Cosas a las que me creo afín.
O a que fuera más amable que Marte, a que fuera el Sol del Medio: equilibrado, austero, central, esencial.
A la esperanza de que su sobriedad característica me rescatara de los excesos en que suelo incurrir y que han mermado mi cuerpo.
Al simple gusto por identificarme con lo soberbio y majestuoso.
Pero la verdad es que soy un hombre pequeño y lleno de temores, y por eso detesto los caminos de la luna y el mar.
Y estoy muy resentido con la tierra: siempre fue fría y estéril para mi.
No otra cosa más que un desierto de nieve y sal.
Así que no quedan, no hay diosas para mi.
Como un hombre mezquino que gusta de ensombrecerse.
Esa fue mi búsqueda del Sol.