ES IMPORTANTE SABER

sábado, 27 de febrero de 2010

Caballero de Espadas - Nahuel Amaya

Nahuel es uno de esos tipos que llevan tan bien sus cosas, que hasta es aburrido hacerle una lectura de cartas:
"Está bien... eso que pensás... es cierto... esas dudas que tenés... son correctas... lo que estás haciendo, es lo que corresponde..."

En fin... siempre sabe lo que se puede saber y hace lo que se debe hacer, así que sus lecturas carecen de todo tipo de dramatismo..

No obstante lo cual, evidentemente, entiende lo que es el énfasis desaforado.




































Estos son los textos que sirven de base a la lectura de esta carta:



Características Generales de los Arcanos Menores, Cartas Reales

Terminado el ciclo de los números, del uno al nueve con la coda del diez, aparecen las figuras humanas, que se usan para representar dos cosas: personas concretas, y estados menos abstractos y al mismo tiempo más integrales de cada principio.

Las cartas reales todas son un intermedio entre el carácter abstracto y general de los palos y los arquetipos mucho más concretos de los Arcanos Mayores.
Siguen representando primordialmente las características del palo y elemento, pero ya no en un ciclo, sino en una forma de usar las herramientas de cada palo: adolescente, adulta o madura, y masculina (extravertida) o femenina (introvertida).

El aspecto de personas concretas será poco desarrollado en este libro, alcance con señalar que son las cartas que más sirven, por su carácter complejo e integral, para indicar la actitud general del consultante respecto de la consulta, o la influencia externa a la que esté resultando sensible.

En el aspecto de ser "indicadores de estados menos abstractos y más integrales de cada principio", el principal orden es por edad o estado madurativo, y el segundo por características sexuadas.

Las sotas y caballos indican la pubertad y juventud temprana de una persona, o el estado de una cuestión, respecto del principio representado.

Las reinas y reyes, en cambio, son la cúspide de la evolución en lo madurativo, y muestran diferencias en la acción caracterizadas de manera sexual: el total de las habilidades y el mejor manejo posible de las energías de cada palo, ejercido de manera masculina o femenina.

Cada edad tiene sus propias características: la adolescencia implica el descubrimiento y la torpeza, la adultez representa la capacidad plena de acción, con tendencia o debilidad por el exceso, y la madurez la fuerza reflexiva y el conocimiento.

En principio, las sotas están, "por debajo" de las demás figuras, los caballos "por encima" de ellas y "por debajo" de reinas y reyes, quienes están por encima de todas las demás figuras, a la vez que a la par entre ellos, pero no de manera simétrica o intercambiable, dado que los roles complementarios sexuales no son simétricos.


La sexualidad dentro del mazo


Inmediatamente después de la característica “ser humano”, vienen las características “sexo y género”, en ese orden.
De ahí la importancia de los conceptos femenino y masculino para la actividad psíquica de concebir y entender el mundo: el sexo es un hecho físico, orgánico, de crucial importancia y como tal es una matriz conceptual inescapable, el género es la manera de interpretar el hecho inapelable del sexo.
Todo lo que se pueda pensar usa como referente el eje masculino / femenino.
Todo.

Es importante señalar que lo “femenino” y “masculino” en tarot, designa formas de acción: básicamente, lo femenino trabaja hacia dentro de la persona y lo masculino hacia fuera.
Lo femenino es la acción interna de introyección e introspección, lo masculino es la proyección e irradiación.
Dice Crowley que “los hombres son estrellas que se construyen desde el centro hacia la periferia y las mujeres son estrellas que se construyen desde la periferia hacia el centro”, para agregar alguna imagen poética al concepto.

Las formas de acción a su vez influyen en los campos posibles de acción, cuya división mínima es el campo de lo físico, el de lo instintivo, lo psíquico, lo emocional y lo intelectual

La diferenciación entre cada campo de acción es engorrosa, excede lo que vamos a tratar ahora, y se detalla en el resto del libro.

Alcance con decir que, en cada campo de acción se puede actuar de manera masculina, proyectiva e impositiva, o de manera femenina, introyectiva y receptiva.

Los roles masculinos tienen que ver con la proyección en el sentido de extroyección, con la fuerza y la potencia explosiva (lo masculino es en este sentido particularmente afín al elemento fuego), con el intelecto, con la restricción, con el dar, imponer, cortar, analizar, el salir-a-buscar, el proveer, el sembrar y todas las metáforas posibles de penetración e inseminación, y fuerza centrífuga.

Lo femenino tiene que ver en cambio con la introyección, lo receptivo, la resistencia a largos esfuerzos, el contacto con el propio sentir (lo femenino es afín en este y otros sentidos al elemento agua), con la contención y el recibir, amoldarse, integrar, fusionar, cocinar, elaborar en lo oculto, la administración de lo interno, el esperar-a-que-llegue, el atraer, el nutrir, hacer crecer y todas las metáforas posibles de la receptividad vaginal, ovular y uterina, el amamantamiento y las fuerza centrípeta.

Resumiendo: lo “masculino” y “femenino” son espacios fundamentales del individuo genérico, que se llenan de contenido con las experiencias propias de la vida concreta de cada persona, marcando ambos la manera de actuar en las diferentes áreas de la vida, de manera simultánea, aunque cada campo de acción tiene sus afinidades propias con un modo de acción u otro.

La sensibilidad emocional, por ejemplo, tiene más afinidad con lo interno/femenino que con lo externo/masculino. La acción política tiene más afinidad con lo externo/masculino que viceversa.
“Sentir” es, entonces, en tarot, una acción de carácter femenino, y “debatir” es una acción de carácter masculino, aunque ambas puedan ser realizadas indistintamente por hombres y mujeres.

Lógicamente, los ejemplos con que se llenan estos espacios de contenido se toman de lo inmediato: padre y madre en primer lugar, bastante más abajo el resto de las personas circundantes y a mucha distancia ejemplos más incorpóreos como personajes de películas o libros.
Por esto se llama a los modelos masculinos y femeninos básicos del tarot el “padre” y la “madre”, y cuando salen el Emperador y la Emperatriz (Arcanos Mayores números Tres y Cuatro), se los toma como referencias directas al padre o madre del consultante, o a sus modelos internos respecto de lo masculino y lo femenino.
Porque hacen alusión al área instintiva/física de cada forma de acción, son el padre y la madre “terrenales”: son el cuerpo mismo, así como Sacerdotisa y Sacerdote son el espíritu mismo.
Más adelante ampliamos detalles sobre los conceptos de cuerpo, alma y espíritu.

La práctica en el uso de estas divisiones muestra que no son complementarios simétricos opuestos, o sea, iguales pero invertidos, sino dos categorías absolutamente distintas, pero complementarias.
Un hombre no es una mujer sin mamas, ni una mujer es un hombre sin pene. No son seres iguales con “algo de más, o de menos”, sino seres distintos.

Finalmente, conviene señalar por primera vez que la característica asimétrica del eje “sexualidad” tiene como consecuencia que la combinatoria de atributos no produzca un panteón equilibrado, donde cada figura tenga obligatoriamente su contraparte.


Caballeros

Las características de los caballos son la impetuosidad, la fuerza y la poca reflexión y sabiduría.
No tienen ya el devaneo de la adolescencia entre el saber y el no saber, el conocerse y el no conocerse, entre la adultez y la niñez: son plenamente hombres, saben quiénes son y lo que quieren y arden en deseos de conseguirlo, cada uno lo suyo y a su manera.

Son, de las figuras, las primeras que tienen el poder para enfrentar la experiencia y soportar las consecuencias. La voluntad y el poder de buscar la cuota de experiencias que le toca a cada uno se expresa en el caballo que los transporta y brinda fuerzas, y la capacidad para enfrentar luchas e incluso derrotas se expresa en su armadura.
Los caballeros también están emparentados con El Carro.
El paso del caballo y el talante general de cada caballero depende de la manera en que se mueva cada palo: las espadas son vertiginosas y combativas, los oros, casi estáticos y serviciales.

Los caballos son, al mismo tiempo, los aventureros que vagan por el mundo buscando su vida, y los mensajeros entre reinos y personas

Que no sean "plenamente reflexivos" no significa que no lo sean en absoluto: todos los caballeros poseen conocimiento y capacidad para la acción, y poseer capacidad para la acción implica también el poder darse las pausas para saber qué hacer en cada caso, qué acción es la indicada.
Son, por dar un ejemplo, el carpintero que tiene veinte años de oficio.

Cuando tenga cuarenta, será sabio. Pero esa diferencia entre capacidad y sabiduría no disminuye su eficacia en el presente desempeño de su oficio.
La diferencia fundamental entre caballeros y reyes es el momento del tránsito en que se encuentran: unos necesitan (y desean) hacer y hacer, y los otros ya saben que han hecho todo lo posible y necesario, y meditan de otra manera su participación en cualquier acción.

Lo que cambia radicalmente según el palo es el tipo de acciones, la categoría de acciones en las que cada uno prefiere involucrarse.
El caballero de espadas, por ejemplo, tiene marcada inclinación por las acciones de lucha, mientras que el caballero de oros prefiere las acciones de servicio.
Los caballeros representan ese estadio del aprendizaje de cualquier cosa que es el tránsito por el estudio, con capacidad plena de acción.
Es el ejercer esta acción lo que los lleva eventualmente a adquirir el total de la sabiduría alcanzable sobre su palo y ser reinas y reyes.


Palo de las Espadas

Las Espadas todas significan el conflicto, la acción operativa y, de las funciones intelectuales, la analítica: representan el pensamiento que se pone en marcha para resolver problemas mediante el recurso de aislar segmentos de la realidad para usarlos de “ladrillos” y construir una respuesta.
Su elemento representativo es el aire y el viento, por eso regularmente se ilustra las cartas con espadas con cielos abiertos y nubes más o menos oscuras, y referencias a la tempestad y el movimiento.
Generalmente no son cartas que contengan referencias a las emociones. Cuando lo hacen, el espectro de emociones reflejadas son la soberbia, la victoria o derrota, la angustia y el agobio, con sus diferentes matices y causas.

Las Espadas representan el pensamiento racional y analítico, no el creativo que acepta, aglutina y asocia cosas sino el destructivo que divide a las cosas en sus partes componentes, el que define los límites entre una y otra cosa, el que discrimina, legisla y juzga.
Representan también la palabra, en su aspecto más impositivo: la palabra que define, que afirma sin preguntar, la sentencia del juicio.

Es el tipo de pensamientos que se despierta regularmente cuando hay problemas que resolver, por esto representan también el conflicto.
La manera en que se mueve la energía psíquica en este tipo de situaciones es ágil y poderosa, pero con tendencia a volverse vertiginosa y caótica. Por su misma velocidad, y por el hecho de ser un tipo de energía asociada a la acción, pero principalmente al pensamiento, es que sus efectos en pequeña medida pueden ser totalmente benéficos, y en gran medida van de absolutamente inocuos (puro aspaviento, idas y vueltas que no concretan nada, etc), hasta muy, muy dañinos para la persona, por la cantidad de energía que le puede insumir esta ida y vuelta vertiginosa y estéril.

Por todo esto, el elemento que representa las espadas es el Aire, se suelen usar en las cartas nubes y pájaros como manera de indicar la presencia de aire y viento, dependiendo de la cantidad, posición alta o baja, densidad y movimiento de nubes y pájaros el que indique un estado mental sereno y organizado o caótico y agitado.
Es por estar asociadas al pensamiento analítico, que las espadas representan también la palabra.
Son el saber y el actuar por pensar.

Lamentablemente, también representan la capacidad de razonar y argumentar en abstracto, cosa no siempre productiva (porque ninguna acción legítima surge sólo del pensamiento, sino del deseo o necesidad primera, del sentir adecuado de este deseo y recien ahi, de la argumentación y pensamiento enpro de la acción) y tienen mucha tendencia a actuar de manera no coordinada e incluso impositiva sobre los demás palos.

El Caballero de Espadas

El caballo de Espadas, en particular, es el más inclinado a la acción de todos, desea y se sumerje en la lucha, el debate, se revuelca en pro y en contra, agita cielo y tierra con su acción constante y fervorosa.
De la misma manera conquista grandes reinos como los pierde por salir corriendo a hacer otra cosa antes de terminar la primera, de la misma forma aregla las cosas como se apresura y equivoca.
Si se calma y serena, su acción es impecable. Si se deja llevar por su naturaleza impetuosa de elemento viento, se mete en empresas que no le corresponden, genera peleas donde no las hay, y toda su acción no pasa de ser un montón de gritos y aspavientos.

Su tendencia autoritaria supera su frialdad racional, y su racionalismo supera a su vez a sus consideraciones sensibles, su fuerza se dispara permanentemente en un intento de transformación del mundo basado sólo en ideas y palabras, independientemente de imágenes más refinadas o con un fundamento en otros reinos.

Son palabras clave para la representación de la carta, entonces: fuerza - ímpetu - conflicto - acción - aire - viento.


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Reflexión final, despertada por la entrega de la carta:

mirando original y versión, noto de repente que el caballo de la carta original tiene expresión de miedo, cosa que no tiene el de la versión, y mira al caballero con el rabillo del ojo.
Es una indicación que no dí, no se me había ocurrido, y de repente entiendo algo: el caballo de la carta original no confía en su jinete.
Lo sabe desenfrenado, de poco contacto con el instinto que él (el caballo) posee, y entiende que probablemente los esté llevando a la muerte por puro ímpetu y deseo de imponer una fuerza que en realidad no se tomó el tiempo de saber si realmente tiene.
El instinto y la verdadera fuente de vigor del caballero, no confía en su parte intelectual, ni en sus pretensiones de mando.

martes, 23 de febrero de 2010

Pink Floyd Mama

Me hago viejo y me doy cada vez mas y mejores gustos.
Las colaboraciones de lujo de esta entrega son uno de los mayores de estos tiempos.
Gracias a Meuge y Luc por el aguante y el desborde de talento.

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La visualización iba relativamente sencilla, cuando Alicia intentó acortar camino, señalándome que se trataba de mis padres. Me irrité.
“Mis padres no están en esto, no los traigas”, reclamé, tratando de mantener la pureza de la visualización libre de contaminaciones.

La irritación creció, paulatina pero rápidamente.

La imagen que estaba viendo era a mí mismo sosteniendo en brazos un bebé, y cambió a ese bebé sentado al borde del camino, de espaldas a mi, y yo enojado, ofuscado. “Ese enojo es contra tus padres”, insiste Alicia y yo niego.
La sensación es que alguien encuentra gracioso que yo tenga que cargar con un niño, y que jamás pueda entender qué es lo que quiere. Me enojo contra ese alguien, pero no existe, me enojo contra el niño, pero no es eso tampoco.
No sé contra qué es el enojo.
No es contra mi, no es contra algo en particular, no es posible olvidarlo.
Es un camino cerrado.

De repente, veo claramente una flecha amarilla o dorada, señalando hacia arriba o hacia delante. La dejo estar un rato, hasta convencerme de estarla viendo realmente, y decido seguirla.

El paisaje hace forward en un pestañeo donde veo mis pies y los del bebe volando cerca de la flecha, siguiéndola, y aparecemos en un horizonte volcánico.
Todo el terreno burbujea en lava, se siente el enojo, y la presencia de mi madre.
“Acá sí está mi madre” le digo a Alicia, y los borbotones de los volcanes se superponen con borbotones de polenta caliente que me quema de chico, mi madre al lado se enoja de que me duela.
No la veo, pero está, claramente está.

Y de repente, todo el terreno se convulsiona, desde donde estamos hasta el horizonte y más allá, y se levanta.















Ilustración Luciano Vecchio


El terreno entero es carne, el mundo es cuerpo, deforme, monstruoso, materno. Una masa inmensa, inabarcable de tentáculos que se despega del suelo y se eleva ingrávida hacia el cielo, un montón de carne con muchas cabezas que se va. Una de las cabezas tiene la cara de mi madre, grandísima, gigante.

Extrañamente, no tengo sensación alguna de necesidad, excepto una. No siento que deba correr, ni defenderme, ni hacer nada más que sostener a mi bebé en brazos, mientras somos testigos de cómo ese monstruo mundo cuerpo se va.
La única necesidad que siento es la de tomar, de todas sus caras, la que más se parece a la de mi madre y retenerla.














Ilustración Maria Eugenia Sandin

La tomo y se sale de su cabeza, como una bandera, como una tela inmensa y queda colgando arrugada de mi mano, cubriendo metros y metros de piso. El resto del leviatán inmundo sigue flotando hacia arriba, partiendo para siempre.
Miro la piel del rostro inmenso de mi madre y siento al mismo tiempo ganas de quemarla, desterrarla, olvidarla, y de retenerla, guardarla con amor, honrarla.
Lloro un poco, pero mientras la masa de carne se termina de perder en el cielo, el bebé que tengo en brazos empieza a reír, feliz.
Antes de volver llego a vernos caminando mientras el paisaje, un horizonte de carne y cuerpo, empieza a crecer violeta, índigo, fértil.

Siempre, siempre, me pregunto qué pasará ahora.

El símbolo aplicado fue “Paz con la Sombra”, cuyo subtítulo reza “soltar”.
Alicia me dice que quiero tener una mamá que atesorar.
Que cuando suelte a la que tuve, que es imposible de tomar, va a llegar la que sí pueda valorar.
Estoy demasiado viejo para esto, me digo mientras me voy.
Y me pregunto qué pasará ahora.






Si no entendiste nada, por ahi te conviene leerte esto y esto.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Archivos de masaje - I

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Juan Carlos (el pseudónimo más opuesto que pude encontrar al nombre original), 25 años, varón, gay.
Hace terapia con Alicia simultáneamente al tratamiento conmigo.
Somos amigos, así que tenemos un diálogo fluído de todas estas cosas, así como varias experiencias compartida sobre el mazo viviente y afines.
Llevamos ya alrededor de diez meses de tratamiento, incluído un impasse de dos o tres en el medio.
Es el cliente de más rápida evolución que tuve hasta ahora lo que, sumado a su facilidad de palabra para generar imágenes y honestidad en la devolución de lo que el masaje le produce, lo convierte en una de las experiencias más educativas que vengo teniendo.
Por supuesto, poder ir linkeando mi trabajo con el de Alicia suma al aprendizaje: es fascinante.


En una de las primeras sesiones, tuve una sensación fuerte, que sólo puedo describir como sentir su cintura "sucia". No considero tener mayor sensibilidad a nivel energético. Dada una serie de charlas que habíamos tenido, y lo que pienso o sé acerca de somatizaciones, consideré esa sensación como una señal clara de mi subconciente sobre la presencia de una somatización traumática vinculada a su iniciación sexual, o a cuestiones previas incluso, pero vinculadas a la sexualidad.


En otra sesión, trabajando el espacio entre el dorsal ancho y el romboides (el músculo que une el omóplato a la columna vertebral), mi dedo se trabó de modo significativo, seguido inmediatamente de todo mi ser: de repente me pareció importantísimo empujar ese dedo profundo entre las costillas.
Al advertir que a Juan Carlos le rodaba una lágrima, le pregunto por el dolor. Dice que no, que no es el dolor lo importante.

Conseguimos una liberación muscular notoria, pero no podía imaginar a que somatización obedecía, aunque me parecía de un modo oscuro relacionada con algo que venía queriendo transmitirle, vinculado a la frontalidad en el abrazo.
Juan Carlos, siendo una de las personas más cálidas y afectuosas que uno pueda conocer, saludaba con un abrazo oblicuo. El típico de "que no se nos toquen los genitales", pero aún más marcado, en el que nunca terminaba de poner el pecho.

Ma parecía que había algo que necesitaba saber sobre el contacto físico de un pecho con otro y su correlato con la verdadera asunción de la presencia propia, con todo lo implicado: la autoconfianza, la entrega, la recepción del otro en un plano muy básico. Poner el pecho en un abrazo dice muchas cosas juntas; yo valgo, vos vales, te reconozco, te recibo, me doy, no hay miedo... y sigue la lista.
Al terminar la sesión me cuenta, mientras se viste, sobre ese dedo en las costillas: "fué una sensación muy parecida a ser cogido".

Ahí entendí oscura pero intensamente que si, que de alguna manera todo eso tenía que ver.
Todavía no sé cómo: me hago teorías, pero me parecen demasiado simplistas.

Le digo "Claro, vení, te quiero mostrar algo y terminamos la sesión: es un abrazo".
Nos acercamos despacio, sé que tengo que dar espacio a que se acostumbre a respirar con otra persona cerca.
Poco a poco, vamos apoyando panza con panza, las respiraciones se acoplan. Finalmente, los pechos se tocan uno con otro, frontalmente. Acomodamos los brazos, las cabezas en cada cuello, como para quedarnos cómodos y relajados en un abrazo largo.
Se sienten los latidos de cada uno, suavemente.
Sé que si lo mantenemos el tiempo suficiente, los latidos también se acoplan, pero no lo siento preparado para eso, y me pregunto si no estaré proyectando algún resquemor mío hacia su homosexualidad en ese "no lo siento preparado".

Da igual: a esta distancia no se puede mentir, así que más me vale mantenerme dentro de lo que me siento cómodo si quiero que él vea lo que necesito mostrarle. Me pregunto si estaría yo preparado, entonces, dado que esta inseguridad me lleva a terminar el abrazo antes de la culminación del acercamiento. Pero parece que es suficiente: sentí claramente el aflojarse de sus brazos, de su vientre y de su respiración: está comodo en la cercanía y evidentemente olvidado del sexo, absorto en la comunicación física y la sensación de apoyo mutuo de un abrazo más pleno.

No separamos, le toco el pecho y le digo "esto", frotando el esternón y plexo, "es la otra parte de esto", y llevo la mano a su espalda y toco la columna entre los omóplatos.
Rompió a llorar.
No sé porqué, pero me pareció adecuado.
A él también.



Detrás del hueso duro, el corazón.






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Varias sesiones más tarde, me encontré enfrascado en una lucha abierta contra su músculo trapecio, cosa que mi manual condena rotundamente. Pero de repente me pareció re importante que ese músculo se aflojara, fuera por disuación o por derrota abierta.
Contra lo que dice el manual, o a favor de ciertos incisos, su dolor desapareció apenas soltamos la zona.
Como además había logrado mi cometido, sorpresivamente, sus hombros, cuello y cabeza habían cambiado de lugar.
No sé todavía porqué me encontré tan enfrascado en ese antagonismo entre su trapecio y yo, y soy conciente de el consejo básico es no hacer semejantes cosas. Pero esa vez, fué fundamental para futuros acomodamientos de toda el área.

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El tratamiento se prolongó unos meses más, y tuvimos un impasse de dos o tres meses por varias cuestiones.
Retomamos una vez en medio, en que traté de aplicarle una técnica alternativamente thai o californiana, da lo mismo, consistente en tomar un brazo desde el lado opuesto, con la persona boca arriba y tirar de el, de modo de levantar y rotar el torso de la persona, como si estuviera estirándose para alcanzar con su mano izquierda algo colocado a su derecha, y viceversa.
El objetivo de la maniobra es elongar la musculatura lateral desde la cintura hasta el hombro y acomodar la columna.
Se reveló inútil pues Juan Carlos, bastante liviano a la par que muy rígido, tenía el cuerpo hecho una sola tabla desde la cintura hasta el hombro, así que en vez de rotar elongándose, se daba vuelta entero como una puerta.
La verdad es que toda el área pélvica estaba plenamente contracturada: glúteos, músculos pélvicos, cintura, músculos abdominales bajos, piernas hasta las rodillas por delante y por detrás.

Nuevo impasse obligado por cuestiones externas, cuando retomamos me surge naturalmente ir a por todas y le pido que se ponga en posición fetal, para hacer otra movilización masiva y forzosa: con él acostado de perfil, empujo su cadera hacia delante y su hombro hacia atrás. La cintura cruje fuertemente.
Muy fuertemente.
Empiezo a trabajar desde la misma posición el glúteo, queriendo llegar al espacio entre el isquión y el sacro como si no hubiera nada en el medio. Por momentos, uso el codo. Juan Carlos se retuerce un poco, pero los dos ya conocemos los diferentes tipos de dolores: si hay alguno que indica la posibilidad de daño, paramos siempre, y éste no era el caso. Constantemente me preguntaba si todo esto sería necesario, o simplemente me estaba dejando llevar por mi gusto por el uso de la fuerza, pero conseguimos, nuevamente por cansancio, un gran aflojamiento de la musculatura de glúteos, y un poco más de espacio interarticular en la inserción del fémur a continuación.

Hablamos durante la semana: aparece en el chat diciendo "dotor, dotor!!"
Inmediatamente respondo "lo siento amigo, ud va a morir".
"nooooooooooo"
"ehmm... lo siento, es un reflejo adquirido... que se le ofrece", para agregar en seguida
"en realidad, soy dentista"
Me cuenta que en la semana, entre sesiones, se fue a buscar al novio, que se sentó en un cordón a esperarlo, y que en el medio de estar sentado, escuchó un "crack!" muy fuerte, acompañado de la sensación de algo que se partía como un terrón de azúcar en su cadera. Las metáforas son mías, conozco ese tipo de crujidos de las sesiones, pero no esperaba que pasara entre sesiones. Mucho menos en esa área, mucho menos tan grande. Pregunto lo primero en cualquier protocolo:
-¿Dolor?
-No, pero cuando llegué a casa fui corriendo a mirarme en el espejo, y me cambió el culo: ya no está tan parado, está más abajo.
-¿Sensaciones generales?
-Bien: buenas. Más liviano.

En la siguiente sesión le miro la cadera y es cierto: la cintura cedió unos centímetros importantes, permitiendo que toda la cadera se reubique más abajo. Al principio del tratamiento lo gastaba diciéndole que tenía "cola de pato".
-Ya no voy a poder hacerlo más, suspiré satisfecho, sabiendo que esto era importantísimo.
Lo miro de costado.
-Y te está apareciendo el pito! le digo.
Me mira entre contrariado, avergonzado, y no muy seguro de si hablo en serio o qué.
-¿Antes no estaba?
-Y, no... si la cintura tiraba de la cola para arriba... el pito quedaba entre las piernas.

En el siguiente período entre sesiones - una semana - me comenta por chat: "tengo que contarte de la última sesión con Alicia: pasó algo fuerte. Sobre la "cintura sucia", muy fuerte. Pero te cuento en persona".
La puta madre, intriga.
Bueno.

Cuando nos encontramos, me cuenta de una visualización en la que espontáneamente se hace chiquito y empieza a caminar por su cuerpo. Primero pasa por su pecho y corazón. Lo encuentra lleno de costras, pero las puede sacar con facilidad. Limpia todo y deja llenándose de luz (o algo así, típico simbolismo de proceso regenerativo en marcha independiente).
Sigue hacia abajo y empieza a caminar por su cadera.
Empieza a escuchar una voz que repite "esto no debería estar acá, esto no debería estar acá", y encuentra a su madre, con el cuerpo contrahecho como un jorobado y la cara burdamente disfrazada con una careta.
La desenmascara, se la queda mirando.
De alguna manera la deja de lado y decide ocuparse de limpiar: su cadera está por dentro innumerablemente cubierta por costras. Empieza a limpiar pero se desalienta, llama a su guía y siente que ni él puede con todo. Finalmente, fuerza una visualización donde su guía sacó todas las costras. Su cadera sigue grisácea, pero al menos despejada. El problema es que quedó una bola de materia -las costras- en medio de su cadera, y la pregunta "¿cómo me deshago de esto?".
Le aparece inmediatamente la imagen de el cagando, a ambos nos parece adecuada.
"Además, note que refuerzo la visualización cada vez que voy al baño". Me causa gracia y me río, hasta que comenta que no sabe bien cómo interpretar lo de haber visto a su madre en su cadera.
Lo miro con los ojos como platos sin atreverme a preguntar qué es lo que no entiende. Me mira con cara de "bueno, no me hago más el boludo" y pregunta "bueno, pero ¿cómo llegó ahí?".
"Y.. como haya sido, es seguro que por su propio mérito", respondo.
Pero por supuesto, es sólo una opinión.






Aquí, inserte codo.









A la siguiente sesión, se realiza uno de sus peores temores manifestados.
Estoy muy tranquilo metiendo mano en el abdomen para llegar al psoas, cuando lo veo levantar un dedito cual maestro rural queriendo hacer una sugerencia al director de la escuela, y lo escucho decir:
"Te tengo que pedir perdón de que se me pare la pija, pero mi cuerpo lo necesita".
Me río: la primer sesión ya me había dicho que tenía miedo de que algo así pasara, pero no tenía mucha vuelta el asunto. No soy fácilmente impresionable, no tengo miedo de ser atacado por nadie, y... y el tipo estaba pidiendo disculpas!. Sigo trabajando.
El lado derecho de su abdomen no presenta resistencia (otro logro largo de conseguir, pero llegó), y alcanzo fácilmente el psoas.
El lado izquierdo, el de la madre, no tanto.
La sensación, dice, no es de dolor, sino más bien "de picardía, como una parte que nunca fue tocada y ahora se descubre".
Durante el resto del trabajo su erección fluctúa. Al final, cuando estoy ocupado con el cuello, se vuelve notoria otra vez.
Generalmente termino cada masaje con una tracción de todo el cuerpo desde la cabeza, para estirar la columna lo más completamente posible. Ahí se revelan también, en las trabas a la transmisión del movimiento por el cuerpo, los lugares que van a requerir mas trabajo: si el tirón es fluído y se estira toda la columna, el logro fue total. Si algunos segmentos se mueven en bloque, no.
Habitualmente, Juan Carlos se movía en bloque y lo arrastraba un par de centímetros en mi dirección, entero.
Esta vez, sin embargo, su cadera quedó anclada en el piso, disociada del resto del cuerpo, permitiendo que la tracción efectivamente estirara su columna.

Terminamos el trabajo y nos tomamos como siempre un rato en el patio mientras llegaba el siguiente masaje. Yo no sabía si sacar el tema ni cómo, pero tampoco tenía demasiada necesidad propia. Sabía que no debía quedar sin comentario, pero no cómo traerlo.
JC se ocupó del asunto, aunque tampoco esperaba lo que dijo.
"Sentí que lo de mi erección tenía mucho que ver con limpiar la zona" me dice "visualicé (espontáneamente) que se llenaba todo de luz".
Un comentario así de otra persona me haría sospechar, pero JC es la transparencia en persona.
No creo poder trabajar cosas así con nadie más, por ahora. Tal vez aprenda, tal vez no tenga que hacerlo nunca más. Este trabajo es una aventura.
"Es como un miedo muy fuerte a que pase, y la frase "¿ves que no pasa nada?", a cada segundo que... que no pasa nada!".
Entiendo que había alguna amenaza pendiente sobre ese pito, pobre, pero no tengo nada que decir al respecto. Si sobre lo otro: "me causó mucha gracia que levantaras el dedito para hablar".
Y ya en tema: "y me parece que todo esto, la erección y el descubrimiento de que no pasa nada, fue fundamental para que la cadera pudiera quedar aplomada, apoyada en su propio peso".
Me olvido de explicarle que es por eso que también pudimos bajar la clavícula de la "v" que formaba a su posición casi horizontal: sobre una cadera que no cuelga de la cintura y que está bien aplomada, el torso puede apoyarse con confianza.
Veremos cómo sigue.


lunes, 15 de febrero de 2010

Mientras tanto

Ya fue la duda.
No sé si el amor existe.


Pero existió.




Nótese cómo ella empieza bailando como si no supiera...





y esta... bueno, otra discusión de pareja, pero llevada con inocencia y estilo.

Detalle: notoria ejecución del Ragtime Power Slide, precursor de uno de los movimientos clave de Jack Black, y el rock'n'roll todo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Encarrilamos de vuelta

Nos conocimos con Santi alrededor de 2007, mangueando autógrafos como si no tuviéramos 30 años a nuestros ídolos de la historieta.
Al tiempito me interesé en el tarot y resultó que (merced a manguear autógrafos) me encontraba poseyendo una agenda de artistas plásticos que admiro.
Cuando Tito tiró la idea del Tarot Colectivo, pareció muy natural empezar a convocarlos y, entre las primeras quince personas que llamé en aquel momento, estaba Santi.
Que no me dió bola como durante ocho meses.
Finalmente viene, y ya se empieza a manifestar la dinámica de nuestra relación, donde constantemente me lleva a hacer cosas nuevas. Porque me plantea que está en un grupo grafittero, y si puedo hacerles la lectura como grupo.
Encontré razones suficientes para tratar a un grupo como una entidad, e hice mi primer lectura grupal, para el Emepece.
Me serviría de trampolín para otra reunión donde hice una lectura para diez y seis personas juntas (bastante emocionante, sobre todo porque me salió el marxista materialista dialéctico reformista, en una lectura cuya lección de vida era el despertar a la posibilidad de transformar la realidad en lo práctico, que casi me saco la remera para agitarla subido a un cajón de manzanas, de vuelta), para después volver a aplicar la lectura grupal a otras actividades, nuevamente con Santi.
El muchacho me obliga a abrir caminos, y no puedo decir que no me guste.
Aunque a veces tanto camino nuevo nos desvía del camino original, y terminamos descubriendo Rosario (decir "descubriendo América" queda un poco grande), cuando el plan original era ir al kiosco por un paquete de puchos.

El caso es que en esa misma lectura, eligió como carta para realizar individualmente el Diez de Espadas, y como carta para realizar en conjunto, el Nueve de Copas.
El Nueve de Copas que hiciera con el MPC fué este



















Si hacen click sobre la imagen, van a ver los detalles, como la textura de la persiana.



Mide tres metros, está ubicado en una persiana en Coglan y dió lugar a tooodo lo que fuera y tal vez siga siendo el Proyecto Tarot Buenos Aires, con quienes hicimos ya varias cosas interesantes.
Y de repente, año y medio después de la lectura, con alrededor de ocho o diez murales callejeros hechos, idas, venidas y mucha, mucha movida, cuando me había olvidado de todo... viene Sanx con su Diez de Espadas.
Este.



















La sensación de batalla del original está ausente, pero el estado de opresión que transmite esa rueda de espadas como símbolo del momento, de la noche tan fría que se ve... es perfecta...








jueves, 4 de febrero de 2010

Contacto con la Sombra

Para bajarte el pdf y leer esto cómodamente en el baño, el bondi o la cama, hacé click acá.


Una de los mayores problemas que tuve en todo el desarrollo de mi terapia con Alicia Valero, fue la absoluta falta de confianza en mis propias sensaciones y criterios.
Ya Liliana Ortiz, una astróloga más que interesante, me había avisado que estos años estarían marcados por la caída de una estructura de engaños y mentiras en la que había sido criado.
Lo que no se me ocurrió en el momento, es que para que una red de mentiras se sostenga, uno debe creer esas mentiras, en detrimento de la propia percepción de la realidad.

Y que para que eso ocurra, uno debe desvalorizar la propia percepción de la realidad, de manera tan aplastante que lo que otra persona le diga tenga prioridad por sobre lo que uno ve.

Obviamente, en el momento en que uno empieza a descartar la mentira, empieza a acercarse a la realidad, esta vez por su propio pie y criterio. Pero la larga costumbre de descreer de uno mismo hace que la transición sea, por lo menos, complicada.

Uno simplemente no cree en lo que ve, no cree en lo que entiende y, por sobre todas las cosas, no cree en sí mismo.

Cuando se hace un trabajo de introspección tan profunda como el que realizo con Alicia, esto es un contratiempo muy, muy grande, porque en la introspección casi no hay más referente que uno mismo.
Afortunadamente, la guía de Alicia es constante, y benévola con las permanentes idas y vueltas de una persona que no confía ni en su sombra, literalmente.

Y afortunadamente también, buena parte del trabajo de terapia no corre a cargo de la mente conciente o del inconciente personal, con todas sus dudas, sino que es tarea de los estratos más profundos y orgánicos de la psique y del inconciente colectivo.

La ventaja es, mas o menos, la misma que si uno se lastimara la piel y tuviera que cicatrizarla dirigiendo mentalmente las plaquetas y el metabolismo regenerativo: es tanto más fácil y seguro dejar que se encarguen de ello las partes del sistema nervioso, inmunológico y metabólico diseñadas por la naturaleza a tal efecto.

Ya describí varias veces la forma de trabajo con Alicia: una hipnosis inducida por relajación permite el acercamiento al umbral de inconciente, pero manteniendo la presencia de la mente conciente regular. Aprendiendo a hacer el silencio mental necesario, esto permite que los contenidos del inconciente personal emerjan y sean re elaborados por el total del sistema o persona, con todos sus aspectos concientes, sub e inconcientes, personales y colectivos. Esto, por tendencia propia del organismo a a la salud, más la ayuda de Alicia como baqueana, permite que se realice la reconfiguración psíquica necesaria para pasar de ser una persona necesitada de tratamiento, a ser autónomo en la satisfacción de las necesidades y desarrollo de la propia vida.

En algunos casos, esto requiere la re toma de contacto con algunas áreas psíquicas con las que uno puede haber roto relaciones, o no haberlas desarrollado nunca.
El Niño Interno, el Yo Interno, Madre y Padre internos, El Guía Interno y La Sombra, son algunas de las figuras con las que tuve que trabajar.
Parece que estaba bastante fragmentado, internamente.

En diversas sesiones tuve contacto con lados míos animales: a veces me identificaba con un oso, un cavernícola. Otras veces, con lados irracionales, violentos o resentidos. Algunos de ellos eran partes mías legítimas, otros eran deformaciones pasajeras, o perversiones de mi ser que la vida me había llevado a tomar por reales.

Los legítimos se caracterizaban por que de todas las emociones que me producían mis lados “oscuros”, la predominante era una especie de miedo reverencial.

Pero la sensación de miedo, en mi estado de confusión permanente, podía indicarme tanto un peligro real en el manejo descuidado o insatisfacción de algún aspecto psíquico mío, como solamente las defensas y resistencias de una fobia, complejo, mala costumbre o recuerdo traumático a desenterrar y erradicar.

Me faltaban criterios, sensibilidad, para diferenciar un estado de miedo de otro: ¿cuándo estaba siendo funcional a una resistencia, corriendo el riesgo de eternizar mi tratamiento, y cuándo estaba detectando un peligro real y pasando de ser un inocente en peligro a ser una persona con capacidad de auto cuidarse?

La historia de mi vida indica que tengo una tendencia peligrosísima a jugar con los límites, principalmente por no reconocer el dolor como una señal válida de peligro, y a hacerme daño de este modo.
Daños irreparables que me autoinflingí me llevaron contra las cuerdas y a terapia, y ahora estaba en el exacto esfuerzo de aprender a diferenciar un miedo razonable y al cual atender, del miedo al cambio, la maduración y la caída de los velos.

Fue la práctica de tarot la que me trajo la primer experiencia en mi vida adulta de una sensación a priori injustificable pero insoslayable, de rechazo hacia un consultante (a quien terminé no atediendo, y sintiéndome bien con ello) que me dió el primer parámetro de una medida interna clara: algo que definitivamente NO quería hacer, sin explicaciones pero con total claridad y conciencia.
“Bueno”, pensé “ahora me falta lo mismo pero por la positiva: algo que tenga una sensación tan clara de SI querer hacer”.

Eso aún no llegó, o al menos no de la manera en que lo esperaba y espero, pero si llegó un abanico de experiencias en la vida cotidiana donde las sensaciones intuitivas cobraron solidez, vigor y validez ante mis propios ojos, pasando a formar parte de las consideraciones importantes en que baso mis acciones cotidianas.
Ya sé: suena tan normal que uno se pregunta qué hacía antes de desarrollar esto, cómo vivía.
Les recuerdo que estoy contando mis experiencias de terapia. La vida no es gran cosa ahora, pero antes era un asco.

Lo que también llegó fué una sesión en particular.
Alicia me aplica un símbolo de re i ki, y apenas entro en trance visualizo, con una estética propia de “El extraño mundo de Jack”, una colina recortada contra el cielo nocturno, iluminada por la luz plateada de la luna, con una cabaña encima. La cabaña tenía una ventana cuadrada, por la que salía luz amarilla.

Una silueta graciosa que me representaba sube por la colina y entra en la cabaña. La cámara cambia a subjetiva, y veo como a través de mis propios ojos la puerta de la cabaña se abre por mi mano, mostrando una especie de taberna vikinga, con una mesa central rectangular, larga y llena de figuras vagamente familiares.
No podía ver frontalmente a casi ninguna de estas figuras, más que a un oso y un cavernícola, que en las últimas visualiaciones venían apareciendo juntos. Me pareció ver por ahí un caballo alado, también personaje recurrente de un tiempo a esta parte.

La cabecera de la mesa estaba presidida por una silla de características similares a las de un trono sin pretensiones, sencillo pero imponente, en el cual se sentaba una silueta totalmente negra.
Desde su contorno hacia dentro no se distinguía absolutamente nada.
Era evidentemente el jefe del lugar, se notaba mucho más alto y corpulento que yo. Pero internamente supe, desde el primer momento, que también era yo.

De alguna forma la mesa se corrió y nos encontramos frente a frente, teniendo el típico diálogo sin palabras de las visualizaciones. Cuando dialogo con alguna figura interna en estas instancias, el contenido me llega más por sensaciones que por discursos.

No estoy muy seguro de lo que me dijo en ese momento, porque mi atención estaba mayormente concentrada en una lucha interna entre el temor, la compulsión por ver debajo de la sombra, y la certeza de que no debía hacerlo.

Escribí en otro lado acerca de la conveniencia del tabú, así que estaba intelectualmente avisado del protocolo pertinente en este caso, pero lo que Alicia da en llamar “la interferencia de la mente personal”me inducía compulsivamente a querer develar la sombra, anteponiendo al mismo tiempo imágenes horribles sobre la silueta negra: fragmentos de mi cadáver descompuesto, monstruos y cosas que sabía irreales, pero no podía detener.

En cierto momento, siempre sin palabras, conseguí manifestar este estado a la figura en el trono, que aceptó una situación intermedia: “mientras todavía te produzca miedo” me dijo, traducido más o menos libremente de telepático sensorial a discursivo lineal, “no hace falta que me veas directamente”.

El ángulo de la situación cambió, no sé porqué, y se trasladó todo a la derecha de donde estaba el trono, donde apareció una muralla de negrura plena, aparentemente infinita. Yo sabía que terminaba en las paredes de la cabaña, pero no podía ni me interesaba ver dónde estaban éstas.

Yo sabía exactamente en qué dirección y a qué profundidad de la pared de negrura se encontraba la silueta negra, y la intensidad de la comunicación no varió.

Así que le manifesté mi conformidad con este estado de cosas, y agregué dos cosas que me soprendieron: una fue la aseveración, totalmente honesta, de que de ahora en más sabría siempre reconocer a esta presencia de entre todas las demás que pudieran querer venir desde ese lado del muro a hablarme, darme órdenes o hacerme pedidos en su nombre. No hay lugar a imposturas, porque ahora te conozco con certeza, y no hay confusión posible: voy a saber siempre cuando sos vos y cuándo es otra cosa.

Lo segundo fue, también sorprendente para mi, una especie de garantía de lealtad de mi parte hacia ella – él, en la que me comprometía a mantener contacto regular, para tomar nota de sus deseos y necesidades, y rendirle cuentas de mis acciones para satisfacerlos.

Al salir del trance, por supuesto, el símbolo que me mostró Alicia era el de “Paz con la Sombra”




lunes, 1 de febrero de 2010

El baul de las cosas nuevas

Hay cosas que no puedo, por motivos de respeto a los parametros que yo mismo fijara, incluir en los espacios para los que fueron originalmente diseñadas, pero que estan muy buenas igual.
Es el caso de esta Reina de Copas que hiciera Santiago para Proyecto TC.
En lo practico, el toque siniestro que tiene, combinado con la corona roja y el hecho de que NO mire la copa, se termina volviendo directamente contradictorio con el sentido original de la carta.
Excepto lo siniestro, lo demas podrian ser matices reemplazados por la oscuridad, tomada como internalidad, la posicion sensual relativametne cercana a las copas, etc.
Pero el total toma un aspecto demasiado mujer-pantera-devoradora-de-hombres.
Cosa que es contradictoria con la carta, como dijimos, pero que tambien me gusta demasiado para no exponer en algun lado!

Con uds., el primer boceto descartado de varios que iran subiendo, junto con las cartas de referencia que se tomaron de base o guia, y parte del texto al respecto, elaborado por sss, y/o robado de fuentes varias.
Todo el texto y miles de cartas, acá. Bueno, miles no.





Santiago Slaby















Hacele click, papá, que se abre y te pega el susto de tu vida.





Version Rider, "oficial" de Proyecto TC















Reina de Copas
En esta carta hay una doble aparición del concepto de contención: la de todo el palo de las copas, de contener el agua, y la de todas las figuras femeninas, de contención física - emocional, tanto en su rol físico de amantes como en todas las asociaciones posibles maternidad - contención.

La contención de la Reina de Copas, además de todo esto, es muy difícil de concebir si no se experimentó porque es la única contención que puede ser absolutamente plena como tal y sin embargo permanecer totalmente libre de toda posibilidad de convertirse en restricción, retención u opresión. No tiene doble filo: si una persona goza de ser contenida por una Reina de Copas, la sensación que experimenta es (literal y no metafóricamente), la de apoyarse en nubes en las que se diluye su angustia. Pero esto ocurre principalmente con una Emperatriz, que contiene a la Reina de Copas, porque las Reinas raramente se ocupan de contener a otros.

Su función real es la de ser la parte de cada uno que provee el equilibrio interno de los sentimientos.

Este equilibrio es un equilibrio puramente de copas. No es el orden del intelecto desenmarañando los sentimientos, cosa que sería una intrusión de las Espadas en el reino de las Copas y que corresponde sólo en casos de reconstrucción profunda, y en cantidades mínimas a comparación de lo que se piensa habitualmente, dado que la respuesta común, y el consejo voluntarista más escuchado es "tenés que pensar tal o cual cosa", "no tenés que sentir tal cosa por esta razón", y esto es otra cosa.

Las fuerzas que ordenan y contienen los sentimientos pertenecen al mismo reino y tipo, son la misma clase de movimiento de que están hechas las emociones y la Reina de Copas las mueve, no exactamente por voluntad, ya que cumple una función, pero si a través de su atención.
Cuando este lado de cada uno, o una persona bien nutrida y equipada de recursos en lo sentimental lleva su conciencia hacia el curso de sus sentimientos, este focalizar la atención activa espontáneamente los recursos psíquicos adecuados, y produce una tendencia al orden.
La Reina de Copas no opina, no juzga: simplemente mira, se "queda con" y en este mirar y acompañar, en este estar cerca, su presencia sola contiene, y lentamente clarifica y ordena.
No dá órdenes, tampoco. La organización que produce su mirada es como el crecer de una planta: un desarrollo amable, silencioso y misterioso hacia lo más sano y adecuado, dentro de lo posible.

Muchas veces, este camino al orden incluye un período de reacomodamiento doloroso. Reconocer un período de dolor "adecuado y necesario" de uno de dolor dañino, improductivo o no vinculado a la resolución de problemas concretos, es su tarea y habilidad.
Generalmente, la persona que transita esta carta se caracteriza por el constante contacto, la inmersión de la conciencia en lo emocional.
Cuanto más libre esté la actividad de esta carta de la de otras (la turbulencia demandante de los Bastos, el juicio impositivo de las Espadas) más tranquila, sólida y rápidamente hará su trabajo, trayendo orden y paz a la copa, o pudiendo extraer los elementos depurados para pasar tareas concretas a los otros palos (por ejemplo, la imagen del deseo que las espadas tendrán que encargarse de conseguir, o la información de la satisfacción de la pulsión).

Podrían ser, entonces, palabras clave para la interpretación de esta carta: madurez - plenitud - administración interna - equilibrio emocional - silencio - introspección emocional - amabilidad - agua
















Version Thoth, super interesante. Modelo "alternativo oficial" de TC.