ES IMPORTANTE SABER

lunes, 24 de octubre de 2011

Arcano Mayor X - La Rueda de la Fortuna

Este es Javi.
Cuanto más lo mires, más simple te va a parecer.
Y más profundo.
Así que le vas a pegar una segunda mirada, y vas a entender algo más, y entonces te va a parecer más simple.
Y más profundo. Así que le vas a pegar una segunda mirada.

Un día te vas a dar cuenta de que pasaste horas mirando su obra.
Porque no es simple.
Solamente es un hit pop.







































Más de Javi, acá, acá y acá (y en muchos lados más, el tipo es una máquina).


Más de la carta, a continuación.

Características Generales de los Arcanos, Mayores y Menores


Todas las cartas de tarot son llamadas Arcanos, palabra cuya traducción más regular dice que significa "misterios".

Porqué una cosa cualquiera puede ser llamada un "misterio" tiene que ver con una actitud existencialista que se basa en el hecho de que todo, absolutamente, tiene una superficie, que es lo primero que se conoce y en la cual la conciencia refracta, lo que le impide (a la conciencia) adentrarse de un solo vistazo en la profunda y verdadera naturaleza de la cosa percibida.

En epistemología se suele decir por esto que el primer obstáculo al conocimiento es el conocimiento mismo.


Lo que hacen las 78 cartas del mazo de tarot es representar, a través de metáforas, otras tantas situaciones de la vida, buscando abarcar así la totalidad de las experiencias significativas que cualquier ser humano puede atravesar.

Por un lado, cada situación es en si misma un "misterio", según lo antedicho y por otro, cada carta representa solamente lo genérico, lo medular, de cada situación. Por lo que, en una lectura, la carta es un cascarón a romper para poder penetrar con mayor profundidad en la situación concreta hacia la que señala.


Las 78 cartas se dividen en 56 Arcanos Menores, divididos a su vez en cuatro palos, como los mazos comunes, y 22 Arcanos Mayores.


Los Arcanos Menores reproducen situaciones vitales más o menos circunstanciales pero arquetípicas, de acuerdo a un código numérico por un lado, un código basado en los palos por otro, y una representación pictórica o visual que intenta condensar y manifestar todas las metáforas posibles que surgen del cruce de ejes números / palos.

Intentan agotar, en cincuenta y seis combinaciones, todas las circunstancias significativas posibles. Por esto es que buscan lo central antes que lo anecdótico: separan, por ejemplo, el concepto de “tregua” del de “paz”, porque ambas cosas son similares pero diferentes, pero trata de evitar la definición de una forma específica de “paz”, para que la carta pueda representar la paz en la vida de cualquier consultante, independientemente del resto del contexto: saber si es paz laboral, si es paz conyugal, si es paz conseguida tras largas luchas o no, etc., llega a través del resto de las cartas, en cada lectura.


Los Arcanos Mayores, en cambio, no tienen ejes genéricos, y el contenido de cada uno desborda cualquier grilla: son un conjunto especial de conceptos trascendentes. Prescinden del cruce que hacen los Arcanos Menores entre número y palo, y son cada uno la abstracción de un aspecto fundamental y, al mismo tiempo, complejo, de la experiencia humana.

Algunos porque remiten al funcionamiento teórico del universo, otros porque remiten a aspectos no circunstanciales (sino permanentes) del ser humano.


Si los Arcanos Menores metaforizan la variedad de la experiencia humana, los Arcanos Mayores representan la estructura desde la cual se la vive e interpreta, las matrices conceptuales desde las que se generan las ideas que expresan la experiencia existencial, y las experiencias inevitables que esta estructura atraviesa en el desarrollo de una vida humana.

Son conceptos al mismo más abarcativos y de mayor peso que los Arcanos Menores.


Damos por sentado que estas cartas representan no solo experiencias posibles, sino también espacios de la psique preparados especialmente para hacer posibles estas experiencias.


De todas las teorías sobre el origen del tarot, adherimos a las que no señalan un autor o cultura particular, así que no es posible saber quién o en qué circunstancias concibió los diseños de los Arcanos Mayores, pero es nuestra creencia que, quien haya sido, tuvo el talento suficiente como para acceder a contenidos profundos y estables del inconciente colectivo

Esta es la base del postulado más fuerte e interesante de la corriente de tarot a la que adherimos: que es que los Arcanos Mayores representan factores y funciones psíquicas universales.


Son, desde este punto de vista, los ladrillos elementales con los que trabaja la mente de cualquier ser humano: independientemente de su cultura o contexto, toda persona interpreta la realidad desde estructuras psicológicas subconscientes.

Suponemos que estas estructuras psicológicas subconscientes que determinan la percepción e interpretación del mundo son universales, y que no se las puede definir de un amanera terminante, pero que los Arcanos Mayores representan una formulación extremadamente aproximada a su contenido más básico.


Y esta es la razón de que no tengan un orden conceptual: de la misma forma que no se pueden numerar los órganos internos de una persona porque no hay ninguna necesidad lógica de que el corazón esté antes o después que el esófago, no se puede dar una jerarquía definitiva y consistente a todos los constituyentes de la psique, aunque algunos aparezcan más relacionados entre sí que otros, y eventualmente, en diferentes conjunciones de cartas, se puedan establecer relaciones de paternalismo, de dirección, de subordinación, etc.

Pese a esta falta de orden intrínseco, o precisamente para paliarla, quizás, se han propuesto varias formas de “hilar” los Arcanos Mayores entre sí, y aquí exponemos brevemente dos: la noción de que representan el desarrollo psicológico de un individuo y la de las virtudes cardinales, dado que las consideramos fértiles a la hora la interpretación y reflexión.




Los Subgrupos dentro de los Arcanos Mayores


Los Arcanos Mayores tienen, según varias corrientes teóricas, entre uno y varios arcos argumentales, comunes a los 22 y superpuestos según niveles de interpretación entre psicologicistas y cósmicos, dependiendo del tipo de fenómenos a los que aludan.

Según quién, en el desarrollo de las 22 cartas, puede leerse el desarrollo psicológico de un individuo desde su nacimiento hasta la máxima madurez posible, o puede estudiarse el funcionamiento teórico del universo, o pueden encontrarse todas las instancias de la vida política y social humana.


Algunos grupos de cartas pueden aislarse según estas ideas: de esta forma, las “Virtudes Cardinales” explican la física teórica del tarot según la cual funciona el universo, en el nivel mínimo conceptualizable.


De la misma forma, hay un conjunto de cartas que representan al individuo, sus componentes psicológicos y sociales y lo básico de su acción en el mundo.


Estas cartas son las que van del Cero al Siete, siendo Cero y Uno, El Loco y El Mago, las expresiones del individuo en su aspecto más infantil y más desarrollado respectivamente, y las siguientes cuatro los componentes iniciales y fundantes de cualquier individualidad.


Las virtudes cardinales


Dentro de los 22 Arcanos Mayores, algunos autores distinguen cuatro de ellos como el subgrupo especial de las “virtudes cardinales”.

Según cada autor, estas virtudes son adjudicables a, o representadas por, los cuatro elementos, cuatro arcángeles específicos (Uriel, Rafael, Miguel y Gabriel,), cuatro dioses paganos, cuatro demonios babilónicos o cuatro santos católicos (Mateo, Marcos, Juan y Lucas ).

Este debate no importa demasiado para nosotros porque, dadas las características de las “virtudes”, que ahora veremos, no resulta obvio ni imprescindible que su número preciso sea cuatro, con lo que la fuerza argumental de la idea decae, si bien su fuerza poética (y mnemotécnica) se mantiene.

Lo que hacen las “virtudes cardinales” es crear y sostener el mundo.

Donde falta alguno de estos principios, la energía se escapa, la materia se desmorona o confunde y la conciencia no encuentra apoyo, por lo cual, exista o no algo más allá de la trama de las virtudes, es incognoscible para nosotros.

Estas virtudes son: la Templanza, la Justicia, el Amor y la Fuerza. Cada una comparte características con las otras, pero mantienen reinos y funciones definidas.

La Templanza integra y economiza: junta elementos dispares y mediante su acción los funde en otro elemento distinto dejándolo, idealmente, en su punto justo, en su centro exacto. Es el metabolismo que transforma lo que uno come en uña, ojo, hígado. Es la sinergia.

La Justicia, por el contrario, discrimina: hígado e intestino pueden estar cerca, tocarse y pertenecer al mismo cuerpo: ser el mismo organismo. Pero cada uno es cada uno. La fuerza que mantiene identidad y característica de cada uno es la acción de la Justicia, indicando quién es quién y qué le toca recibir y hacer.

El Amor es lo que motoriza todo esto: es la intención de acercamiento entre las cosas, es el fluír del sentimiento y la atracción, la tendencia a asociarse. Es el sistema circulatorio del universo, la emoción.

Finalmente, la Fuerza, es el sostén, la sangre misma. Es el Chi, el Ki, el Prana. La energía que, llevada por el amor o por sí misma, se zambulle en la materia y la convierte en carne. Es la vida misma: en el umbral entre la conciencia más mínima y la nada, vida inconfundible.
























Versión preliminar de yapa.




Arcano Mayor Número 10: La Rueda de la Fortuna


La versión del mazo Rider de esta carta la ubica entre aquellas que contienen en escena al total de las fuerzas universales, o virtudes cardinales.

En esta carta es donde, por primera vez y producto del aprendizaje de la paciencia del Ermitaño, el individuo accede a una perspectiva de la realidad que trasciende su propia escala.

Como primera vez, es necesariamente limitada, pero extremadamente útil.


La Rueda de la Fortuna representa el dinamismo, la tendencia al movimiento de la realidad desde su aspecto más básico y crudo, dentro de lo perceptible por el ser humano: todo aquello que esté sostenido por las condiciones básicas de existencia – Templanza como integración, Amor como motor, Justicia como organización y Fuerza como sostén – entrará en movimiento, indefectiblemente.


El movimiento en sí es inabarcable, pero la característica fundamental del cerebro humano como órgano perceptivo es encontrar o crear orden en el mundo. Y el movimiento es la única fuente de la sensación de tiempo.

Por lo tanto, dentro del movimiento de todo lo que existe, encuentra los ritmos subyacentes y crea series dentro de la sucesión inacabable de hechos que ocurren.

A partir de entonces, el individuo tiene para siempre un pie en cada lado: un ojo en medio del río, mirando la corriente venir de frente, y otro en la orilla, viéndola pasar, desde una perspectiva más “objetiva”.


Cuando se contemplan las cosas desde el ojo dentro del río, todo es veloz, fugaz y diverso, diferente.

Cuando se las contempla desde la orilla, el cerebro comienza a encontrar similaridades y procesos: la luna de cada es noche es siempre diferente, pero en treinta días regularmente engorda y enflaquece, late. Cada atardecer es único, pero siempre es seguido por la noche, y luego por el día y otro atardecer. Todos los niños crecen, y se chocan con la adolescencia, todos los matrimonios tienen su crisis del séptimo año.


Cada vez que un patrón rítmico, una serie, recomienza, se activa la metáfora de La Rueda y lo circular.


La visión del movimiento intrínseco, íntimo de la realidad y la magnitud infinita de ciclos que contiene, tienden a producir en los individuos una sensación de sobrecogimiento reverencial y asombro casi religioso, que puede derivar en dos caminos diferentes: una parálisis y una actitud de “rendirse” ante la vida, porque “todo es demasiado” y “todo ocurre sin necesidad de nuestra intervención”, cuando estas sensaciones de inmensidad chocan contra un ego demasiado constituído, o una “reposada urgencia a la acción”, surgida de la tranquilidad de que, si bien hay cosas que sí se lleva la corriente, también hay otras que vuelve a traer, siempre, por lo que el trabajo que no se puede realizar en un solo día no necesariamente se pierde, y alcanza con flotar atento para ir sumando una oportunidad ganada tras otra, y acumular, y realizar un día lo impensable.


Las figuras de las cuatro esquinas de la carta representan a las virtudes cardinales, en diferentes encarnaciones.


Las que giran alrededor de la rueda representan los dictámenes “Yo mando”, “Yo he mandado” y “Yo quiero mandar”, así como tres dioses egipcios (cuyos nombres no recuerdo pero) que representan la vida, muerte y resurrección, entendidas como la dinámica que mantiene vigente el total de la vida a nivel planetario.


Las letras hebreas y la palabra “Taro” dentro de la rueda aluden a un intento del argumentista del mazo (Richard Waite) de vincular el tarot a la Torah, y por lo tanto a la Kabala y la tradición filosófico – religiosa hebrea, y por último a la estructura del nombre de Dios dentro de esta religión. Una exageración respecto del tarot, a mi gusto, pero una muestra cabal de la importancia que tiene esta carta y este concepto en realidad, porque la idea final, es que el nombre de Dios está inscripto en el total de los acontecimientos que puede percibir el ser humano, e implicado en el orden, tanto en el orden subyacente que sustenta a los acontecimientos, como en el orden que los acontecimientos despliegan y que les permite ser comprendidos como tales por los seres humanos.


Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de la carta: percepción del tiempo – paso del tiempo – lo cotidiano, el día a día – el ciclo – lo que se repite solo – altibajos y vaivenes

domingo, 17 de julio de 2011

cada día un poco más hare krishna

A medida que nuestras sensibles, sensibles impresiones navegan el tiempo en sentido longitudinal, nos vamos puliendo, aprendiendo a ofrecer menos resistencia.

Ir hacia delante es inevitable, y la acumulación de todo lo que está en línea recta a nuestro destino, también.

Aprendemos de a poco a transmitir una misma intención a todo nuestro cuerpo físico, psíquico y emocional, y a conseguir que la expresen.

A partir de cierto momento, cuando nuestros cuerpos son lo bastante fuertes y puros para enfrentarlo, entramos y salimos de la luz.

Siempre a ojos cerrados, ninguna fuerza previene las partes más blandas del daño de la luz.

Aceptamos entrar a ojos cerrados.

Aceptamos no saber qué nos ocurre allí dentro.

Y aceptamos volver.

Por sobre todo, aceptamos volver.



















Imagen choreada de Oleg Korolev

martes, 7 de junio de 2011

Gracias

Heredé de mi padre aura: esta cosa de que mi sentimiento desborda de mi cuerpo y es tangible para los que me rodean.

Heredé de mi madre filo: la capacidad de mirar lo peor de frente y sepultar el horror en mi pecho, meter las manos en un mar de gusanos y hacer lo que hay que hacer.

Heredé de ambos este momento, este reflejo de la luz sobre el horizonte de la conciencia, este recordar cada tanto que estoy despierto, percibir cada tanto que estoy soñando.




Elevo mi canto y mi ofrenda: este soy yo, esto es lo que tengo.
Detrás mis padres, delante la muerte. Alrededor, como un túnel de materia que se vuelve realidad, mis obras.
De mi padre dulzura, de mi madre estoicismo.




Recuerdo que todo es prestado y caen los reclamos.
No hay nada que hacer, no hay obligación que cumplir, cuentas que rendir.
Excepto a la veracidad, al recuerdo claro de que ahora está separado de recién, al saltar de segundo en segundo como de isla en isla, no hay nada más a lo que responder.

Soy el que soy, vengo de donde vengo. Esto no se aplica a otros.
Todos caídos como cápsulas de mirada hacia afuera en un paisaje carnal, psicodélico. Yo soy yo. Recibí lo que recibí, hago lo que hago.

Esto no se aplica a otros.

martes, 31 de mayo de 2011

A veces, la soledad tan prolongada me pone muy, muy triste.
Y pensar en todo lo que no sé acerca de compartir me hace más daño.

A veces me doy cuenta de que, pensándolo,
realmente no sé ni para qué ni cómo estar con gente.
Y eso me pone muy, muy triste.

A veces, sin embargo, en medio de eso,
me acuerdo

de que acepté no saber.

De que las cosas pasan igual.

Y me acompaño en mi soledad.

Y es un poco más liviano,

y un poco más lindo.

Y las cosas pasan, igual.

Debería estudiarse en las escuelas

El instante de Kuai es cuando lo incontenible exige una determinación.




Hace demasiado tiempo que leí esto sin cumplir con lo obligatorio, que es salir a gritarlo por los techos. Debería enseñarse en los colegios.
Es la receta de la lucha contra el mal.Las negritas son mías.



43. Kwai. El Desbordamiento.


Primero el texto más divulgado de

► Richard Wilhelm (extraído de su libro: I Ching, el libro de las mutaciones)

Comentario al signo: el signo representa, por una parte, una irrupción que se produce luego de una tensión condensada durante largo tiempo, como la irrupción de un río henchido que rompe diques, o la descarga de una lluvia torrencial.

Transferido a circunstancias humanas significa, por otra parte, el tiempo en el cual poco a poco van extinguiéndose los vulgares. Su influencia está en disminución y, mediante una acción decidida, irrumpe un cambio de condiciones.
Comentario al Dictamen: cuando en la ciudad ocupa un puesto gobernante aunque fuese un solo hombre vil, éste podrá oprimir a los nobles.
Cuando en el corazón anida una sola pasión siquiera, ésta es capaz de entenebrecer la razón.
Pasión y razón no pueden coexistir, por eso se hace absolutamente necesaria una lucha incondicional si uno está dispuesto a contribuir a que llegue a gobernar el bien.

Empero, para una decidida lucha por el bien destinada a eliminar el mal, existen determinadas reglas precisas que no pueden dejarse de lado si se pretende obtener el triunfo.

: la decisión debe fundarse en un enlace entre la fuerza y la afabilidad.

: un compromiso con el mal no es viable; éste debe quedar desacreditado sean cuales fueren las circunstancias. Del mismo modo, no es tampoco lícito que uno disimule o embellezca sus propias pasiones y defectos.

: la lucha no debe ser conducida por medio de la violencia directa. Allí donde el mal se ve descubierto y estigmatizado, lucubra las armas a que debe recurrir, y cuando uno le hace el juego de combatirlo golpe por golpe, sale perdiendo, puesto que en esta forma uno mismo queda enredado en odios y pasiones.
Por tanto, es cuestión de comenzar mirando por casa: mantenerse personalmente alerta en cuanto a los defectos estigmatizados. Así las armas del mal perderán por sí solas su filo, al no toparse con ningún adversario.
Del mismo modo, tampoco los defectos propios han de combatirse directamente. Mientras uno siga debatiéndose con ellos a golpes, permanecerán siempre victoriosos.

: la mejor manera de combatir el mal es un enérgico progreso en el sentido del bien


Siempre me resulta esclarecedor, como si fuera otro ángulo, o lo mismo en otras palabras, el aporte de

► R. L. Wing (extraído de su libro: I Ching Workbook)

Recibir este hexagrama sin camio indica que, con independencia de cuál sea su pregunta, la verdadera lucha está en el interior. Tome la RESOLUCION verbal de desechar las antiguas opiniones y experimentar con ideas nuevas. El cambio sólo se producirá con un progreso decidido y abierto.

Las fuerzas que le amenazan pueden ser ahora erradicadas. Debe hacerlo sin pensar en retirarse, en terreno totalmente abierto y sin violencia. No puede comprometer a sus adversarios en una batalla, pues al reconocer la fuerza que tienen les compromete y les da poder. Lo que debe hacer, por tanto, es negar ese poder tomando la RESOLUCION firme y pública de crecer en la dirección buena para su bienestar.

El compromiso no es posible. La RESOLUCION debe surgir de su corazón y debe ser expresada a sus amigos, familia y comunidad. Deje que los demás conozcan plenamente sus intenciones de superar obstáculos. Debe hacer esto con tranquilidad, alegremente y con autoridad, obteniendo así la ventaja psicológica que tiene el maestro de un juego sobre su oponente. Estas luchas tienen lugar sin pasión, emoción ni violencia, pero sí con una verdad interior y la resolución de no conocer la derrota. La lucha debería continuar hasta que no quede nada que se interfiera a su progreso.

Su relación general con la sociedad puede exigir que anuncie la verdad abiertamente. La verdad abierta puede llevar al peligro, pero éste, tal como dijimos en el hexagrama número 29, puede ser bueno para todos los implicados. Esto podría hacer referencia a un procedimiento legal o a la expresión de sus intenciones de cambiar. La RESOLUCION exige métodos pacíficos y no violentos. Su actitud debería ser amigable pero no comprometedora. Recuerde que está tratando con la verdad, y por tanto todo lo demás debe desecharse.

En sus relaciones personales debe tomar ahora abiertamente la RESOLUCION de superar las dificultades progresando en una dirección constructiva. Esto servirá seguramente para fortalecer los vínculos.
En su trato con niños, señale las posibilidades, en lugar de centrarse en las cuestiones negativas.
Sin embargo, cuando adopte una posición en la corrección, asegúrese de que no alberga manifestaciones internas de las dificultades que ha resuelto superar. No puede combatir la corrupción con motivos corruptos, la injusticia con intereses egoístas, o la mentira con engaños ocultos. En el proceso de realización de una RESOLUCION pública debe examinar abiertamente todos los aspectos de su ser. Si está lleno de autosatisfacción y orgullo, prescinda de esas actitudes para poder crecer. Si es avariento en acumulaciones e información, distribúyalas a los demás para que pasen en mayor medida por sus manos.

Quien está demasiado lleno no puede desarrollarse más y sólo puede producirse el colapso.


Y además a veces resultan interesantes las síntesis de este señor


► Gustavo Andrés Rocco (extraído de su libro: claves para comprender e interpretar el I Ching)
 Cuando la pregunta refiere al Qué:
Kuai nos dice que la situación es incontenible, más exactamente desbordante, es decir, se va de las manos; se está tratando por todos los medios de tomar una resolución que se exprese con la suficiente autoridad y la debida coherencia para neutralizar la amenaza.

 Cuando la pregunta refiere al Porqué:
El porqué de Kuai refiere a una tensión constante y creciente que se ha ido condensando hasta el punto de llegar a un grado de presión para el cual ya no bastan las actuales barreras.

 Cuando la pregunta refiere al Cómo:
Kuai nos indica que debemos actuar sin que la realidad nos desborde, evitando cualquier tipo de acción desesperada e irreflexiva o violenta; sin embargo, hay que ser consciente del peligro y actuar en consecuencia tomando todos los recaudos. En lo posible, se trataría de tomar una resolución.

 Cuando la pregunta refiere al Cuándo:
Kuai nos lleva a un momento que irrumpe, más precisamente a un momento que no puede ser sofrenado, que no puede ser evitado. Es un tiempo que se instala por presiones y desaloja a cualquier otro
periodo que se resista a cumplirse.
El instante de Kuai es cuando lo incontenible exige una determinación.

 Cuando la pregunta refiere al Dónde:
Kuai nos ubica en un lugar donde las presiones son constantes, donde los límites no alcanzan y donde está en riesgo el propio espacio, es decir, donde resulta muy difícil mantener la posición. Es un sitio en que no se puede ser débil.
Entra las muchas cosas, Kuai puede tratarse de una manifestación pública, de un espacio rebasado de público o simplemente de cualquier sitio que se vea desbordado, ya sea física o socialmente.

 Cuando la pregunta refiere al Quién:
Kuai nos describe a alguien que puede vivir muy presionado, al borde de perder los límites, de precipitarse. En Kuai vemos a una persona que, por lo general, irrumpe en las situaciones, se expone y deja bien en claro su posición con resoluciones firmes.




Se recomienda infinita y enfáticamente la divulgación y puesta en práctica de estas sencillas instrucciones, con vistas al claro objetivo de la erradicación del mal.
¿O hay otra causa que valga la pena?






Quien tenga ganas de limarse, puede echar una ojeada al mega monstruo y tratar de sacar la cuenta del total de páginas que compendia. La mía a ojo de cubero indica algo cerca de 9.000.

http://sites.google.com/site/ichingyafines/

El dominio es argentino, si me atreviera los buscaría y los invitaría una cerveza o un té.
No me atrevo, claro.
Deben ser unos nerds.

domingo, 29 de mayo de 2011

El árbol blanco

Alicia me contó una vez de cuando le fue permitido ver su verdadera forma.

Dice que era una especie de inmenso tallo blanco, de varios tallos blancos de luz, que se movían como cañas al viento, se curvaban por el centro y volvían a cambiar de forma.
"Flexible" era la palabra que más definía la imagen.

Y se le ocurrió preguntar porqué era así, sin forma.

"Porque sos buena y no querés joder a nadie" escuchó. "Ni permitir que te jodan".
"Por eso sos tan flexible y sin forma: porque es lo mejor para que nadie te pueda agarrar".

Tiempo después se jubiló, dejando la conclusión de mi terapia en manos de una de sus alumnas.
En una sesión con ella, Clarisa, tuve un encuentro desesperante con mi yo interior, que apareció en la forma de una especie de buda menor, muy similar a esta imagen, y no me decía nada.

Abotagado de interrogantes, insistía para que me respondiera, hasta que por algún lado me abrí a una voz que me decía "es muy reconfortante contemplarlo en su silencio", y me di cuenta de que era cierto.
Contemplar el silencio de mi yo interior de alguna forma me reconstituía, vigorizaba mi ánimo con una fuerza fresca, alegre, paciente.

La creciente aceptación produjo otro fenómeno: como lo entrevisto en un vaivén de puertas, apareció en mí la imagen en movimiento de un árbol. La vista se acercaba. El árbol era inmenso. Proporcionado en sus formas, grande como un arbol de muchos, muchos años.

Y todo blanco.

En las puntas de las ramas se apiñaban racimos de algo que no se llegaba a ver, que pasaba de blanco a invisible. Frutos, espero.

De algún modo sin estridencias, supe que ésta era mi visión, que este era yo. Que me había sido dado, sin aviso ni razón visible, ver mi verdadera forma.

Soy un gran arbol blanco.

No sé qué hacer con eso.

15 - La Modestia

Me siento lejos mío a contemplarme cambiar, como un árbol crece.

Las olas de materia fluyen sobre mi, me cubren y recubren cambiando mi cara y, no sé hasta dónde, mi ser interno. Hay partes del diálogo entre lo visible y lo secreto que dejé de intentar escuchar.

Pero hay cosas que se ven a simple vista.

Cuanto menos solo me siento, menos importante creo que es lo que me pasa.

No hay renunciamiento, sólo perspectiva.

Cuanto más evidente se hace que existen mayores a mi, anteriores, más grandes o capaces, más liviano se me hace equivocarme. El miedo a la crítica o el castigo se reemplaza solito por la tranquilidad de saber que hay una segunda portunidad para todo, que hay una norma que va a venir a auxiliarme con amor en la construcción de lo que hago.

Las esperanzas se transforman en continuidad de los días y su pequeña labor.

Las exigencias y enojos en pequeños tropiezos, tampoco son importantes.

De repente dejo de pelear con mi monólogo interno: ese pequeño simio sentado en mi corteza cerebral puede seguir escribiendo en su maquinita, para siempre. Puedo tolerar ese ruido y no distraerme de lo que pasa.

De repente sé que todos mis esfuerzos van a abonar mi vida. No sé cómo, pero lo importante es que al saber que todos los esfuerzos aportan, ninguno se me vuelve crucial: lo que me es requerido es imprescindible, todo lo demás puede ser abandonado y retomado sin culpa.

Ninguno puede volverse muy grande, desde esta sensibilidad. No hay lugar a la épica, al heroísmo o el sacrificio.

Cuando uno ocupa su lugar en el mundo.

Su pequeño y amable lugar en el mundo.

Kung Fu - I

Es mas o menos así: primero que nada, uno debe aprender a integrarse, a autointegrarse, a autosostenerse integrado.

Porque si no, uno se des - integra. Literalmente, se cae a pedazos.

Eso es inconveniente, porque uno debe entonces andar con cachos colgando, haciendo fuerza para no perderse del todo, intentando reunirse, soportando que el viento sople en lugares que deberían estar cerrados. Participando de la charla que genera que cualquiera le vea las tripas y las comente, o peor aún: mostrarlas uno mismo a propósito.

Una vez que uno mas o menos logra mantenerse autointegrado, tiene que empezar a andar algún camino. Cualquiera, o casi cualquiera.

Hasta entonces, mientras uno no está integrado, el escenario, el mundo, no aparece: uno cuelga del vacío.

Ocurre entonces algo inesperado: a partir de ciertos logros en la autoconsistencia, el mundo empieza a aparecer.
Uno puede pretender que no, y seguir intentando colgar del vacío.
Pero entonces uno se agota en sí mismo, y no tiene sentido.
Es solamente otra forma de autocarcomerse y volver a des - integrarse.

En cuanto uno acepta que está reunido, y que eso genera un afuera, un "todo-lo-otro" definido, las consideraciones deben necesariamente multiplicarse e integrar el afuera. Uno, básicamente, accede a mayores responsabilidades.
La mejor respuesta global que encontré hasta ahora al conjunto de problemas que trae el considerar un afuera, un otras-cosas-que-no-son-yo, es la presencia, lo más continua posible.
Esto quiere decir: cualquier camino que se recorra, se debe recorrer entero, estando plenamente despierto en cada segundo y mirando de frente todo lo que aparezca.

Si uno desaparece en algún fotograma, en ese momento las cosas se caen o se van.

Se vuelve también inevitable la mirada sistémica: el reconocerse uno parte de un paisaje, ubicado en un punto preciso del mapa, sin posibilidad de llegar a otro punto de ningún modo más que recorriendo todo el trayecto. Otro motivo para estar despierto todo el tiempo.

El único modo de estar despierto todo el tiempo es hacer lo mínimo, parece.

Cualquier esfuerzo por encima de lo estrictamente imprescindible genera ruido, dsitracción, desvía la mirada de la razón del esfuerzo al esfuerzo en si.

No sé, apenas tenga alguna idea más, la tiro.

domingo, 22 de mayo de 2011

Te quiero

Es oscura porque sale de lo profundo.

Se niega a dejarse ver, por momentos aparece en mi cabeza como el movimiento de una planta submarina, como una inmensa víscera sin ojos, un pulpo gigante, mi propio dios monstruoso que al moverse se delata, para esconderse inmediatamente.

No: esconderse no.

La profundidad da tanta autoridad al mandato, a sus órdenes previas a las palabras que, sin articulación alguna, obedezco el pulso y la dejo de mirar cuando lo ordena.

Está hecha de sangre entre otras cosas, de violencia.

La violencia de Ares y Afrodita, la vehemencia de Zeus y Hera.

Los dioses son todo menos limpios.



Suma, a cada día, todo lo de la carne más todo lo que soy, más todo lo que viene de más allá.
Mis peores aspectos se suman: no puedo dejar nada atrás.

En esta magia de entregarme entero.

Y no puedo juzgar: si quisiera discriminar, vomitaría. Vomitaría todo lo que trago, voraz, que viene de más allá.

De las fronteras increíbles de mi ser.

Del otro lado, de otro mundo.

De otra conciencia.

No puedo ni quiero elegir, separar, filtrar.

Soy todo. Ando entero. Tomo todo.

El camino se construye vigoroso, jugoso, invisible.

Lo subterráneo se mueve sinuoso, agitando felicidad primitiva.

La superficie está luminosa y amplia, espaciada, aireada.

Llena.

sábado, 21 de mayo de 2011

Ve hacia la luz, Timmy

Mario Levrero, dueño de una de las mejores prosas atormentadas que haya leído, dice que intentó durante años escribir una "experiencia luminosa" que vivió, sin lograrlo.

Que cada vez que llegaba al núcleo del asunto, la experiencia en sí resultaba sosa, literariamente intrascendente, en contraste con lo profundamente significativa que había sido en lo vivencial.

Gabriel dice que la experiencia luminosa no es catártica, por eso su narración no produce impacto: que las emociones negativas uno sí necesita purgarlas, por lo que se puede alcanzar una masa crítica en cuya acumulación se produzca suspenso, y una descarga en la que el lector pueda desentrañar el nudo y resolución de un conflicto. Pero que las emociones positivas pueden acumularse infinitamente, por lo que no hay masa crítica ni culminación.
Puse algunas palabras en boca de Gaby, pero no creo que llegue a leer esto para quejarse.

Hace mucho escribí esto, donde expreso lo más claramente que puedo mi característica entonces vigente de perder las fronteras entre yo y lo demás, y la sensación desesperante que a veces puede producir, así como su lado bello.
Hace poco empecé a experimentar un nivel interesante de integración conmigo mismo, que tuvo como efecto inesperado un aumento en la nitidez de la percepción de los demás como algo separado de mi y una sorprendente aceptación de esto.
Se me evidencia ahora el hecho desconcertante de la impenetrabilidad del otro y su total independencia respecto de cualquier cosa parecida a un deseo mío.

Extrañamente, no tengo problema en aceptar eso.

Llegó además, al mismo tiempo, una creciente percepción de otra unión e interrelación entre las cosas que construyen un contexto, junto con la muy incipiente sospecha de que los deseos pueden coincidir de modo legítimo, de que el contexto puede construirse intencionalmente de modo que sea sostén de amor y de emociones positivas de acumulación infinita.

Cuanto más me acerco a las ideas más novedosas y trascendentes de mi vida, más descubro que todas se puede expresar desde el sentido común. Las cosas como las ve cualquiera, se van pareciendo a como logro, a través de mucho esfuerzo, empezar a verlas. Y lo más raro es que nada cambia mayormente de lugar: todo parece lo mismo y realmente se podría decir que las cosas en si no cambiaron. Pero no lo es, de ningún modo.
Nada es lo mismo.


Hace dos días me di cuenta de que no quiero entrar en contacto con mi lado femenino por rechazo hacia mi madre, segundo seguido recordé muy vivamente que no soy mi madre, y una especie de mecanismo, de funciones sutiles, pero sencillo y sólido, hizo click y sentí mucho agradecimiento hacia ella por darme entre otras cosas un lado femenino que es mío y no es ella, y me va a dar muchas cosas en el futuro inmediato.
Se mezclaban la alegría de entender que esto tan valioso y fuente de cosas que deseo me pertenece porque es yo y no ella, y el agradecimiento de que me lo hubiera dado a través del parto.

Compré el libro de Levrero porque la premisa desde la que intenta escribir "La novela luminosa" y el método con que intenta abordarla reflejan mi propia problemática con el acto de escribir: yo tampoco logro describir lo importante, el eje del camino de la búsqueda de libertad. Yo también intenté comenzar por generar un contraste que permitiera mostrarlo y me perdí en el morbo de la descripción del dolor.

Además, porque lo conocí personalmente: era amigo de mi padre, pasaban a veces bastante tiempo juntos.

Lo compré en Eterna Cadencia, una librería en la que entré sin saber porqué, dado que siento bastante rechazo por cualquier lugar donde haya grandes pilas de papel, mucho mas cuanto en esas pilas pueda haber algo que me atrape y me robe mi dinero y, peor, tiempo de mi vida.

Después me di cuenta de que el nombre de la librería figura en el blog de una chica que hace mucho no veo, y que tal vez entrara buscándola.

Que en vez de a ella encontré el libro póstumo de Mario Levrero, amigo de mi padre, muerto con apenas tres años de diferencia, y me identifiqué con su problemática, pero que también y quién sabe en qué proporciones, espero en cada página encontrar alguna referencia a mi padre.

Reviví la práctica muerta de comprar libros para buscar a una mujer, para buscar a mi padre, para buscar una ayuda en lo único que tal vez sienta como una desafío que me interesa o una deuda con la literatura que permanentemente alardeo de haber podido abandonar.

Es rebuscado, pero la densidad de las coincidencias me obliga a preguntarme si avancé algo desde el momento en que deseaba que mi padre no se muriera para que pudiéramos algún día volver a jugar como cuando era chico.

Si avancé en mi modo involuntario de buscar cosas.

Si avancé en describir el núcleo de la búsqueda espiritual, en deshacerme del morbo y el facilismo que llevan a narrar la enfermedad y el sufrimiento como si merecieran espacio en la práctica artística.

Si estoy buscando las llaves debajo del farol porque es donde hay luz o porque verdaderamente cayeron en ese lugar.

Lo único claro es que al menos leer los problemas propios que otro tuvo antes que yo y ver qué hizo, puede servirme.

Creo que si, que busco luz.

Creo que si, que vuelvo a pasar por donde estuve.

Creo que es mas liviano cada vez.

Que estoy recorriendo la espiral hacia afuera, hacia arriba.

Entra una bocanada de aire fresco.

Reflexiones sobre el amor en tiempos de hiv. Fotos varias, II

Foto Dos: El amor enfermo.


Me senté a la vereda de "La vaca atada", una parrillita de Palermo en Córdoba y Maure, de esas resistentes al hollywood, que no se compraron platos cuadrados, ni subieron los precios, ni dejaron de ser de barrio, y me pedí una cerveza y una suprema de pollo con fritas.

Mientras esperaba, comencé a relajarme. Había dejado la bicicleta sin encadenar enfrente mío, y el día era fantástico: pesado con vientito y sol dorado, ese que saca los colores más brillantes de los objetos.

Tengo una serie de problemas de vista: no veo lejos ni preciso, pero eso nunca me impidió absorberme en la visión de las cosas, y lo hago tan a menudo como puedo.
En la visión y percepción de las cosas, momentos. En su experimentación sencilla.
El día magnífico me llamaba, y el lugar era perfecto: la esquina de cuatro veredas de casas bajas y casi sin tránsito.
Cada tanto hasta ocurría que no había más ruido que el de los comensales.
La sensación de barrio pachorra que te llama a tierra: de ser una gota que cae desde las nubes, con tiempo para planear, pero con un recorrido seguro. Reconfortantemente seguro.

Y hacía mucho que no me tomaba el tiempo, ya lo extrañaba.

Sentadito a la mesa, replegué algo de mí hacia dentro y lo dejé caer por un túnel negro. Luego lo seguí de cuerpo entero y ojos abiertos, cayendo hacia la quietud del día dorado, flotando, hasta estar a la par.
Ahora caíamos juntos, la quietud y yo, en el fluir vertical de la quietud, ese que cualquier cosa que se mueva rompe, transversalmente. Y, desde ahí, acechamos juntos la próxima oportunidad.

No sé cuánto después, ocurrió: un señor entró sin previo aviso en mi campo de visión. La rotura de la quietud proveyó la energía suficiente para que fundiera mi conciencia en los colores de su camisa, pasteles pálidos, pero tan brillantes con el sol... la proporción de silencio y sonidos se empezó a recortar en un juego de totales que se alternaban como fondo y figura.

A veces estoy parado en el silencio, observando el paisaje de sonidos.

A veces estoy montado en un sonido disfrutando la ilusión de paralaje auditivo, oyendo todo desde el primer plano de este chico que se ríe o este auto que se va.
De repente el árbol sobre la calle con sus hojas que sospecho separadas pero veo fundidas se vuelve plenamente tridimensional, un testimonio de la corporeidad del mundo.

La quieta corporeidad del mundo.

Sobre la mesa circula el reflejo dorado de mi cerveza, por algún lado vuela una mosca y el aire se mueve entre nosotros, sinuoso como un dedo por la arena.
El tiempo no existe.
Pero llega la milanesa y me tengo que reconcentrar para almorzar.




Coincidencias, en el mismo día me encontré con dos astrólogos. Me regalaron una carta natal con Liliana Ortiz y me encontré imprevistamente con Nicolás Martinelli.

Ambos comparten la misma característica de todos los oráculos y algunos dirigentes: dan rienda suelta a su verborragia y se dejan llevar por las palabras hasta cumbres de sentido y significación. En el medio pueden agotarte, pero si uno resiste el cansancio, puede llevarse perlas.
Lo primero que me dijo Nico, fue "el hiv es la enfermedad del amor".
"Del amor enfermo", agregó inmediatamente.



Tras varios años de amistad, me encuentro teniendo fuertes fantasías con X.
Me encuentro en la duda de qué significa la franela que tanto me aplica/nos aplicamos. ¿Es un código entre amigos, que yo estoy perdiendo de vista? ¿Sentirá la misma atracción que yo y tampoco se atreverá a dar ese paso? ¿Disfrutará simplemente de tener un amigo al cual llamar en cualquier momento y franelear, pero no cogerme, todo en un único movimiento cuya razón sea sentir todo ese poder sobre mí, el de atraerme y negárseme sexualmente?
Cierto día, la tensión se me hace insostenible.

Podría llegar a niveles de tensión mucho mayores, pero no tengo interés.

Siento que tengo tareas para hacer con toda esta energía que me consume esta fantasía. No sé cuáles, pero sé que prefiero mantener esta energía para mi o para nosotros en vez de dejarla fugarse en la indefinición.
En los cinco segundos previos a tirarme a la pileta, tomo decisiones nuevas en mi vida.

Si vamos los dos en la misma dirección, buenísimo y veremos qué pasa.

Si no, posiblemente perdamos un amigo cada uno.

En ese caso, no es más una tarea mía contenerla a ella, en ningún aspecto.

Un amago mental de todas las seguridades que en otro momento hubiera intentado darle pasa por mi cabeza: que esto no afecta la amistad, que esto no es culpa de nadie, que pasado cierto tiempo todo se re encauzará normalmente.
Somos los dos grandes, lo mismo que sé yo, lo sabe ella.

Y la única seguridad que puedo dar es que si perdemos la amistad, nos va a doler a los dos.

Y que ya la perdimos, porque yo me la quiero coger, y no estoy dispuesto a mantener eso en la sombra mientras ella me llama para juntarnos en reuniones con amigos a charlar.


No siente lo mismo que yo, supone que lo mío es una cuestión circunstancial, yo no encuentro argumentos para decir que no. Tampoco argumenté una atracción en mi vida, y definitivamente no es éste el momento de empezar.
Prefiero dejar la casa.
"¿Qué vas a hacer ahora?" me pregunta.
"No sé" le respondí, y era verdad.
Pero si hubiera sabido, ya era asunto solamente mío.



Liliana Ortiz, la otra astróloga, dijo por su lado (coincidentemente con algunas ideas de Alicia Valero,), que mi campo áurico tiende a ponerse poroso, permitiendo la entrada de cualquier basura, y que esto está íntimamente vinculado con la manera en que me relaciono con las personas, lo que busco en las relaciones.

Que tengo problemas para mantenerme unido, que sufro disoluciones espontáneas de mi personalidad, que los bordes entre lo que experimento y lo que soy se me difuminan fácilmente. Que mis fronteras son fácilmente invadidas.

Que ahí radica el aspecto femenino de mi poder creativo (síntesis mía), al mismo tiempo que un espacio de debilidad, por no poder mantener mis límites definidos.

Mis defensas altas.




Duermo y sueño.
Hace miles de años, conocí, una vez, una chica que me gustaba. Tal vez estuviéramos en una fiesta, lo que recuerdo es el proceso.
Primero, de a poco, todo lo que nos rodeaba comenzó a apagarse.
Después, yo.
Cuando sólo quedaba ella, volví a ser conciente de tener un cuerpo, porque el mío estaba fluyendo hacia ella.
Primero las moléculas de mi cara, de a una. Eventualmente mi pene seguiría el camino, pero por ahora, yo era simplemente un río de moléculas que habían sido mi cuerpo que, como vapor, como niebla, abandonaba la estructura de mi ropa, que seguía simulando un hombre parado y comenzaba a rodearla.
A abrazarla.
A ser respirada por ella.
A embeberla, y cuando sus moléculas empiezan a teñirse de mi, despierto angustiado.
Afortunadamente, estoy solo.

Lo bueno de estar solo es... que me gusta disgregarme, pero necesito volver a concentrarme con periodicidad, y si hay alguien cerca puede ser doloroso y confuso.
Y si estoy solo es más fácil volver a ser yo. La diferenciación y expulsión de lo que no soy yo es tanto mas sencilla...
Aprovecho lo inusual de la hora para estar despierto y, oyendo los pocos sonidos de la noche, algo de mi resbala hacia dentro. Y la frazada se vuelve un cuadro puntillista en braille sobre mi piel. El dibujo es... fascinante.

Atrapante.

Inconcebible.

Inexplicable.

Empiezo a sentir el aire sobre mi cara, el aire entre mi cara y la pared, el aire
desde la pared hacia mi cara.

Como vapor, como niebla, empiezo a sentir el cuarto más allá de las frazadas, y vuelvo a dormirme, al mismo tiempo.

Algo de mi cae hacia un túnel negro.

Las frazadas flotan sobre la cama vacía.

Y no estoy más.

domingo, 15 de mayo de 2011

regalo

Hay personas que son un riesgo, y personas que son ganancia neta.
Meuge es de las segundas.
Es de las que cuando llegan parece que ya estaban desde mucho antes, de las que cuando te das cuenta que les tenés cariño una voz interna te dice que por fin te enterás.

En algún momento leyó el texto posteado un poco más abajo, "te quiero gorda".
Y nos regala esto.

Siempre un lujo.























La contemplación callada por un período breve es la llave a un mundo de emociones poderosas, con las obras de M. Siempre.

sábado, 23 de abril de 2011

Cosmos, caos, dinámica, sentido común y estados de ánimo

El que lea esto puede asumir algunas partes como inevitables o no: no tengo ganas de dramatizar la situación para generar un enganche emocional en el lector que lo lleve a identificarse con el hipótetico heredero de la violencia, de modo que comprenda la fuerza irresistible que arrastra todo aprendizaje en el seno familiar.
Alcanza con una autocrítica honesta para eso.



Un día de mal humor

Karma es causa y consecuencia.

No es justicia, no es un intercambio, no es que "si hacés cosas buenas, te pasan cosas buenas", como si hubiera un eje cósmico a un lado del cual se amontonan cosas a las que se llama buenas y del otro lado las que son llamadas malas por estar puestas ahí, y una fila en la que nos colocamos como escolares bien educados para que un señor sentado en el límite nos vaya dando un paquetito que dice "cosas buenas" a los nenes que nos peinamos y no gritamos, y otro que dice "cosas malas" a quienes, no sé... hayan torturado o algo asi.

No hay bien y mal, o no encontré nada parecido hasta ahora. Encontré entropía y negentropía, amor y vacío, orden y caos. Bien y mal, no parece haber. Recompensa y castigo, tampoco.
Pero si hay causa y consecuencia.

Karma es causa y consecuencia.

Es, por ejemplo, nacer hijo de un padre alcohólico y golpeador y vivir las experiencias primarias de socialización bajo esa regla.
Y llegar a grande como no cabe de otra manera, alcohólico y golpeador.

Es vivir en un país tercermundista y que te intoxiquen el agua.
O que alguien invente el riesgo país para quedarse con lo de otro y caigas en la volteada, y te dé una apoplejía el día que te rematan la casa.

Es que si te pasaron cosas malas, te van a seguir pasando cosas malas.

Es lo que paga el espíritu por vivir encarnado, lo que lo deja sujeto al vaivén de las olas mecánicas de la materia.
Hay olas insuperables, como un terremoto, y otras cuestionables, como la del primer ejemplo.
Pero ya sabemos: levantar la cabeza por encima de todo lo mecánico de la vida implica juntar la inmensa cantidad de energía psíquica necesaria para cuestionar lo aprendido y sabido, más la otra inmensa cantidad de energía psíquica necesaria para imaginar una alternativa viable con la suficiente intensidad como para volverla potencialmente tangible, más la tercera inimaginable cantidad de energía psíquica necesaria para saltar de un paradigma a otro, abandonar el primero y sostenerse periódicamente en el nuevo el tiempo suficiente como para consolidar efectivamente el cambio.

La cantidad y calibre de las traiciones necesarias para lograr esto es tan grande y dolorosa como todos los pasos previamente dichos.

La libertad de acción desde esta perspectiva se vuelve por momentos algo tan fácilmente medible en términos de disponibilidad energética y escalones de capacidad, como quien cuenta sus monedas frente a una vidriera y elige una primera o segunda marca, un frasco mas o menos grande, o sólo se percata de que no le alcanza para nada.

Es más fácil, en ese sentido, cumplir el karma que trascenderlo.

Es más fácil entregarse a la materia y a la contabilidad semioculta de su conversión en energía, revolcarse con el mundo y la sensación que produce lo evidente, embriagarse con los sentidos y amar, odiar y aburrirse por turnos, ser aplastado por lo fuerte y romper lo débil, dar lo que recibo (que es lo único que tengo a fin de cuentas, porque nací desnudo), y sembrar más y más de la semilla que prendió en mi, ser parcela de tierra para la orden del cielo, repetir en ecos lo que me toca, sea lo que sea, pasión, dolor, risa: que todo lo que me llega del mundo se refleje a través mío sin más distorsión apenas que la sombra de mi silueta.

Causa y consecuencia, y nosotros en el medio.



Un día de buen humor

Karma es causa y consecuencia.

No es un intercambio: no es que hacés algo por alguien y eso se computa en una balanza cósmica como un vale por el derecho a que alguien haga algo por vos.
Es como regar tus plantas todos los días, con lo que apenas lográs incrementar la posibilidad de que se mueran menos y florezcan más.

Es saber también que cuanto más te ocupes de tus plantas, menos te ocupas de otras cosas.
Y también es aceptar volverse más vulnerable a que cualquier cosa que dañe tus plantas te dañe con más profundidad.

Karma no es recibir agua por agua, ni tener garantías. Es dar de buen grado, en la medida de lo posible.

Y aceptar que lo que vuelve es otra cosa.

miércoles, 20 de abril de 2011

Diálogos en la cocina

-La última pregunta: y tal cosa, entonces, ¿es así o asá?
- Asá. Y quiero recalcar que dijiste "última pregunta", así que espero que no preguntes nada más nunca el resto de tu vida.
- Si, claro. De ahora en más, solamente voy a hacer afirmaciones.
- Huy, cagamos.
- Si, claro.







Final alternativo:
- Huy, cagamos.
- ¿Porqué hablas de "nosotros", kimosabi?

lunes, 18 de abril de 2011

Te quiero gorda

El poco higiénico hábito de escribir, incluso en desuso, implica el mucho peor hábito de pensar a veces en tiempo real el modo en que uno contaría tal o cual situación.
Afortunadamente mis pensamientos actuales, los de este tipo, son banales y carentes de tensión.
Por ejemplo: ahora vivo con Gabriel y sus dos gatas siamesas, y las gatas son una fuente inagotable de pequeños eventos hipnóticos.

Como toda gata de tres años, Maga está predispuesta a la acción, y si uno deja cualquier rendija abierta la cruza, sin importar que sea la puerta de mi pieza o una ventana al vacío del tercer piso.
Merlina, en cambio, como gata de once años, no siente mayor atracción por lo nuevo o diferente.
Está más gorda así que no tiene la misma movilidad, aunque tiene en sus movimientos la misma elegancia y mucha, mucha más autoridad.
Sin dejar de ser curiosa por cualquier cosa cercana, la noción de “cercana” es en ella muy diferente, y elige siempre bueno conocido sobre interesante misterioso.
Se queda, entonces, echada sin inquietud sobre el primer humano que encuentre, sin que ninguna tentación la mueva a dejar de disfrutar de la franela y sin intentar, como Maga, tenerlo todo.

Y mientras pienso esta descripción, me doy cuenta de que quiero que mi próxima novia sea así.

Tiene que ser vieja, o lo bastante cercana a mi edad como para compartir estas características.
Tiene que ser gorda: sensual, autoindulgente, lánguida.
Y claro, tiene que ser gata. Principalmente tiene que ser gata.

Alguien a quien pueda regalar almohadones sedosos donde encontrarnos sin inquietudes, sin dudas, y sin profundidad. Que los entienda y los sepa navegar.
Que no esté interesada en másaventuras y refriegas que las que tengamos a mano. Que se vaya cuando se canse, y que se canse poco.
Que no me extrañe si no estoy.
Ni me festeje al verme sino, simplemente, se deslice conmigo por la cama, sabiendo que no hay nada que hacer con el día, ni modo mejor de pasar el tiempo.

domingo, 3 de abril de 2011

Los hombres dulces

Sé que otras tribus lo hacen diferente.

En la mía, cuando nací, todos los hombres de la tribu vinieron a festejarme. Antes de que me robara un duende, me robaron ellos y me llevaron al claro donde recibimos a todos los nacidos de nuestra especie. Bailaron durante tres días, y se turnaban en mi cuna para alabarme y cantar canciones suaves sobre mis virtudes.

Me escondieron esos tres días de las mujeres: sólo entraba mi madre a amamantarme, en un juego de escondidas, mientras los hombres pretendían que no la veían, buscando duendes hostiles. Ella sólo me cantaba en la hora de la luna: es un recuerdo vaporoso, plateado y con algo de filo en algún lado.

Siempre hay alguien cantando cerca de la cuna de un recién nacido: no dejamos que haya silencio a su alrededor, más que para enseñarle los sonidos del mundo.

Tres días cantaron para mi la canción de mis ancestros:

Somos los hombres dulces

Nuestra tribu está en el largo de todos los días juntos

No disminuye y no crece

Entramos y salimos

Y hoy entra uno

Tiene que aprender a cazar, porque ya sabe cantar

Tiene que aprender a nutrir su casa, porque ya sabe buscarla

Tiene que aprender a sostener su debilidad y la de otros

porque ya sabe prender la semilla y seguir la estrella

Tiene que aprender el secreto del pozo

y mostrar la verdad de su fuente

Porque es uno de nosotros

y no pertenece a sus padres ni a sus hijos,

ni a hermanos ni esposas

Porque es uno de nosotros,

los hombres dulces.

jueves, 31 de marzo de 2011

Es cosa de saberlo

Hice un montón de cosas estando vacío.

Es una especie de ley de causa y consecuencia, no sé.
No justifica.

Allí donde no estuve en mi propio ser, en mi propia vida, donde me dejé estar vacío, o donde me quedé vacío, la fuerza de otra cosa me empujó.

La fuerza de otra cosa, no sé: el deseo de otros, el peso de los acontecimientos, la dialéctica histórica, la constitución humana. No sé.

Me empujó y yo fuí.

Sin mí, un movimiento a través de mi cuerpo.

Eso, es desamor.

Donde no estoy yo, pero mi cuerpo se mueve y mueve ondas en el mundo,
ondas de causa y consecuencia

sin mi

eso es desamor.

No estuve.

O estuve vacío.

O no pude estar.


Pero hice.


Y eso,

es desamor.


Un movimiento sin intención
sin líbido
sin deseo.

O con un deseo, una líbido

que pertenecen a la materia

al juego de bolas de billar de los átomos

no al sentido

no a la dirección intrínseca del cosmos

que permite el pasaje fluido de mi naturaleza.

Sino a una perversión
a un movimiento con consecuencias a pagar pero sin causas que asumir.


Y lo peor

es que me entiendo

me perdono

hice lo que pude

traté de mantener la nariz a flote.


No me arrepiento de nada.