lo pánico - fin

Ese día, supongo, escuché el llamado de la sombra, el pánico de la hiperrealidad, el presente absoluto sin matices emocionales.
Esta vez, sin embargo, es más blando.
Soy Pan, pero una variante mía propia, el Pan que me cuadra.
Uno blando.

Trato de hacer cosas de fauno estereotípico, y no me salen. Intento sonar la flauta, y me parece un instrumento soso. Aparecen alrededor mío cascadas, frutos y mujeres, y el fauno que soy se enoja.
Nada de eso es lo mío, supongo.
Empiezo a correr internándome en la selva, y se repite una visión que tuviera años atrás: la cámara se levanta, enfoca una panorámica, y veo que estoy corriendo a ciegas entre las plantas hacia un precipicio que me va a obligar a frenar.
Ese no es el camino, por ahí no hay camino.

Lo tomamos como una señal de que es suficiente por el día de hoy, y salgo del trance.

Charlamos un poco con Alicia. Cuando coincidimos en la descripción de las sensaciones del encuentro con la sombra y ella se muestra muy contenta de que yo hubiera distinguido el miedo junto con la falta de hostilidad y la atracción (“sentimientos encontrados o desencontrados”, dice,”como prefieras”), timidamente le cuento, porque me pareció necesario que lo supiera, que la sensación de atracción hacia la cabra fue tan intensa que casi me hizo temer la zoofilia.
Ahí se entusiasma más.

“Mejor, mejor”, dice.

No sé porqué me sigo dejando engañar por su apariencia de ancianita: es una persona a la que le parece bien que me coja una cabra.

Y sin embargo, me resulta también claro que, si la sombra es la mitad de las cosas que pienso que es, una aproximación desde la líbido amorosa más plena, es lo mejor que puede ocurrir.

Si es la mitad de lo que pienso que es.












fin

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