Por acto de voluntad, retengo en mí el
paso de los días.
Dejan de ser hilo de agua que se roba mis partículas, huella que horada y se come mi ser a través del desgaste.
Empiezan a ser masa, a forjar una nueva inercia.
Una fuerza cada vez más imparable que me acerca a mi destino.
Respiro hondo y abrazo la dirección que trazaran todas las condiciones de mi nacimiento: los astros y la historia, mis rencores de clase, los traumas de mi familia y los que agregué yo mismo.
Los relámpagos liberadores del amor, donde estuvieron y donde los vaya a encontrar.
Abrazo juntos, mi destino y la posibilidad de ser libre.
Frente a mi, hacia mi, como un tren, un rayo de luz.