ES IMPORTANTE SABER

sábado, 29 de diciembre de 2012

año


Por acto de voluntad, retengo en mí el paso de los días.

Dejan de ser hilo de agua que se roba mis partículas, huella que horada y se come mi ser a través del desgaste.

Empiezan a ser masa, a forjar una nueva inercia.

Una fuerza cada vez más imparable que me acerca a mi destino.

Respiro hondo y abrazo la dirección que trazaran todas las condiciones de mi nacimiento: los astros y la historia, mis rencores de clase, los traumas de mi familia y los que agregué yo mismo.
Los relámpagos liberadores del amor, donde estuvieron y donde los vaya a encontrar.

Abrazo juntos, mi destino y la posibilidad de ser libre.

Frente a mi, hacia mi, como un tren, un rayo de luz.

lunes, 11 de junio de 2012

La Rueda de la Fortuna por Adro Tenembaum

Características Generales de los Arcanos, Mayores y Menores

Todas las cartas de tarot son llamadas Arcanos, palabra cuya traducción más regular dice que significa "misterios".
Porqué una cosa cualquiera puede ser llamada un "misterio" tiene que ver con una actitud existencialista que se basa en el hecho de que todo, absolutamente, tiene una superficie, que es lo primero que se conoce y en la cual la conciencia refracta, lo que le impide (a la conciencia) adentrarse de un solo vistazo en la profunda y verdadera naturaleza de la cosa percibida.
En epistemología se suele decir por esto que el primer obstáculo al conocimiento es el conocimiento mismo.

Lo que hacen las 78 cartas del mazo de tarot es representar, a través de metáforas, otras tantas situaciones de la vida, buscando abarcar así la totalidad de las experiencias significativas que cualquier ser humano puede atravesar.
Por un lado, cada situación es en si misma un "misterio", según lo antedicho y por otro, cada carta representa solamente lo genérico, lo medular, de cada situación. Por lo que, en una lectura, la carta es un cascarón a romper para poder penetrar con mayor profundidad en la situación concreta hacia la que señala.

Las 78 cartas se dividen en 56 Arcanos Menores, divididos a su vez en cuatro palos, como los mazos comunes, y 22 Arcanos Mayores.

Los Arcanos Menores reproducen situaciones vitales más o menos circunstanciales pero arquetípicas, de acuerdo a un código numérico por un lado, un código basado en los palos por otro, y una representación pictórica o visual que intenta condensar y manifestar todas las metáforas posibles que surgen del cruce de ejes números / palos.
Intentan agotar, en cincuenta y seis combinaciones, todas las circunstancias significativas posibles. Por esto es que buscan lo central antes que lo anecdótico: separan, por ejemplo, el concepto de “tregua” del de “paz”, porque ambas cosas son similares pero diferentes, pero trata de evitar la definición de una forma específica de “paz”, para que la carta pueda representar la paz en la vida de cualquier consultante, independientemente del resto del contexto: saber si es paz laboral, si es paz conyugal, si es paz conseguida tras largas luchas o no, etc., llega a través del resto de las cartas, en cada lectura.

Los Arcanos Mayores, en cambio, no tienen ejes genéricos, y el contenido de cada uno desborda cualquier grilla: son un conjunto especial de conceptos trascendentes. Prescinden del cruce que hacen los Arcanos Menores entre número y palo, y son cada uno la abstracción de un aspecto fundamental y, al mismo tiempo, complejo, de la experiencia humana.
Algunos porque remiten al funcionamiento teórico del universo, otros porque remiten a aspectos no circunstanciales (sino permanentes) del ser humano.

Si los Arcanos Menores metaforizan la variedad de la experiencia humana, los Arcanos Mayores representan la estructura desde la cual se la vive e interpreta, las matrices conceptuales desde las que se generan las ideas que expresan la experiencia existencial, y las experiencias inevitables que esta estructura atraviesa en el desarrollo de una vida humana.
Son conceptos al mismo más abarcativos y de mayor peso que los Arcanos Menores.

Damos por sentado que estas cartas representan no solo experiencias posibles, sino también espacios de la psique preparados especialmente para hacer posibles estas experiencias.

De todas las teorías sobre el origen del tarot, adherimos a las que no señalan un autor o cultura particular, así que no es posible saber quién o en qué circunstancias concibió los diseños de los Arcanos Mayores, pero es nuestra creencia que, quien haya sido, tuvo el talento suficiente como para acceder a contenidos profundos y estables del inconciente colectivo
Esta es la base del postulado más fuerte e interesante de la corriente de tarot a la que adherimos: que es que los Arcanos Mayores representan factores y funciones psíquicas universales.

Son, desde este punto de vista, los ladrillos elementales con los que trabaja la mente de cualquier ser humano: independientemente de su cultura o contexto, toda persona interpreta la realidad desde estructuras psicológicas subconscientes.
Suponemos que estas estructuras psicológicas subconscientes que determinan la percepción e interpretación del mundo son universales, y que no se las puede definir de un amanera terminante, pero que los Arcanos Mayores representan una formulación extremadamente aproximada a su contenido más básico.

Y esta es la razón de que no tengan un orden conceptual: de la misma forma que no se pueden numerar los órganos internos de una persona porque no hay ninguna necesidad lógica de que el corazón esté antes o después que el esófago, no se puede dar una jerarquía definitiva y consistente a todos los constituyentes de la psique, aunque algunos aparezcan más relacionados entre sí que otros, y eventualmente, en diferentes conjunciones de cartas, se puedan establecer relaciones de paternalismo, de dirección, de subordinación, etc.
Pese a esta falta de orden intrínseco, o precisamente para paliarla, quizás, se han propuesto varias formas de “hilar” los Arcanos Mayores entre sí, y aquí exponemos brevemente dos: la noción de que representan el desarrollo psicológico de un individuo y la de las virtudes cardinales, dado que las consideramos fértiles a la hora la interpretación y reflexión.



Los Subgrupos dentro de los Arcanos Mayores

Los Arcanos Mayores tienen, según varias corrientes teóricas, entre uno y varios arcos argumentales, comunes a los 22 y superpuestos según niveles de interpretación entre psicologicistas y cósmicos, dependiendo del tipo de fenómenos a los que aludan.
Según quién, en el desarrollo de las 22 cartas, puede leerse el desarrollo psicológico de un individuo desde su nacimiento hasta la máxima madurez posible, o puede estudiarse el funcionamiento teórico del universo, o pueden encontrarse todas las instancias de la vida política y social humana.

Algunos grupos de cartas pueden aislarse según estas ideas: de esta forma, las “Virtudes Cardinales” explican la física teórica del tarot según la cual funciona el universo, en el nivel mínimo conceptualizable.

De la misma forma, hay un conjunto de cartas que representan al individuo, sus componentes psicológicos y sociales y lo básico de su acción en el mundo.

Estas cartas son las que van del Cero al Siete, siendo Cero y Uno, El Loco y El Mago, las expresiones del individuo en su aspecto más infantil y más desarrollado respectivamente, y las siguientes cuatro los componentes iniciales y fundantes de cualquier individualidad.


Las virtudes cardinales

Dentro de los 22 Arcanos Mayores, algunos autores distinguen cuatro de ellos como el subgrupo especial de las “virtudes cardinales”.
Según cada autor, estas virtudes son adjudicables a, o representadas por, los cuatro elementos, cuatro arcángeles específicos (Uriel, Rafael, Miguel y Gabriel,), cuatro dioses paganos, cuatro demonios babilónicos o cuatro santos católicos (Mateo, Marcos, Juan y Lucas ).
Este debate no importa demasiado para nosotros porque, dadas las características de las “virtudes”, que ahora veremos, no resulta obvio ni imprescindible que su número preciso sea cuatro, con lo que la fuerza argumental de la idea decae, si bien su fuerza poética (y mnemotécnica) se mantiene.
Lo que hacen las “virtudes cardinales” es crear y sostener el mundo.
Donde falta alguno de estos principios, la energía se escapa, la materia se desmorona o confunde y la conciencia no encuentra apoyo, por lo cual, exista o no algo más allá de la trama de las virtudes, es incognoscible para nosotros.
Estas virtudes son: la Templanza, la Justicia, el Amor y la Fuerza. Cada una comparte características con las otras, pero mantienen reinos y funciones definidas.
La Templanza integra y economiza: junta elementos dispares y mediante su acción los funde en otro elemento distinto dejándolo, idealmente, en su punto justo, en su centro exacto. Es el metabolismo que transforma lo que uno come en uña, ojo, hígado. Es la sinergia.
La Justicia, por el contrario, discrimina: hígado e intestino pueden estar cerca, tocarse y pertenecer al mismo cuerpo: ser el mismo organismo. Pero cada uno es cada uno. La fuerza que mantiene identidad y característica de cada uno es la acción de la Justicia, indicando quién es quién y qué le toca recibir y hacer.
El Amor es lo que motoriza todo esto: es la intención de acercamiento entre las cosas, es el fluír del sentimiento y la atracción, la tendencia a asociarse. Es el sistema circulatorio del universo, la emoción.
Finalmente, la Fuerza, es el sostén, la sangre misma. Es el Chi, el Ki, el Prana. La energía que, llevada por el amor o por sí misma, se zambulle en la materia y la convierte en carne. Es la vida misma: en el umbral entre la conciencia más mínima y la nada, vida inconfundible.






 Arcano Mayor Número 10: La Rueda de la Fortuna

La versión del mazo Rider de esta carta la ubica entre aquellas que contienen en escena al total de las fuerzas universales, o virtudes cardinales.
En esta carta es donde, por primera vez y producto del aprendizaje de la paciencia del Ermitaño, el individuo accede a una perspectiva de la realidad que trasciende su propia escala.
Como primera vez, es necesariamente limitada, pero extremadamente útil.

La Rueda de la Fortuna representa el dinamismo, la tendencia al movimiento de la realidad desde su aspecto más básico y crudo, dentro de lo perceptible por el ser humano: todo aquello que esté sostenido por las condiciones básicas de existencia – Templanza como integración, Amor como motor, Justicia como organización y Fuerza como sostén – entrará en movimiento, indefectiblemente.

El movimiento en sí es inabarcable, pero la característica fundamental del cerebro humano como órgano perceptivo es encontrar o crear orden en el mundo. Y el movimiento es la única fuente de la sensación de tiempo.
Por lo tanto, dentro del movimiento de todo lo que existe, encuentra los ritmos subyacentes y crea series dentro de la sucesión inacabable de hechos que ocurren.
A partir de entonces, el individuo tiene para siempre un pie en cada lado: un ojo en medio del río, mirando la corriente venir de frente, y otro en la orilla, viéndola pasar, desde una perspectiva más “objetiva”.

Cuando se contemplan las cosas desde el ojo dentro del río, todo es veloz, fugaz y diverso, diferente.
Cuando se las contempla desde la orilla, el cerebro comienza a encontrar similaridades y procesos: la luna de cada es noche es siempre diferente, pero en treinta días regularmente engorda y enflaquece, late. Cada atardecer es único, pero siempre es seguido por la noche, y luego por el día y otro atardecer. Todos los niños crecen, y se chocan con la adolescencia, todos los matrimonios tienen su crisis del séptimo año.

Cada vez que un patrón rítmico, una serie, recomienza, se activa la metáfora de La Rueda y lo circular.

La visión del movimiento intrínseco, íntimo de la realidad y la magnitud infinita de ciclos que contiene, tienden a producir en los individuos una sensación de sobrecogimiento reverencial y asombro casi religioso, que puede derivar en dos caminos diferentes: una parálisis y una actitud de “rendirse” ante la vida, porque “todo es demasiado” y “todo ocurre sin necesidad de nuestra intervención”, cuando estas sensaciones de inmensidad chocan contra un ego demasiado constituído, o una “reposada urgencia a la acción”, surgida de la tranquilidad de que, si bien hay cosas que sí se lleva la corriente, también hay otras que vuelve a traer, siempre, por lo que el trabajo que no se puede realizar en un solo día no necesariamente se pierde, y alcanza con flotar atento para ir sumando una oportunidad ganada tras otra, y acumular, y realizar un día lo impensable.

Las figuras de las cuatro esquinas de la carta representan a las virtudes cardinales, en diferentes encarnaciones.

Las que giran alrededor de la rueda representan los dictámenes “Yo mando”, “Yo he mandado” y “Yo quiero mandar”, así como tres dioses egipcios (cuyos nombres no recuerdo pero) que representan la vida, muerte y resurrección, entendidas como la dinámica que mantiene vigente el total de la vida a nivel planetario.

Las letras hebreas y la palabra “Taro” dentro de la rueda aluden a un intento del argumentista del mazo (Richard Waite) de vincular el tarot a la Torah, y por lo tanto a la Kabala y la tradición filosófico – religiosa hebrea, y por último a la estructura del nombre de Dios dentro de esta religión. Una exageración respecto del tarot, a mi gusto, pero una muestra cabal de la importancia que tiene esta carta y este concepto en realidad, porque la idea final, es que el nombre de Dios está inscripto en el total de los acontecimientos que puede percibir el ser humano, e implicado en el orden, tanto en el orden subyacente que sustenta a los acontecimientos, como en el orden que los acontecimientos despliegan y que les permite ser comprendidos como tales por los seres humanos.

Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de la carta: percepción del tiempo – paso del tiempo – lo cotidiano, el día a día – el ciclo – lo que se repite solo – altibajos y vaivenes

martes, 6 de marzo de 2012

Color se extiende lentamente con morbo en los bordes porque saben van a devorar lo que tocan, siempre.

En algún lugar, el resorte de una cuerda se desenrolla marcando la expansión.

Puede ser la única parte que sabe la duración, la vida real.
"El tiempo no existe" dice, "pero mi extensión si". En verbo y sustantivo.

Reloj interno determina la aparición de volumen, y color no pasa a obsoleto, pero se vuelca y cede la importancia del momento.
Suben burbujas que estuvieron siempre contenidas en él desde el principio: textura y olor, cadencia. Los hijos del primer momento que escapan hacia sus propios caminos, apuntalando mediante hilos invisibles, inconcientes, la consistencia del todo.
Sus mismos pasos son la fuerza que tira del resto y emerge lo demás, lo que iba a ser desde antes.

Todo se solidifica y el momento se define. Inevitablemente va a cambiar otra vez, y eso va a marcar un período. Es historia en marcha. Es piedra fundacional de lo que venga, es protagonismo en la existencia.

El arco del resorte sigue empujando: si hay éxito, terminará levantando motores propios.
Si no, será juguete del entorno.
Sin saberlo, con apenas retorcimientos internos como sentimientos que activan músculos que no se apoyan en ningún esqueleto todavía, mueve su masa hacia el lado del sol.

Por el cansancio de la labor sabe que queda poco, que llega la noche. Que tal vez ya haya llegado.

Y sabiendo que el tiempo no existe pero su propia extensión es finita, se aquieta y se sienta.
A esperar el trueno.


miércoles, 29 de febrero de 2012

Mucho tiempo traté de convencerme de que mi predilección por Apolo se debía a ser él el patrono de las ciencias, las artes, la profecía y la sanación.
Cosas a las que me creo afín.

O a que fuera más amable que Marte, a que fuera el Sol del Medio: equilibrado, austero, central, esencial.
A la esperanza de que su sobriedad característica me rescatara de los excesos en que suelo incurrir y que han mermado mi cuerpo.

Al simple gusto por identificarme con lo soberbio y majestuoso.



Pero la verdad es que soy un hombre pequeño y lleno de temores, y por eso detesto los caminos de la luna y el mar.

Y estoy muy resentido con la tierra: siempre fue fría y estéril para mi.
No otra cosa más que un desierto de nieve y sal.

Así que no quedan, no hay diosas para mi.

Como un hombre mezquino que gusta de ensombrecerse.
Esa fue mi búsqueda del Sol.

martes, 31 de enero de 2012

Reina de Bastos - Cecile Perret


Más de Cécile, acá.








































La Reina de Bastos


La Reina de Bastos es una persona capaz (o la capacidad de una persona) de ser fogosa y pasional pero no descontrolada ni violenta, aunque estas posibilidades estén constantemente cerca.

Es la intuición ciega pero certera, no tanto acerca de lo que se debe hacer en cada momento, como de lo que se debe aceptar y lo que no, de lo que gusta y lo que no, el reconocimiento sobre cada cosa acerca de si es lo que quiere o no, aún no sabiendo o pudiendo expresar lo que quiere.

"Huele parecido" es lo que puede pensar esta persona, o una persona regida o representada por el principio que indica la carta.

Es al mismo tiempo entusiasta y apacible, pero se puede llegar a desbordar.

Sabe administrar su entusiasmo y su placer para que no se agote, pero no lo puede hacer durar más de lo que dura el fuego por sí mismo.

Pero sabe dónde encontrar la próxima hoguera, y, si se comunica bien con las demás reinas, sabe cómo mantener la misma encendida.


La acción de lo femenino es permanecer abierta y receptiva, dispuesta a la fecundación.

La acción de los Bastos se desarrolla en lo instintivo, lujurioso y pasional.

La Reina de Bastos es la fuerza centrípeta que absorbe, convoca, llama, atrae y recibe a todos los fenómenos de fuego: es la sensualidad, las ganas de dejarse estimular por la vida, el deseo de recibir sensaciones intensas del mundo.


En la carta del mazo de referencia, la figura tiene varios elementos emblemáticos, símbolos que dentro del mazo aparecen repetidos como un código.

El primero y evidente es el basto (o bastón) que la reina sostiene en su mano derecha.

Ya dijimos que ese basto representa su propio entusiasmo, libido e instinto. Esto suele ser llamado, también, "la voluntad", por ser el deseo que precede a la sensación, razón y acción.

El hecho de que en otras cartas estas salamandras se arqueen sobre si mismas sin llegar a morderse la cola indica la fugacidad del fuego de los bastos, que no logra regenerarse a si mismo: lo intenso y efímero es una cualidad crucial de los bastos.

Dado que lo centrípeto es particularmente favorable a la conservación para el elemento fuego, los leones son el animal de fuego de la Reina (los leones son una forma de fuego estable, como vimos).


El gato negro erizado, indica la cualidad temperamental propia de todos los bastos, que en esta carta representa la tendencia a que la apertura al estímulo pueda convertirse en irritación por exceso en cualquier segundo.

El límite entre satisfacción y abuso es difícil de mantener para los bastos, y así como la reina convoca permanentemente, puede repentinamente cambiar de signo y rechazar con ferocidad cuando siente que lo que viene no es deseado, o adecuado, o simplemente está temporalmente satisfecha, o el estímulo es del tipo de los que producen violencia.


La facilidad con que un gato pasa del placer de recibir caricias a arañar y morder, su delicada e inestable separación entre el estímulo y carga sensual, erótico y sexual, y la violencia, es el ejemplo perfecto y más fácilmente comprensible para cualquier que haya tenido gato.

El temperamento italiano de películas (por ejemplo la hija de Don Corleone en “El Padrino”) es un ejemplo típico de una reina de bastos con el gato “activado”, e incluso demasiado presente.

Huelga decir que esta característica se manifiesta tanto en hombres como en mujeres.

Otros detalles "en código" son el color amarillo de la vestimenta y el naranja del trono, que indican respectivamente claridad y placidez mental (el amarillo) y sensualidad, pasionalidad y valoración de lo material (el naranja).

El girasol en la mano izquierda simboliza, la fertilidad de la líbido y, nuevamente, la amabilidad que los autores eligen darle en este mazo.


Pueden, entonces, ser palabras clave para la interpretación de la carta: elemento fuego – lo intenso – lo instintivo – receptividad – fuego estable – sensualidad – cambios de humor repentinos


miércoles, 25 de enero de 2012

Si, bueno, cuando sea un gran estadista voy a pensar distinto

A riesgo de delatarme como un snob del vejentismo - que lo soy- son muchos los momentos en que siento que toda la problemática sopa/pipa es totalmente sub 25.
O sea: me crié en los 80´s y 90´s. Soy pre caida del Muro de Berlín.
Con el fondo de la guerra fría, parte del imaginario permanente era el invierno nuclear.
Vengo de un mundo sin celulares y que se creía encaminado a otro sin electricidad.
Y sigo pensando que el problema de base siempre es la redistribución de la comida.
No digo que tengo razón, o que está bien como pienso.

Solamente digo

que me la soba internet.

Dos ambientes

Por si algún día vuelvo a dar masaje considero cuestiones anatómicas sobre cómo se agita mi muñeca al batir unos huevos, cuando la veo asomarse por el rabillo del ojo. Sonrío demasiado abiertamente, y no se le me ocurre mejor cosa que darme un beso en el hombro y preguntarme de qué me río.


- Cuando estemos en confianza te cuento – es lo que más aire se me ocurre que me da para responder con sinceridad. Eventualmente.


Se pone seria y sin decir nada da media vuelta, se va al dormitorio y lo camina. La escucho desde la cocina. Pasa al living (y me hace acordar sin saberlo que ahora tengo dos ambientes).

Oigo cómo lo mide a pasos y sonrío de nuevo al recordar sus piernas cortitas.

Vuelve y sintetiza, con acento científico:

- Empezamos a coger allá (señala a través de la pared mi colchoneta en el dormitorio). Terminamos acá (da un paso fuera de la cocina y señala el living, abajo de los percheros que pusimos con Oveja). Y honestamente perdí la noción del tiempo que pasó entre un punto y otro. ¿Cuánto falta para que estemos en confianza?.


Tiene razón.

Igual hubiera preferido unos meses más para decirlo.


- Nada. Me pone contento que estés acá.


Contenta pero sobria, recatada, reservada, me da otra vez un beso en el hombro y siento el choque de una correntada, de esos que sé que nadie que no haya vivido una crecida de río en el monte va a entender.

Hacia el otro costado, desde el otro hombro, se abren el balcón y el cielo.

martes, 17 de enero de 2012

As de Copas


Este es mi blog personal así que lo puedo decir como quiero: somos internacionales como la connncha de su madre.
Candela, que es re grosa con el lápiz y con el cincel, nos manda desde Ca-na-dá esta versión del As de Copas.










































La explicación mecánica de la carta:

Ases

Todos los Ases representan el estado más puro y abstracto de cada principio, con sus características más exacerbadas. Marcan la irrupción en la realidad de la fuerza del principio que representan, el salto de cero a uno, de nada a la existencia.

Son la representación de esa fuerza en su modo más crudo, previo a toda circunstancia y modalidad (que luego se van indicando, del dos al diez), el poder absoluto de la energía en esa fase.


Palo de las Copas


Las copas son el elemento agua: la emoción, el sentimiento, la intuición, el inconciente y lo que surge de él y por tanto la imaginación soñadora - creativa: aquella parte de la mente que crea y "ve" imágenes internamente.


En el cuerpo, se ubica el tipo de sensaciones asociadas a estas funciones en el área entre el corazón y el plexo, por delante, y entre los omóplatos y sobre los riñones, por detrás.

Por su cualidad emocional y acuática, está asociado a los chakras o centros energéticos del pecho y plexo, vinculados a las emociones y sentimientos, respectivamente, desde los cuales uno se relaciona con el mundo en esos niveles.

Si estos espacios están cerrados, uno puede no proyectar, no “decir” al mundo nada en ese nivel, o puede no percibir, no “escuchar” al mundo en ese nivel. Estas cosas tienden a pasar de a una, aunque también pueden ocurrir juntas (no escuchar y no decir).


La característica principal del agua es fluir, tanto dentro de uno como de un estado a otro, y de una persona a otra.

Cuando esta fluidez se corta en el primer lugar (dentro de uno) uno empieza a tener “agujeros” o a quedarse estancado en ciertos estados emocionales.

Cuando se corta en el espacio intermedio entre uno y lo demás, uno deja de encontrar eco en el mundo, en el plano emocional, y la sensación de plenitud se convierte en sensación de presión interna, si la propia emoción no sale, o de alternativos vacíos y semi llenos, si la emoción ajena no puede entrar para realimentar la propia.


Cuando todo fluye plenamente, como el en As de Copas, la emoción propia de cada vivencia (pero más específicamente de vivencias trascendentes para uno, como las vocacionales o las “importantes” - por decir algo: la paternidad, las pérdidas grandes, etc) se difunde por todo el ser y, de plexo a plexo, de persona a persona, se contagia.

La alegría que uno siente al ver la sonrisa de un amigo, surge de este ida y vuelta: SU alegría se convierte en la mía, y la mía en suya.

Dado que la energía emocional “se comporta como el agua”, su característica es tanto la de fluir como la de no poder mantener forma por sí misma: por eso necesita de recipientes o límites que la contengan, como las copas.

De no haber contención, la emoción permanentemente desbordante, desbordada, se manifiesta como estallidos de furia, de llanto, enamoramientos instantáneos constantes, depresiones inmediatas e inexplicables, dependencias varias de personas, de vicios, de conductas que actúan, en la medida de lo que pueden, como recarga de la emoción perdida en el desborde y/o como contención.


Por eso, todas las cartas del palo de las copas incluyen rios, lagos o copas, según el total del concepto que se quiera indicar en cada carta. La función de las copas es siempre contener el agua, por lo que se refieren a los sentimientos de una persona específica, mientras que los ríos o estanques se refieren más al fluir de la vida, incontenido, o al inconciente colectivo, que no necesita una contención equiparable en términos humanos.


Las funciones de las copas son la de interactuar con el resto de los palos, definiendo la imagen precisa del estímulo que haya despertado al instinto y refinando la aproximación a la respuesta de ser necesario, y la de vehiculizar, sostener y ser la substancia misma de todos los procesos comunicativos entre un ser humano y cualquier otro ser viviente.

Son la comunicación interna de uno consigo mismo, y la externa, de uno con el resto del mundo, a través del sentir, el saber por percibir.



El As de Copas


Todas las copas están vinculadas al agua, que representa el sentir, el imaginar, la intuición, el inconciente y lo que surge de él.

En el cuerpo, se ubica el tipo de sensaciones asociadas a estas funciones en el área entre el corazón y el plexo, por delante, y entre los omóplatos y sobre los riñones, por detrás.

Todos los Ases representan el estado más puro y abstracto de cada principio, con sus características más exacerbadas.

En el caso del agua, la emoción, su principio “más puro y abstracto” es la sensación de plenitud.

El As de Copas representa la emoción que llena el pecho, desbordando el corazón y contagiando sentimiento al resto del cuerpo.

Las ganas de cantar, surgen del pecho lleno.

El llanto irrefrenable, también, sea por dolor o por pura “emoción”, esa experiencia de estar íntimamente conmovidos por algo indefinible pero que ocupa todo nuestro ser por momentos.

Esto es el As de Copas.

La experiencia de la emoción en tal plenitud que desborda, dentro y fuera nuestro.


Por su cualidad emocional y acuática, está asociado a los chakras o centros energéticos del pecho y plexo, vinculados a las emociones y sentimientos, respectivamente, desde los cuales uno se relaciona con el mundo en esos niveles.

Si estos chakras están cerrados, uno puede no proyectar, no “decir” al mundo nada en ese nivel, o puede no percibir, no “escuchar” al mundo en ese nivel. Estas cosas tienden a pasar de a una, aunque también pueden ocurrir juntas (no escuchar y no decir).


La característica principal del agua es fluir, tanto dentro de uno como de un estado a otro, y de una persona a otra.

Cuando esta fluidez se corta en el primer lugar (dentro de uno) uno empieza a tener “agujeros” o a quedarse estancado en ciertos estados emocionales.

Cuando se corta en el espacio intermedio entre uno y lo demás, uno deja de encontrar eco en el mundo, en el plano emocional, y la sensación de plenitud se convierte en sensación de presión interna, si la propia emoción no sale, o de alternativos vacíos y semi llenos, si la emoción ajena no puede entrar para realimentar la propia.


Cuando todo fluye plenamente, como el en As de Copas, la emoción propia de cada vivencia (pero más específicamente de vivencias trascendentes para uno, como las vocacionales o las “importantes” - por decir algo: la paternidad, las pérdidas grandes, etc) se difunde por todo el ser y, de plexo a plexo, de persona a persona, se contagia.

La alegría que uno siente al ver la sonrisa de un amigo, surge de este ida y vuelta: SU alegría se convierte en la mía, y la mía en suya.

Las copas se activan para definir la imagen precisa del estímulo que haya despertado al instinto, refinando la aproximación a la respuesta de ser necesario, o en todos los procesos comunicativos entre un ser humano y cualquier otro ser viviente. Son la comunicación en sí, entre ser y ser por un lado, y entre los instintos (primer palo de la baraja) y el intelecto (tercer palo de la baraja), y entre la conciencia cotidiana y el alma o quintaesencia, única parte del ser humano que escapa al mazo y sus leyes y es capaz de libre albedrío.

Dado que la energía emocional “se comporta como el agua”, su característica es tanto la de fluir como la de no poder mantener forma por sí misma: por eso necesita de recipientes o límites que la contengan, como las copas.

De no haber contención, la emoción permanentemente desbordante, desbordada, se manifiesta como estallidos de furia, de llanto, enamoramientos instantáneos constantes, depresiones inmediatas e inexplicables, dependencias varias de personas, de vicios, de conductas que actúan, en la medida de lo que pueden, como recarga de la emoción perdida en el desborde y/o como contención.

Como el As de Copas también se caracteriza por un desborde benigno, en la forma de un excedente de emoción que se comparte, la contención no puede ser restrictiva: la imagen de la copa desbordada gentilmente, como una mezcla de fuente y manantial parece ser la mejor.


La sensación de plenitud se siente, al llegar, como un rayo vertical de luz.

Esto es literal, es una cuestión de experiencia: si le pasa a uno, o cuando le pasa y trata de describir el segundo-a-segundo del asunto, encuentra que esta imagen sirve mucho.

Este es el significado de la paloma blanca que desciende con esa otra cosa blanca que alguna gente dice que es la eucaristía (la hostia), directo al centro de la copa: la paloma representa siempre al Espíritu en su estado también más abstracto y puro, descendiendo directamente al corazón de la persona, cargada de significado (la hostia, la eucaristía que leva la paloma en su pico representa aquí el "sentido", la característica de la emoción que llega - tristeza - dolor - alegría - serenidad, etc.).


El espíritu descendiendo sobre el campo de las emociones para llenarlo de significado es, también, una sublimación de la idea de penetración e inseminación, bastante similar a la de la conciencia entrando en la materia – energía del Arcano Mayor VIII, La Fuerza.


El agua que desborda lo hace suave, gentil y generosamente, y cae con fluídez y constancia sobre un océano mayor, fértil y vivo.

Este océano creo que representa a los otros, tanto en su sentido interno de inconciente colectivo como en su sentido concreto de personas físicas cercanas.


Los colores tradicionales del mazo de referencia son el azul sereno del agua, el amarillo de la copa, que indica también serenidad intelectual, el blanco indicando pureza y el verde indicando fertilidad y amabilidad.


Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de esta carta: emoción - plenitud emocional – comunicación – sensación – sentimiento



¿Como?


¿Que tu mamá nunca cruzó la General Paz?


Pobrecita!