ES IMPORTANTE SABER

lunes, 19 de marzo de 2018

Femininjas del karma

El karma revisitado

Pensando en mis alumnos de tarot, me dí cuenta de que se acerca el momento de hablar sobre la influencia de la causalidad entre los condicionantes que tienen que dar por sentados, y me encontré nuevo pensando en la “mala” definición de karma y cómo ejemplificar la “buena”.
Me encontré de vuelta rumiando y agregando como siempre nuevas ideas a este concepto erróneo de karma y causa y consecuencia como una cosa simétrica, una vuelta de bumerang llena de sobreentendidos, proyecciones y fantasías de que el universo nos debe algo por nuestras acciones.
“Si hacés el bien el universo te recompensa”.
“Si hacés el mal el universo te castiga”.
Esta idea que hasta hace poco identificaba con una cuestión judeocristiana de asumir que el universo está gobernado por una conciencia omnipresente que juzga nuestras acciones, casualmente con los mismos criterios que nosotros. De pensar que entendemos las reglas del universo y entonces a través de lo que sea que consideremos “bueno” podemos hacer que un poder absoluto se congracie con nosotros y nos premie dándonos lo que sea que deseemos, a lo que también vamos a llamar “bueno”.
Que hoy mismo me di cuenta de que también es una superstición hiperpagana: simplemente la esperanza de que haya fuerzas mágicas alrededor que nos consideren merecedores de nuestros deseos y nos ayuden a cumplirlos por acciones no relacionadas. Ganarme la lotería por ayudar a una viejita a cruzar la calle, ese tipo de cosas.
Ahí me cayó la ficha, otra vez, de que el karma son los padres. Esa presencia omnipotente que nos premia caprichosamente con golosinas cada vez que alguna acción random le cae bien.
Peor aún, de que ese karma son esos padres en el mismo sentido en que esos padres son papa noel: no existen, más que en la perspectiva infantil.
Los padres reales tienen defectos por kilos en los buenos casos y por toneladas en los malos. Si tus viejos se partían el culo trayendo pan a la mesa, entonces no estaban en casa en todo el día, y eso hacía que te sintieras solo y desprotegido durante muchas horas a la semana, y de alguna forma tuviste que manejar eso. Y eso es parte de las experiencias formativas que hoy te constituyen: la respuesta que construíste a un sentimiento de desprotección producto de tener padres proveedores, o sea buenos.
Eso sí es karma. Eso es causa y consecuencia.
Y el karma tiende a ser asimétrico: siembro una semilla y sale una flor. No hay vinculación manifiesta entre una acción y su resultado, más que la causalidad. En el largo plazo, claro, la flor da nuevas semillas y aparentemente se restablece la simetría. Pero esa no es la característica del karma sino de los ciclos. La característica del karma radica en importar si lo aplico a generar un ciclo u otro. Si siembro flores o peras. Si me quedo en mi casa con mi hijo para que esté acompañado o salgo a trabajar para que esté provisto.
Con qué beneficios y perjuicios elijo relacionarme.
Con la inercia de qué camino.

Los feministas ninjas.

Pasé por el Ciclo Positivo en Casa Brandon, aprovechando que queda al lado de mi casa.
Es un centro cultural enfocado en las sexualidades disidentes, así que hay mucha teoría y práctica de feminismo y deconstrucción de género. Y cuando digo “práctica de deconstrucción de género”, me refiero a que cualquier habitual de Casa Brandon tiene relación frecuente con todo tipo de personas transgéneros, intergéneros, etc: travestis, mujeres trans, varones trans, y el amplio arco de identidades actualmente presentes.
Haciendo puerta me tocó escuchar de costado a uno de los organizadores, Lucas Gutiérrez, hablar con Nico Deppetre de “las cuerpas hormonadas” y algo así como que “no corresponde responder a eso”. Interrogué por el chusmerío y me cuentan que x persona trans (nacida varón, actualmente identidad femenina por opción), que apoya su transición con hormonas, está actualmente internada por no sé qué situación de enfermedad. Que en la comunidad trans se sabe que tiene un conjunto de canciones grabadas y se habló de la posibilidad de recolectar dinero para pagarle una edición, de modo que desde su internación pueda al menos vender discos y tener algún ingreso económico.
Y que habló muchas veces muy mal de Lucas, pese a lo cual él participaba de la colecta.
Lucas, Nico y Luciano, con quien estaba haciendo puerta, estaban todos de acuerdo en que más que responder a los malos dichos de X sobre Lucas, lo que correspondía era colaborar en la colecta y apoyar la situación de internación. Tanto por la necesidad de figuras generadoras de arte y cultura trans, como por una jerarquía de prioridades humanas. Por principios de militancia, por así decir, y por simple empatía.
También rondó la idea de que muchos de los malos dichos de X surgían de su condición de hormonada, que le induce desequilibrios y un carácter conflictivo (eso también es karma: la influencia de la neuroquímica en la percepción de la vida, del entorno y en las propias acciones, también es causa y consecuencia). No se dijo en ese momento, pero sé que Lucas como portador de hiv+ tuvo sus propios desequilibrios anímicos inducidos por la medicación. En ese sentido, daba la sensación de ser un conocedor benévolo del karma, que no tiene ganas de ajusticiar a otros por las mismas consecuencias que tuvo que sufrir en carne propia.
Y por un lado, por un momento, admiré el compromiso efectivo de estas tres personas con una causa y con cuestiones humanísticas por encima de cuestiones personales. Y también me sentí reconfortado de estar entre gente con las prioridades claras.
Pero al otro día, pensando en cómo explicar el karma a mis alumnos, me dí cuenta de que había presenciado también un movimiento mucho más profundo en este sentido, donde todos, pero particularmente Lucas, se habían sustraído de una lógica para someterse a otra. Las acciones de Lucas para con X no dependen de su relación sino de la actitud de Lucas hacia un colectivo o situación humana. En ese sentido las acciones de X dentro de la relación entre ellos se vuelven contingentes y secundarias respecto del contexto total, que es a lo que Lucas elige responder.
Así, la autoestima de Lucas, su autoimagen y su acción se realimentan desde una fuente menos mezquina, más abarcativa, más noble y generosa; más sólida que la contingencia, las idas y venidas de una relación particular, para responder a la persona y su circunstancia.
Y lo mejor viene acá, porque en esta acción Lucas ata su propio karma a un escalón superior: al no permitir que sus acciones se determinen por la cotidianeidad concreta (X hablando mal de él), la cotidianeidad concreta subsiguiente (cada vez en el futuro que X hable mal de él), realimenta su autoconciencia de haber tomado una decisión que lo pone por encima de lo cotidiano. Su autoestima, su autoimagen, la valoración que haga de sí mismo ya no dependen de lo que otros piensen o digan de él sino de su propia sujeción a sus principios. En ese acto, toma las riendas del destino y derrotero de estos espejos psíquicos que también ejercen gravedad sobre nuestro espíritu y las ata a algo que sólo está en sus propias manos. Y de este modo, independientemente de que un día y todos los días va a tener que rendir cuentas ante sí mismo, se sustrae de la inercia del mundo.

Y eso es muy ninja.

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