ES IMPORTANTE SABER

martes, 7 de diciembre de 2010

Núcleo - II

La siguiente frase, más o menos articulada, fue: “quiero poder para resolver mis problemas, poder cortar los nudos presentes y cambiar de etapa”.
“Y eso me da miedo: no poder, y poder también”.
Me quedo callado.
Al rato, Alicia pregunta “¿Y ahora?”

Había aparecido la imagen de mi madre, la cara convertida en un puchero de mucho sufrimiento.
Llevaba una estatua de aproximadamente cuarenta centímetros, claramente muy pesada, aunque no podía ver la forma. Parecía algo arrodillado, como la momia del Cerro Colorado, o algunos demonios dibujados por Carl Barks. Claramente quería que lo tomara, era para mí, era lo que tenía para darme, pero no conseguía entender si era un don o una maldición. Lo pesado del paquete me hacía incluso sospechar que no era para mi sino que simplemente se lo quería sacar de encima.

Mientras lo comento en voz alta a Alicia, aparece detrás de toda la escena la cara de un demonio chino. La figura de mi madre se aproxima a mi vista y se funde con su propia sombra: detrás, lejos, aparece una geisha llevando un cántaro blanco de barro.
Es claro que es para mí. Todavía desconfío, pero estiro los brazos para tomarlo.
Cada imagen aparece cortada, paralizada: cuando veo a la geisha con el jarro sé que es para mi, pero no lo tomo. Cuando estiro los brazos para tomarlo, también se congela todo. Finalmente, aparece la imagen donde tengo el cántaro en las manos. El gesto de mi cara indica algo entre la perplejidad y la ignorancia.

Aparecen muchas geishas detrás, como si fueran parte del tapizado, parte intrínseca del escenario, y al mismo tiempo como si me siguieran. Recuerdo 23, cinco.
El cántaro en mis manos es cada vez más blanco, hay un dragón chino ocupando el espacio de la cara del demonio anterior, y simultáneamente volando alrededor de mi cuerpo, con el hocico tocando el cántaro, que se transforma en una bola de luz blanca.

Sé que lo puedo ver afuera y volando, pero está adentro de la bola, es la bola o parte de ella al menos.

Mi yo de sueños sigue proyectándome la sensación de que no entiende nada, Alicia me dice que está bien, que no es necesario que yo entienda nada.

Empiezo a sentir que me filtro hacia dentro de la bola de luz, empezando por los genitales.
Al mismo tiempo, la cabeza de colores del dragón que se veía como fondo de la escena se transformó en una especie de vórtice, en el cual se derrama la luz de la esfera.
La esfera fluye en el vórtice y yo en ella, cada vez más. Me doy cuenta de que lo resisto, me pido a mí mismo aflojarme y permitir que ocurra, y de repente se da.
Como el sonido repentino que se escucha cuando el agua termina de escurrir por el lavadero, del mismo modo, me escurro empezando por los genitales dentro del vórtice de colores.
Hay un momento de vértigo, otro de susto, y ya acabó todo.
Estoy del otro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario